La cineasta británica Sheila Hayman reconstruye en un documental la historia de la hermana mayor del compositor romántico Félix Mendelssohn, que prestó talento y autoría al autor de la célebre ‘Marcha nupcial’
Fuente: El País (España)
Por: Amalia Bulnes
24 de mayo 2024
El documental Fanny: The Other Mendelssohn, dirigido por la veterana cineasta británica Sheila Hayman, comienza con una escena reveladora: en 1842, el gran compositor Félix Mendelssohn (autor, entre otras muchas composiciones, de la Marcha nupcial más tocada en el mundo cada día) es recibido en el Palacio de Buckingham por la reina Victoria y el príncipe Alberto. Mendelssohn es ya un músico célebre, que había iniciado una gira por Europa al más puro estilo de lo que hoy podría considerarse una estrella del rock. El compositor está tan excitado como la reina, conocida melómana y con cualidades de soprano. Así que ella le pide poder cantar y que él la acompañe al piano con una canción de Mendelssohn titulada Italian, la favorita de la reina, le aclara la monarca. Entre el rubor y el enfado, Mendelssohn confiesa: aunque la pieza musical se ha publicado con su nombre, la autoría no es suya, sino de su hermana Fanny.
Este es el relato de otro silenciamiento lacerante de una mujer en el mundo del arte. Ni entonces ni después a lo largo de la historia ha trascendido el nombre de Fanny Mendelssohn (Hamburgo, 1805–Berlín, 1847) o Fanny Hensel, si se opta por su nombre de casada, la hermana tres años mayor del celebérrimo Félix. Descendiente directa de la talentosa compositora que creó algunas de las composiciones atribuidas a su hermano, Hayman, de reconocida trayectoria en el Reino Unido ―ganadora de varios premios Bafta― ha dedicado los últimos años a reconstruir la vida y la dignidad artística de una auténtica desconocida. Eso sí, reconoce que abordó el proyecto conducida por la única estela posible, la voz masculina de su hermano. “Había hecho una película sobre Félix para la BBC en 2009 y fue ahí donde empecé a descubrir los extraordinarios dones de su hermana Fanny, pero, también, la lucha de toda su vida entre el deseo de expresarse artísticamente y el horror a molestar a la familia”, explica la cineasta durante una breve visita a Sevilla, a donde acudió la semana pasada para el estreno en España del filme.
“Al leer el relato de mi propia familia, nunca se llega a la conclusión de que Fanny Mendelssohn, la hermana mayor de Félix, también fue una compositora genial. Su propio hijo, mi tatarabuelo Sebastián, dibuja en sus cartas una imagen vívida de ella: era divertida, brillante, cariñosa…. pero no dedica ni una palabra a describirla como compositora”, destaca la directora, que ha realizado un exhaustivo rastreo por diferentes archivos europeos de la correspondencia entre los dos hermanos, así como la perteneciente a su único hijo, gracias a la cual ha podido recomponer la historia de Fanny.
Las cartas, frecuentes y prolijas en detalles desde que Félix inicia su gira por Europa, sirven para explicar la profunda unión que existió entre los dos hermanos, que desde pequeños tuvieron una importante ―y conjunta― educación musical. Los Mendelssohn, que habían hecho una fortuna en la banca y se habían convertido del judaísmo al cristianismo para ganar posición social en el Berlín de primera mitad del siglo XIX, intentaban formar parte de la aristocracia de la capital alemana. Cualquier paso en falso sería castigado. Así, aunque el don de Fanny para la música igualaba y en algunos casos superaba al de su hermano, su padre Abraham fue tajante cuando la niña cumplió 14 años. Hasta entonces, los hermanos estudiaban y componían juntos, su unión era tan fraternal como intelectual. Pero en una carta fechada en 1820, el padre quiere dejar claro que esa etapa ha llegado a su fin: “La música tal vez se convierta en su profesión [la de Félix], mientras que para ti solo puede y debe ser un adorno, nunca la raíz de tu ser y hacer”.
