España
Fuente: EFE
Por Laura de Grado
8 de septiembre 2023
En las nueve provincias de Castilla y León, como en el resto del territorio español, se erigen desde hace más de veinte años los centros de emergencia y casas de acogida para víctimas de violencia machista, hogares temporales que son testimonio tangible del compromiso de la sociedad para proteger a las mujeres “cuando su vida está amenazada”.
Efeminista ha hablado con Reyes Revellado, directora autonómica del Área de Inclusión de Cruz Roja en Castilla y León y coordinadora de la red de centros de emergencia, y con Felisa Tobar, agente de Igualdad de Oportunidades en el área de Infancia, Familia e Igualdad de la Gerencia Municipal de Servicios Sociales del Ayuntamiento de Burgos, para conocer de cerca cómo funcionan estos recursos de la Red de Atención Integral a Víctimas de Violencia de Género.
Ambas coinciden en definir estos recursos públicos y gratuitos como “vitales”, “imprescindibles” y “clave para que las mujeres se sientan protegidas cuando mas débiles están, que es cuando su vida está amenazada”.
Con muchísima cautela y sin revelar la ubicación, detallan las cifras de 2022: 97 mujeres y 93 menores pasaron por las casas de acogida, y 148 mujeres y 97 menores por centros de emergencia de la comunidad.
Actualmente, en España hay 99 casas de acogida y 54 centros de emergencia, con un total de 2.041 y 758 plazas respectivamente, según los últimos datos de la Estadística de Recursos Autonómicos en Materia de Violencia contra la Mujer publicada en 2022.
Centros de emergencia ante peligro “físico o psicológico”
Los centros de emergencia “son dispositivos de alejamiento 24 horas, 365 días al año para mujeres y personas que se encuentran en una situación de emergencia por violencia de género”, explica Reyes Revellado, directora del Área de Inclusión de Cruz Roja en Castilla y León, entidad que coordina estos espacios en la comunidad.
Son la respuesta más inmediata y se accede a través de la derivación de fuerzas de seguridad (policía local, nacional o guardia civil), juzgados de guardia, hospitales y centros de salud, trabajadores sociales, centros de acción social (CEAS) o servicios sociales. Revellado enfatiza que “el ingreso es voluntario”, pero “urgente” cuando existe peligro físico o psicológico. A medida que habla, se revela un entramado de procedimientos ágiles y un compromiso inquebrantable para brindar seguridad.
En Castilla y León hay 3.917 casos activos de mujeres víctimas de violencia de género inscritos en VioGén según los últimos datos del 31 de agosto 2023, y en total en España hay 81.308.
Durante 2022 se atendieron un total de 7.853 llamadas por violencia de género en Castilla y León, desde las líneas 016, 012Mujer, 112 Emergencias o la Fundación Anar.
No hace falta denuncia
“En el ingreso les decimos a las mujeres que su única preocupación debe ser estar bien. Vamos a trabajar juntas para los pasos necesarios hacia esa recuperación”, cuenta Revellado.
“No hace falta que interpongan denuncia”, enfatiza, y asegura que se dan muchos casos en los que que aún habiendo acudido a fuerzas y cuerpos de seguridad las mujeres no quieren ratificar una denuncia, pero sí entrar en estos espacios de protección creados al amparo del Decreto 5/2000 de 13 de enero -que crea la Red de asistencia a la mujer víctima de maltrato y abandono familiar- y de la orden del 3 de abril que los regula.
Con este decreto, en 2001 se autorizan en la comunidad las primeras casas de acogida tanto públicas como privadas y los centros de emergencia. Y desde 2010, la ley autonómica 13/2010 contra la violencia de género regula la Red de atención a las mujeres víctimas de violencia de género.
Dificultades tras salir de la violencia
La estancia máxima es de unos treinta días, pero “hasta que no está disponible el recurso más adecuado dentro de la red no se produce su salida”, explica Revellado -lo que incluye casas adaptadas para personas con discapacidad, necesidades especiales o centros para mujeres mayores de 65 años- y cuenta que trabajan con el modelo de atención ‘In-On-Out’.
Sin embargo, no todo es sencillo tras el paso por los centros de emergencia, cuenta la trabajadora, para quien un tema preocupante son los reingresos y las dificultades que las mujeres pueden enfrentar tras salir de la violencia. “Hemos tenido casos de mujeres que vuelven a ingresar porque han retomado la convivencia con el agresor o incluso porque, lamentablemente, han entrado en otra relación de pareja con un perfil similar”, reconoce Revellado.
Y alerta de que han acompañado “casos de niñas que ingresaron con sus madres y han ingresado después como usuarias, es decir, se ha reproducido a nivel familiar el ciclo de la violencia“.
