Mujeres, la ciencia también es de ustedes

Fuente: alponiente.com | Puedes leer la noticia original aquí.

Hoy quiero decirles a todas las chicas que sueñan con una carrera científica: “Mujeres, la ciencia también es para ustedes”

En mis primeros cursos de mi carrera como físico, escuchaba una y otra vez comentarios de algunos de mis profesores varones tipo “las mujeres no deberían estudiar esta carrera porque les quita la feminidad” o que “eso de los números y la investigación sólo está hecho para que lo estudien los hombres”. Estos comentarios me causaban un profundo repudio hacia quienes los alentaban y los normalizaban, a tal punto que hice una denuncia pública en la plaza central de la universidad condenando, con nombres propios, a los vociferantes que hacían esos comentarios en clases. Con la misma indignación y la concientización de lo que las mujeres son capaces, hoy quiero decirles a todas las chicas que sueñan con una carrera científica: “Mujeres, la ciencia también es para ustedes”.

Desafortunadamente, esta mentalidad necia e injustificada, va más allá de las aulas de clase. Es recurrente encontrar en los libros de pensamiento científico y en los libros de texto una magnánima cantidad de nombres en los campos de la física, las matemáticas, la química y la biología quienes fueron responsables de  los inventos y descubrimientos más resonantes de la historia de la humanidad; lastimosamente, en contadas ocasiones, se hace eco sobre los influyentes legados científicos de las efemérides femeninas y, más grave aún, es la imperante estigmatización que hay en los círculos académicos. Al parecer, el sueño de ser una científica parece ser un vaivén de todo tipo de grotescos calificativos porque se ha normalizado la narrativa de lo que yo denomino “el machismo científico” que ha secuestrado los grupos intelectuales de la modernidad.

Para poner un ejemplo histórico de esto, basta con revisar un poco la cultura general; en textos básicos de astronomía, por ejemplo, es fácil encontrarse con el revolucionario descubrimiento de Hipatia de Alejandría sobre la trayectoria elíptica de la Tierra sobre el Sol, conocimiento que no se tenía hasta el momento y que revolucionó completamente la astrofísica de la época. Sin embargo, entre los círculos académicos le han otorgado el crédito a Tolomeo –otro científico muy importante para la época en la materia-  de hacer una revolución cuando Hipatia ya había concretado sus descubrimientos, antes de ser asesinada por las autoridades religiosas de la época, con mayor exactitud y en menor tiempo.

Pero es claro que el vil barbarie cometida contra Hipatia no significó ni generó resistencia alguna para que la discriminación y el machismo se apoderaran del pensamiento científico moderno. En este contexto, les pregunto ¿sabían ustedes que Mileva Maric, esposa de Albert Einstein, contribuyó significativamente al modelo matemático de la Relatividad General, que contaba con un nivel de matemáticas más avanzado que el célebre Premio Nobel, lo cual llevaría a su esposo a la fama y lo convertiría en el físico más famoso del mundo? Y, bueno ¿quién le da el crédito? ¿en qué libros aparecen sus contribuciones? Con esto me refiero a que, mínimamente, no se le puede hacer exclusiva mención al físico alemán cuando fue su esposa la que contribuyó en gran parte del trabajo por el cual lo destacan.

Como lo anterior, podría quedarme dando innumerables ejemplos de cómo, en reiteradas ocasiones, la historia ha querido invisibilizar las contribuciones de las mujeres en el campo científico, y el número aumentaría más si me refiriera a todo el conocimiento en general. Hoy, frente a la fuerte estigmatización y segregación de los círculos académicos científicos hacia las mujeres, es de suma importancia destacar el papel de las científicas que han contribuido, no solo a las ciencias naturales ya mencionadas, sino a todo el conocimiento en general.

Por suerte, hemos empezado a tomar conciencia de esta situación: hace un año le fue entregado el Premio Abel –el homólogo al “Premio Nobel de Matemáticas” – a una mujer por primera vez, y el mundo fue testigo de cómo una joven de no más de treinta años creó el algoritmo que hizo posible la elaboración de la captura del primer agujero negro. Es retrógrado y absurdo que, en pleno Siglo XXI, se relegue de manera tan descarada los significativos aportes de las mujeres al conocimiento.

Para todas las mujeres que estén leyendo este artículo, indistintamente de la carrera que decidieron estudiar, siéntanse profundamente orgullosas. Cuentan con un aliado para erradicar de una vez por todas el agobiante machismo que se ha apoderado de algunos círculos académicos e intelectuales.

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