
24 mayo 2025
El Papa Leo XIV sigue los pasos de su antecesor, Francisco, de incorporar más mujeres en el Vaticano, nombró a la religiosa italiana, Tiziana Merletti, como secretaria del Dicasterio para los Institutos de Vida Consagrada y las Sociedades de Vida Apostólica.
Sor Merletti, de 66 años, tiene una destacada trayectoria dentro de la vida religiosa y académica, ex Superiora General de las Hermanas Franciscanas de los Pobres, nació el 30 de septiembre de 1959 en Pineto, en el centro de Italia. Inició en la vida religiosa en la década de 1980.
Terminó la licenciatura en Derecho por la Universidad de Teramo en 1984 y más tarde obtuvo un Doctorado en Derecho Canónico en la Universidad Pontificia Lateranense de Roma.
También impartió clases en la Facultad de Derecho Canónico de la Universidad Antonianum de Roma.
Entre 2004 y 2013, ejerció como superiora general de las Hermanas Franciscanas de los Pobres, una congregación dedicada al servicio de los más necesitados.
La consagrada italiana tiene un doctorado en Derecho Canónico y experiencia de gobierno eclesial. Crédito: Unión Internacional de Superioras Generales (UISG)
Un doctorado en Derecho Canónico y experiencia de gobierno eclesial
Pero no es este el único nombramiento, su jefa directa será otra monja, la hermana Simona Brambilla, a quien el Papa Francisco designó en enero como prefecta de este departamento del Vaticano, responsable de todo aquello concerniente al gobierno, disciplina, estudios, bienes, derechos y privilegios de los institutos de vida consagrada.
Con Francisco aumentó liderazgo de las mujeres
Con el Pontífice argentino el liderazgo de las mujeres aumentó significativamente. Según los datos que maneja el Vaticano en su página web la presencia femenina pasó de casi el 19,2 al 23,4 % durante el pontificado de Francisco, que, con la Constitución Apostólica Praedicate Evangelium de 2022, decretó que también los laicos, además de las mujeres, pudieran dirigir un dicasterio y convertirse en prefectas, cargo que antes estaba reservado a cardenales y arzobispos.
Por: Ernestina Herrera
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