Durante los más de veinte años de funcionamiento de los centros de emergencia en Castilla y León han pasado unas 7600 mujeres y personas a su cargo, muchas de ellas con “una vulnerabilidad añadida” marcada por dificultades económicas, falta de empleo, situación administrativa irregular, discapacidad o dependencia, bajo nivel educativo o mal estado de salud.
Por ello el trabajo es integral y multidisciplinar, en red con servicios sociales, fuerzas de seguridad, y personal formado que acompaña a nivel jurídico, psicológico y educativo. Revellado explica que, además, se cubre todo lo que necesiten desde punto de vista económico (ropa, calzado, alimentación) o administrativo porque muchas veces las mujeres “salen de casa corriendo, sin nada, no tienen documentación, no tienen ni dni”.
Incide en que aquí el trabajo es de emergencia, y posteriormente “la construcción de un proyecto de vida estable” se aborda desde las casas de acogida.
Un hogar temporal para construir un proyecto de vida
Felisa Tobar, agente de Igualdad de Oportunidades en el área de Infancia, Familia e Igualdad de la Gerencia Municipal de Servicios Sociales del Ayuntamiento de Burgos, desentraña el tejido mismo de las casas de acogida que existen en la región. “Garantizar la seguridad y bienestar de las mujeres y sus menores a cargo, si los tienen es la razón de ser”, declara. Y afirma que la travesía hacia esta seguridad es un proceso cuidadosamente diseñado.
Las casas de acogida trabajan con las mujeres en la construcción de proyectos de vida, dotándoles de herramientas para recuperar la autonomía. “Apoyo psicológico, jurídico, búsqueda de empleo, formación”, enumera Tobar, son los escalones hacia esa nueva vida libre de violencia.
“Es muy importante ese apoyo porque en esos momentos están muy mal a nivel de autoestima, no saben qué hacer con su futuro, con sus hijos…”, asegura.
Y explica que “el requisito para entrar es demostrar que eres víctima de violencia de género”, para lo cual no es imprescindible que haya una denuncia, ya que instancias como asuntos sociales o la fiscalía pueden hacer un informe que lo determine.
Casas de acogida contra la violencia machista
La duración de la estancia puede variar: “seis meses en promedio”, dice la agente de igualdad, pero el momento de salir es una decisión compartida. Aquí, el reglamento interno establece las pautas, pero cada una de las mujeres y su situación personal marca los tiempos.
Durante el año 2022 por la casa de Burgos, que gestiona la asociación La Rueda, pasaron nueve mujeres, de 34 años de media, y seis menores a su cargo, el 73 % provenían del medio rural. Todas ellas habían sido derivadas de centros de emergencia de la comunidad.
Aunque estos hogares ofrecen una opción segura para reconstruir sus vidas, son también recordatorios de la persistencia de la violencia de género, lamenta Tobar y añade que cuando una mujer ingresa en estas casas “ya ha pasado mucho”.
“Es un recurso necesario porque desgraciadamente la violencia de género existe, pero es de las últimas fases en el proceso”, recuerda.
De media las mujeres tardan ocho años y ocho meses en verbalizar su situación desde el momento que comienzan a sufrir malos tratos, según un estudio de la Delegación del Gobierno para la Violencia de Género de 2019.
Prevención, detección y educación
Por eso Felisa Tobar, que lleva más de veinte años trabajando para erradicar la violencia de género reflexiona sobre el camino por recorrer: “Invertir en prevención, detección y educación“.
Ambas trabajadoras lamentan la necesidad de estos espacios. “Los dispositivos de protección son imprescindibles porque vemos todos los días que a las mujeres nos matan todos los días“, asegura la trabajadora de Cruz Roja Revellado.
En los que va de año 42 mujeres han sido asesinadas a manos de sus parejas o exparejas, cifra que asciende a 1.226 desde 2003, año en el que comenzaron a contabilizarse en las estadísticas oficiales en el país.
“La red es un paso adelante, pero aún queda mucho por hacer. El trabajo preventivo y de concienciación es fundamental”, destaca Revellado.
Si una mujer se encuentra en una situación de emergencia puede llamar al: 112 Emergencias, 091 Policía Nacional y 062 Guardia Civil. Si no puede llamar, puede recurrir a la aplicación Alertcops, que envía una alerta con su ubicación a las fuerzas de seguridad.
Además, el 016 atiende a todas las víctimas de violencias machistas las 24 horas del día y en 52 idiomas. También el correo 016-online@iguadad.gob.es. En Whatsapp en el 600000016 y en el chat online desde la página web de la Delegación del Gobierno contra la Violencia Machista.
Las víctimas de maltrato sordas, con discapacidad auditiva, ciegas o sordo ciegas pueden llamar al 016 con 900 116 016, SVisual, ALBA, Telesor, ATENPRO y la app PorMí. Al 112 con la app 112Accesible. Al 091 y 062 con SVIsual y con la app AlertCops.
Las personas menores de edad pueden dirigirse al teléfono de la Fundación Anar: 900202010.