Acapulco, México
Fuente: ADNoticias
4 de noviembre 2023
Abigail es una madre de familia que perdió todo por el devastador paso del huracán Otis en Acapulco, Guerrero. Se quedó sin casa, sin comida y sin sustento, ya que su medio de subsistencia era la cosecha de coco y tamarindo, misma que fue destruida por los fuertes vientos del fenómeno natural.
Ella tiene tres hijos pequeños de 4, 6 y 7 años, además de una niña de 13, quienes pasan hambre y deben buscar resguardo del fuerte sol que provoca un calor de casi 40 grados.
La ayuda es escasa, urge comida y agua para sobrevivir, y sobre todo, para que sobrevivan los más pequeños. Hay que cuidarlos, pues no tienen dónde quedarse y las escuelas quedaron devastadas, por lo que ir a clases ni siquiera es una opción. Abigail es madre, pero también es mujer.
Cuando le preguntan qué víveres necesita, la respuesta es clara, alimentos, seguido de medicamentos y toallas sanitarias. Tanto Abigail como su hija mayor no solo sufren todo lo anterior, también algo que, aunque natural, las incita a esconderse por lo que puedan pensar los demás.
De acuerdo con datos del Programa Higiene Menstrual del Fondo de las Naciones Unidas para la Infancia (UNICEF), en México, 43% de las niñas y adolescentes prefieren quedarse en casa que ir a la escuela durante su periodo menstrual; el 30% utiliza papel higiénico en lugar de toallas sanitarias; el 66% piensa que los baños en sus escuelas están sucios; y el 73% se lava las manos sin jabón.
Debido a estas situaciones de precariedad, cuando las mujeres no pueden acceder a instalaciones de baño seguras y con agua potable o que no tienen acceso a productos de higiene como toallas o tampones, no pueden manejar su menstruación con dignidad, ahora bien, ¿te imaginas menstruar en medio de una crisis humanitaria?
En Metlapil, su comunidad en Acapulco, no hay agua, papel ni mucho menos toallas sanitarias. Tampoco pueden ir a comprarlas, porque no tienen dinero y, aunque lo tuvieran, no hay una sola tienda departamental o de autoservicio funcionando en cientos de kilómetros.
Los estereotipos de género arraigados en la sociedad desempeñan un papel crucial en la perpetuación del estigma en torno a la menstruación femenina. A lo largo de generaciones, las mujeres han sido condicionadas a ver su ciclo menstrual como algo vergonzoso y sucio, en lugar de reconocerlo como un proceso natural y saludable.
Estos estereotipos han generado una cultura de silencio y vergüenza en torno a la menstruación, lo que lleva a que muchas mujeres eviten hablar abiertamente sobre sus experiencias y necesidades menstruales.
Además, la falta de educación integral sobre la menstruación y la salud menstrual contribuye a la perpetuación de estos estereotipos. La ausencia de discusiones abiertas y honestas en entornos educativos y familiares limita la comprensión y el aprecio por este aspecto fundamental de la salud femenina. Como resultado, muchas mujeres internalizan la idea de que la menstruación es algo que debe ocultarse y que hablar al respecto es inapropiado, lo que refuerza aún más el ciclo de vergüenza y silencio.
Asimismo, la representación negativa de la menstruación en los medios de comunicación y la cultura popular refuerza los estereotipos perjudiciales. La frecuente presentación de la menstruación como algo desagradable, doloroso y vergonzoso en películas, programas de televisión y anuncios publicitarios refuerza la idea de que las mujeres deben ocultar este aspecto de su vida.
Esta representación negativa en los medios contribuye a la construcción de una imagen distorsionada de la menstruación, fomentando sentimientos de vergüenza y desagrado en las mujeres y perpetuando la falta de aceptación y comprensión en la sociedad.
En medio de esta crisis humanitaria, hacemos un llamado a la donación de productos de higiene íntima femenina para que más niñas y mujeres puedan vivir sus procesos con dignidad en medio de una tragedia que marca la vida de las mujeres guerrerenses.
Por favor, todo lo que puedas, dona.