Fuente: La Voz de Galicia
6 de mayo 2024
La llegada de la menopausia y toda la revolución emocional que supone es una oportunidad para liberarse de prejuicios y de vivir como queremos: «Es un momento en el que la mujer dice: “Ahora me toca a mí y me voy a dar mi sitio”»
Sylvia de Béjar (1962), experta en Sexualidad Humana y Educación Sexual por la UNED, quiere desmontar los mitos sobre la madurez de las mujeres. Y lo hace con Tu cambio es tuyo, que publica tras el bestseller Tu sexo es tuyo. Se trata de una guía para disfrutar de todo el proceso volcánico que sufren las mujeres a partir de los 50 y que no necesariamente tiene que ser negativo.
—Hay todavía muchos tópicos sobre la madurez de las mujeres…
—Solo nos hablan de los problemas de la menopausia, y nosotras somos bastante más que eso. En ese momento de la vida se te juntan muchas cosas, y no podemos vincularlo todo a una hormona.
—¿Crees que las mujeres no disfrutan de la madurez como deberían?
—Yo creo que la crisis de la mediana edad tiene un premio, que se te quitan muchas tonterías de la cabeza y vas más a lo que necesitas. Pero hay mujeres que están muy educadas en el cuidado del otro y se sienten culpables si rompen los mandatos que nos han dado desde pequeñas. Entonces sí hay esa posibilidad, pero necesitamos hacer el trabajo de ponernos en nuestro sitio.
—¿Cuáles son esos falsos mitos que tienen que ver con la madurez y que no son reales?
—Es muy importante que no creamos que por llegar a cierta edad se nos acaba la vida. Decir esto cuando la vida era muy corta, puedo entenderlo. Pero España es el quinto país más longevo del mundo. Decir que la vida se acaba cuando has llegado a los 45 o a los 50 años es una tontería. Susan Sarandon contaba en una entrevista que lo que más le impresionaba de la mujer europea es que con 40 pensaba que había que cerrar la persiana, mientras que una mujer americana, a los 80, era capaz de aprender japonés. No piensa que igual va a durar solo un año más. Es decir, hay una actitud bastante derrotista que no debe existir. El problema es que tú eres tu propio enemigo, diciéndote que no, que ya no hay nada más para ti.
—¿Hay mujeres que rechazan sus propios cambios naturales?
—Es normal hacer un balance y cuestionarse la vida. Si hemos hecho lo que queríamos, si nos hemos sacrificado mucho… Pero, muchas veces, priorizar los sueños, los deseos, las necesidades de la pareja, de los hijos, de los padres, ser bueno en el trabajo, ser la mejor amiga… cuando analizas todo eso tienes dos maneras de enfocarlo. Puedes pensar: ‘¡Qué horror de vida!’, y no tener fe en lo que aún te queda por vivir. O aprender a relacionarte de una manera más positiva contigo. Por eso, la idea del libro es dar estrategias para lograrlo. La primera y fundamental es parar el piloto automático y pensar en ti misma. Buscar algo que te permita entrar en la ecuación de tu vida.
—¿Y por qué aparece la culpa en esos casos?
—La culpa es el resultado de que crees que te estás saltando las reglas. Y no te das cuenta de que estás incurriendo en un error que te perjudica. En cuanto dices que vas a pensar en ti, ya te sientes culpable, porque es lo que nos han enseñado. Y no te das cuenta de que no eres amable contigo misma, que te fustigas. Bastaría que te trataras como tratas a una buena amiga cuando está mal. En ese caso, no la maltratas, en cambio tú puedes maltratarte constantemente. Ahí es cuando tienes que darle la vuelta a la tortilla, poner límites a los demás y aprender a escuchar tus emociones. Y cuando haces el ejercicio de saber que tienes que ser la protagonista de tu propia vida, estarás mucho más satisfecha. Hay que ser un poco más egoístas. Y ahí te importará un pepino la edad que tengas. La crisis de la mediana edad es la tormenta perfecta para dar el cambiazo a tu vida. ‘Esta eres tú y esta es la vida que vas a llevar’. Si a los demás les parece bien, estupendo; y si no, es su problema. Es un egoísmo sano. Es un momento en el que la mujer dice: «Ahora me toca a mí y me voy a dar mi sitio».
