Nazareth Castellanos, neurocientífica: “El psicólogo del futuro será el que te pregunte por tu dieta y qué ejercicio haces”

Fuente: www.niusdiario.es

  • Entrevista a la neurocientífica Nazareth Castellanos sobre su último libro, ‘Neurociencia del cuerpo’
  • Castellanos explica de qué manera el organismo esculpe nuestro cerebro y cómo esta relación nos permite entender la salud desde una perspectiva integral
  • “Lo que nos dice ahora la literatura es que es mucho más fácil llegar a la salud mental o a la psicología a través de las vísceras que a través de la propia psicología”, asegura

Tal vez se sorprendan –como hice yo- al conocer que nuestro insigne científico Santiago Ramón y Cajal, premio Nobel de Medicina en 1906 por descubrir los mecanismos que gobiernan la morfología y los procesos conectivos de las neuronas, fue también uno de los primeros culturistas de nuestro país. Normal que en una cultura como la nuestra, en la que prima lo intelectual sobre lo corporal, no se preste demasiada atención a este detalle en los colegios. Pero el cuerpo no estaba en absoluto en segundo lugar para Ramón y Cajal. Él fue un auténtico visionario: “Dedicó un gran esfuerzo a cuidar el músculo porque decía que el músculo impactaba sobre el cerebro” explica la neurocientífica Nazareth Castellanos. Hoy sabemos que Ramón y Cajal era un visionario porque más tarde se descubrió que esa relación músculo-cerebro es clave para la generación de nuevas neuronas.

Neurociencia del cuerpo (Kairós 2022), el último libro de Castellanos -una de las más prestigiosas neurocientíficas de nuestro país- es el resultado de 11 años investigando cómo el organismo esculpe nuestro cerebro. Su mérito es enorme porque ella se empeñó en investigar algo en lo que la ciencia no estaba de acuerdo. Eso le obligó a bucear en otras disciplinas, como la meditación y la medicina oriental “para ver que decían y meterlo a cucharadas en el mundo científico”.

Gracias a la perseverancia de Nazareth Castellanos hoy podemos leer en una sola obra una recopilación de los estudios y evidencias científicas que nos permiten comprender por qué nuestra postura corporal, nuestros gestos faciales, la microbiota intestinal, el patrón de los latidos del corazón y la manera en que respiramos impactan en nuestro estado de ánimo, emociones, memoria, capacidad de atención y percepción.

En estos tiempos en los que la salud mental se ha convertido en uno de los principales motivos de consulta médica; en los que los expertos pronostican que los problemas de salud mental serán la principal causa de discapacidad en el mundo en 2030, resulta imprescindible valorar todos los recursos que tenemos disponibles para tener un cerebro sano. Tumbarse en el diván ya no será la única manera de cuidar nuestra salud mental. Como dice Antonio Damasio, “aquel que quiera considerar la psicología sin considerar al cuerpo, perdido va”.

No puede ser que sepamos más de un móvil o de un cohete que de nuestro propio cuerpo (Nazareth Castellanos, neurocientífica)

Pregunta: Esta idea de que la mente está distribuida por todo el cuerpo, en realidad no es nada nueva…es algo que, como bien explicas en tu libro, ya estaba antes en nuestra cultura, hace siglos, antes de que llegara este paradigma científico que todo lo parcela, lo separa.

Respuesta: Yo misma antes decía esto: ¿Cómo somos aquí en Europa tan petardos, tan reduccionistas, y en oriente tienen esta visión más holística? Hasta que me empecé a dar cuenta, cuando repaso la historia de nuestra medicina -¡que no lo había estudiado nunca!- y me encuentro poquísimos libros, pero empiezo a ver que nuestra base, la medicina griega, ya consideraba al cuerpo como algo integral y la mente distribuida por el cuerpo. Es verdad que ya Hipócrates le otorga una gran responsabilidad al cerebro, pero no se olvida para nada del corazón, de los intestinos. Luego entendí -cuando se me pasó el enfado- que la ciencia, hace 300 años -después de Descartes, principalmente- empezó a estudiar las cosas en más detalle y que, con el método científico, había que separar. Es verdad que esa idea del todo y la interacción era excesivamente compleja y hubo que separar, lo cual nos ha permitido una especialización maravillosa porque conocemos al cuerpo más que nunca en la historia y, en mi opinión más que cualquier otra forma de medicina. Ahora lo que toca ese conciliar las diferentes partes del cuerpo.