Desde aquel momento, el decoro y las buenas formas exigidas a una mujer de su condición se sitúan por encima de su talento musical. A Fanny se le impide tocar cualquier instrumento de cuerda que implicara abrir las piernas para ello, como la viola o el violonchelo, ni otros de viento ―”los movimientos de la boca podían parecer excesivamente sensuales”, explica la directora en el transcurso del documental―. “Fanny quería lo que mucha gente en ese momento: casarse, formar una familia feliz con hijos y no molestar a sus padres”, analiza la directora. Sin embargo, “resultó tener un talento tan enorme que se desbordó en todo lo que hacía”.
Gracias a la sensibilidad de su marido, el pintor Wilhelm Hensel, Fanny no dejó nunca de componer, a pesar de que sabía que no podría hacer carrera en la música. “Wilhelm es el héroe de este cuento: se negó a casarse con Fanny a menos que ella siguiera componiendo”, asegura la directora en el documental. No fue el caso de su hermano Félix, que aunque se apoyaba en el talento de su hermana para brillar dentro y fuera de su Alemania natal, dejó por escrito una descripción de Fanny completamente alejada de la realidad, con intención de presentarla como si no tuviera aspiraciones de actuar fuera de la esfera privada: “Por lo que sé de Fanny, diría que no tiene ni inclinación ni vocación por la autoría. Ella es demasiado para lo que una mujer debería ser para esto. Controla su casa y no piensa en el público ni en el mundo musical, ni siquiera en la música, hasta que cumple sus primeros deberes. Publicar solo la molestaría en estos y no puedo decir que lo apruebe”, escribió el compositor.
Sin embargo, la mayor de los Mendelssohn encontró ciertos atajos para no vivir apartada de la música. En una época en la que no existían grabaciones, la única manera de estar al tanto de las novedades musicales era escucharlas en directo, acudir a los conciertos, viajar por el continente, como hacía su hermano. Así que, atrapada en una casa con un marido y un hijo, decidió que si no podía ir a la música, la música vendría a ella. Fueron célebres los festivales de conciertos organizados por Fanny, convertida en empresaria, en su propia casa. “Los mejores músicos de Europa venían a prestar su talento, pero incluso aquí, Fanny rara vez programaba su propia música”, se cuenta en el documental.
La película Fanny: The Other Mendesshonn es un bello ejemplo de la resiliencia e ingenio con los que esta compositora sorteó las trabajas de su tiempo y su condición, rescatada también por mujeres con especial empeño y trayectoria musical en todo el mundo. Desfilan por el metraje personalidades como Marcia Citron, profesora en la Universidad Rice de Houston, que viajó desde Estados Unidos a la Staatsbibliothek en Berlín, para ordenar los papeles de Fanny, que permanecían sin catalogar ni ser vistos. Igualmente, la musicóloga británica Angela Mace es clave. Gracias a su investigación, recuperó la autoría de Fanny Mendelssohn para su conocida Sonata de Pascua. “Era el hilo conductor contemporáneo que necesitaba para comenzar la película”, reconoce la cineasta.
Ha tenido que ser, pues, una labor detectivesca protagonizada por mujeres, que se traslada al documental, la que ponga a Fanny Mendelssohn en el lugar que le corresponde en la historia de la música. Al igual que el empeño de la orquesta de cámara sevillana Almaclara-Inés Rosales, divulgadora de la obra de Fanny y gracias a quienes esta película ha podido ser estrenada en Sevilla y en Valencia. “El proyecto Almaclara nace en 2008 precisamente como un homenaje a todas aquellas mujeres que han sido fundamentales en la historia de la música pero que no han recibido el reconocimiento merecido. Ello no ha sido por su falta de talento, sino por su propia condición de mujeres”, explica su directora, Beatriz González Calderón.
Su repertorio, de hecho, se encuentra repleto de piezas firmadas por muchas otras voces olvidadas, que ahora suenan con claridad: Clara Schumann, Fanny Mendelssohn, Teresa Carreño, Amy Beach, Marianne Martinez, Florence Price…