—Hablas de explicarle la menopausia a los hombres en cinco minutos…
—La menopausia es un proceso que puede ser muy largo, aunque hay mujeres que ni se enteran, que esa es otra. Porque todo el mundo está hablando siempre de lo horrible que es, y yo flipo. Hay muy poca gente que lo pase tan mal, y parece que todas lo pasamos fatal. Pero los hombres tendrían que entender un poco lo que le está pasando a su pareja. Entonces, la idea es explicarles en cinco minutos la revolución emocional que supone esta época en la vida de una mujer para que lo entiendan. Porque el hombre también se va a encontrar a una mujer que, de repente, le va a decir: ‘Esto ya no me vale, ya no lo quiero, no me gusta lo que has hecho… ‘. Y, a lo mejor, no está acostumbrado. Entonces, hay que ayudarle un poco.
—¿En términos generales o también sexuales?
—En todos los términos. Porque realmente hay un cambio general, pero también en la parte sexual, que normalmente es la que más les preocupa, si ya no habrá sexo con la menopausia, y no es verdad. Hay unos cambios físicos que la mujer tiene que afrontar, porque su cuerpo se está adaptando y mientras eso sucede, puede haber algunas dificultades. Todas tienen solución. Pero él también tiene que entender lo que está pasando y no exigir cosas que no puede exigir en ese momento. Es más, normalmente, él también tiene una edad en la que, probablemente, esté empezando a tener sus primeras dificultades sexuales. ‘En vez de quejarte sobre lo que le pasa a tu pareja, quizás deberías plantearte también lo que te pasa a ti’.
—¿A qué te refieres cuando hablas del placer sin reglas?
—A no tener la regla, pero también a vivir el sexo sin reglas. Solo con las reglas que te impongas. Uno de los problemas que cuentan las mujeres a menudo es que en la menopausia se pierde sensibilidad y capacidad orgásmica. La libido se resiente, porque donde hay más estrógenos es en los genitales. Date tiempo, pero no tires la toalla. Hay ejercicios, incluso, que al hacerlos potencias nuevas sensaciones. Porque cuando te relacionas con un hombre, las cosas suelen ser siempre iguales. Pero si introduces un ejercicio que trabajas contigo misma, descubres sensaciones que igual no habías tenido antes. Y hay mujeres que te explican que la sexualidad puede ser incluso mejor en esta etapa.
—¿Por qué?
—Por dos cosas. Primero, porque ya no tienen miedo a un embarazo. Eso es importantísimo, porque ya no estás pensando que puede pasar algo de esto, y que tú no quieres. Y luego, porque si tu pareja también empieza a ralentizar sus necesidades, porque ya no tiene las erecciones que tenía antes tan rápidas, muchos hombres aprenden que todo el cuerpo puede tener sensaciones. Porque ellos son muy genitales y nosotras, todo lo contrario. Entonces, cuando ven que sus genitales no reaccionan a la primera, se abren a la experiencia y pueden empezar a sentir en otras partes de su cuerpo, y entender eso de las caricias de las que nosotras hablamos tanto. Si eres una mujer a la que le gusta que el encuentro sea largo y lento, como ahora el hombre ya no responde tan deprisa, puede amoldarse y descubrir que esta nueva forma también está superbién. Son muchas las mujeres que tienen una buena sexualidad a partir de los 50, pero no suelen hablar de ello, porque la gente te mira con reprobación, te mira mal.
—Hablas también de que las mujeres necesitan unos cuidados genitales específicos a partir de cierta edad…
—Sí, porque se produce mucha sequedad por culpa de la pérdida de estrógenos y las dificultades de lubricar. Podemos utilizar productos, pero también podemos hacer ejercicios que son bastante sencillos de hacer para mantener la zona bien irrigada, que es lo que necesitamos. Porque la sequedad hace que duela. Por eso hay mujeres que dicen que no quieren tener sexo, porque basta que la toquen un poco para que ya se irrite. Pero eso no debería pasar. Si nos cuidamos, no pasa. Y si pasa, se puede arreglar. Hay mil maneras de afrontarlo, lo que no podemos es tirar la toalla.
—¿Recomiendas una exploración sexual a solas para saber lo que necesitas?
—Claro, cuando estás con otra persona, lo que solemos hacer es pensar en el otro y siempre se te pueden escapar cosas. En cambio, si lo haces tú sola, piensas en ti misma y descubres cosas, y luego eso lo puedes compartir con la otra persona.