P: Todavía en la medicina actual se sigue tratando todo de manera aislada y el cuerpo se ve como secundario: parece que es más importante cultivar nuestra parte intelectual…

R: Lo que yo vengo defendiendo, o más bien atacando en el libro, es la falta de conocimiento sobre la historia que tenemos de la biología. Yo creo que en general la biología y en concreto el cuerpo humano, es el gran desconocido, no pertenece a la cultura básica. Siempre denuncio que si yo digo que no sé quién es Cervantes, soy la persona más inculta del mundo; pero si alguien dice que no tiene ni idea de cómo funciona el corazón, no pasa nada, porque eso no es cultura. Esto es lo que hay que cambiar. No puede ser que sepamos más de un móvil o de un cohete que de nuestro propio cuerpo. Entonces, luego ya viene otra crítica al mundo académico de la medicina. No puede ser que en las facultades de medicina no estudiemos historia de la medicina; ya no digo que sería un sueño que estudiásemos historia de las medicinas, porque hay más medicinas que la nuestra…

Ya se demostró en el año 2014 que la postura de encorvamiento hace que percibamos más las cosas negativas que las positivas (Nazareth Castellanos, neurocientífica)

P: Imagino que esta conexión mente-cuerpo puede tener un gran impacto en nuestra salud mental…¿podemos usar el cuerpo como palanca para mejorar nuestra salud mental y bienestar psicológico?

R: Lo que nos dice ahora la literatura es que es mucho más fácil llegar a la salud mental o a la psicología a través de las vísceras que a través de la propia psicología. Nos cuesta muchos más dirigir nuestros propios pensamientos e intentar cambiarlos que hacerlo a través del cuerpo. Estamos más pegados a la tierra que al cielo, como decían Galeno y Quevedo. Un ejemplo -hablando desde fuera hacia dentro- es la importancia que tiene la postura sobre la percepción del mundo. Igual que cuando yo estoy mal el cuerpo lo refleja, si mi cuerpo tiene una postura propia de cuando yo estoy mal, el cerebro empieza a activar esos mecanismos. Por ejemplo, el cuidado que demos tener sobre cómo está nuestra cara; el cómo tengo el gesto…¿y por qué ahora se está estudiando esto? Fíjate, en la Universidad de Los Ángeles se está haciendo un estudio de cómo nos está impactando en el estado de ánimo general, sin llegar a casos clínicos, hacer esto: [mira el móvil de cerca y frunce el ceño] y ¿por qué? Porque son pequeños [los móviles] y normalmente tiene una luz que es impactante y normalmente lo miramos hacia abajo. Rara vez hacemos así [pone el móvil a la altura de su cara]. Hacemos así [pone el móvil más abajo y se encorva] entonces, lo que pasa, es que miramos hacia abajo y nos encorvamos. Esto lo ves muy bien en el metro o en el autobús.

P: Y eso tiene un impacto en nuestro cerebro…

R: Ya se demostró en el año 2014 que la postura de encorvamiento hace que percibamos más las cosas negativas que las positivas. Pero luego, además, ponemos así la cara [frunce el ceño] porque normalmente, otra de las cosas que nos está ocurriendo es que nos está fastidiando la visión, pero tengo que hacerlo así [frunce el ceño de nuevo] para focalizar en una cosa muy pequeña, porque estas cosas [los móviles] son muy pequeñas, y leer algo en el móvil me obliga a hacer así [frunce el ceño] y lo que pasa es que estoy poniendo una cara propia de un enfado. Cuando yo arrugo esta parte del ceño, ahí hay una activación directa en el entrecejo con la amígdala (…) Y, a más actividad de la amígdala, más tensión emocional hay. Por tanto, yo, que me paso no sé cuántas horas así, [mirando el móvil encorvada y con el ceño fruncido] ¡imagínate! 

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