El precio de la desigualdad, ¿cuánto cuesta la brecha salarial a las mujeres?

5 junio 2025

Si las mujeres dominicanas ganaran lo mismo que los hombres por el mismo trabajo, ¿cuánto más rico sería el país? ¿Cuánto más prósperas serían nuestras familias, nuestras empresas, nuestra economía? La respuesta corta: miles de millones de pesos. La larga: una compleja cadena de desigualdades que empieza en la discriminación estructural y termina en una alarmante pérdida de bienestar colectivo. Este es el costo de la brecha salarial de género.

Una brecha salarial que cuesta caro

Según el estudio más reciente del Banco Mundial (2024), en República Dominicana los hombres ganan, en promedio, 27 % más que las mujeres. Pero este número se amplifica cuando se observa a las trabajadoras que menos ganan: el 40 % de las mujeres con ingresos por debajo del salario mínimo enfrenta una brecha salarial del 30 %.

Esto no es casualidad. En sectores como hoteles, bares y zonas francas —donde la presencia femenina es predominante—, los sueldos suelen ser más bajos. Pero el informe también señala que no es sólo una cuestión sectorial: la desigualdad se mantiene incluso cuando mujeres y hombres tienen niveles similares de educación y experiencia laboral.

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¿Qué tiene que ver la prosperidad global?

A esta discusión se suma una nueva métrica del Banco Mundial: la Brecha de Prosperidad Global, que mide cuán lejos está cada persona del umbral de ingreso diario de 25 dólares por día (ajustado por paridad de poder adquisitivo de 2017), el nivel que define una sociedad en condiciones de vida propias de un país de altos ingresos.

En 2024, la brecha promedio en América Latina y el Caribe fue de 3,2, lo que significa que, en promedio, los ingresos deberían multiplicarse más de tres veces para alcanzar ese umbral. Pero la brecha se reduce más rápido cuando los ingresos de los más pobres crecen más aceleradamente. En otras palabras: cerrar la brecha salarial de género no sólo mejora la equidad, también acelera el progreso económico inclusivo.

Pandemia y retrocesos

La pandemia de COVID-19 profundizó las desigualdades laborales. El estudio del BM reveló que la tasa de participación laboral femenina cayó un 8 %, en comparación con un descenso del 5 % entre los hombres. Una de las principales causas fue la presencia de niños en edad escolar en el hogar, que aumentó la carga de cuidado no remunerado para las mujeres. En el mismo período, alrededor del 39 % de las mujeres jóvenes eran NINIs (ni trabajan ni estudian), frente al 25 % de los hombres jóvenes.

El empleo femenino en sectores informales —los más golpeados por la crisis sanitaria— acentuó aún más la pérdida de ingresos y de oportunidades. Estos factores combinados dejaron a miles de mujeres fuera del sistema productivo en el momento de mayor contracción económica global en décadas.

Lo que el país deja de ganar

El Foro Económico Mundial estima que, a nivel global, cerrar la brecha de género en el trabajo podría aumentar el PIB mundial en 28 billones de dólares para 2025. Para un país como República Dominicana, con una economía basada en servicios, comercio y manufactura, el potencial no aprovechado por la desigualdad de género en los ingresos es sencillamente monumental.

La Brecha de Prosperidad Global también permite descomponer el impacto de la desigualdad dentro del ingreso medio. Cuanto mayor es la desigualdad, mayor es el multiplicador necesario para que la sociedad alcance niveles de vida decentes. Reducir la desigualdad salarial de género se traduce directamente en un menor déficit de prosperidad, y por tanto, en una economía más estable, resiliente y competitiva.

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¿Cómo cerrar la brecha salarial?

El Banco Mundial y diversas entidades multilaterales coinciden en algunas soluciones clave:

  • Revisar la legislación sobre salarios mínimos en sectores altamente feminizados.
  • Ampliar la cobertura de la Jornada Escolar Extendida y los CAIPI, para liberar tiempo y permitir la inserción laboral de las madres.
  • Exigir mecanismos de quejas y reparación en empresas para denunciar discriminación salarial.
  • Invertir en formación técnica y profesional para mujeres, especialmente en sectores de alta demanda y buenos salarios.
  • Formalizar el trabajo doméstico con todas las garantías laborales.

Las mujeres sufren los embates de la desigualdad, pero también las empresas que no logran atraer o retener talento. Además de las familias que dependen de un solo ingreso. Y el país entero, que avanza más lento de lo que podría. Cada punto porcentual de brecha salarial representa oportunidades perdidas, innovación detenida y prosperidad aplazada.

La igualdad de ingresos no es una utopía: es un imperativo económico.

Fuente: Revista Mercado
Por: Karime Rivas

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