Coromoto Renaud: “La inteligencia artificial puede hacer un poema perfecto pero sin alma”

Con “agua que corre lenta” rompe diez años de silencio editorial esta poeta y socióloga que propone integrar la literatura y la gerencia

Fuente: El Universal
Por Maritza Jiménez
4 de febrero 2024

“La casa es nuestro rincón del mundo”, nos dice Gaston Bachelard. Y para Coromoto Renaud, su casa es “el viento/ las nubes errantes/ el camino hacia la montaña/ la lluvia empozada/ las ramas de una ceiba (…) mi casa no tiene muros/ está hecha de silencios/ habito en ellos”.

Así la leemos en agua que corre lenta, una edición de Oscar Todtmann editores y Banesco Banco Universal que constituye el más reciente poemario de esta poeta y sociólogo, cuyo nombre ocupa desde lugar de privilegio entre las voces femeninas de nuestras letras recientes.

Nacida en Turimiquire, entre Anzoátegui y Monagas, en 1954, la poesía de Coromoto Renaud emerge desde esas memorias de la tierra y la casa original, la infancia, cultivada sin prisas ni ansas prematuras de alcanzar la página.

Primero fue la formación académica y la docencia. Entre 1979 y 1984, los estudios de Sociología en la Universidad Católica Andrés Bello, la especialización en Planificación, el diplomado en Ciencias Sociales en la Escuela de Altos Estudios de París y el doctorado en Sociología del Desarrollo en la Sorbona. Profesora titular de la UCV, investigadora del Cendes y presidenta de la asociación civil Ser Creativo Gestión y Desarrollo Humano.

Pero la poesía estuvo allí desde siempre, en los talleres de la región, las lecturas, los poetas amigos, hasta 1994, cuando da a conocer su primer libro: Azares (1994), seguido, diez años después, de Enero y de Sedimentos (2004), Preguntas a Rilke (2009) y Estaciones (2010), amén de Siete noches, siete poemas, edición conjunta con Ramonetta Gregori y Julieta León.

-¿Cuándo sintió que sería poeta?
-Ser poeta es una aspiración, son palabras mayores, es difícil adjudicarse ese título. Lo dijo Armando Rojas Guardia, ser poeta es distinto a escribir poesía, es algo más que tiene que ver con una manera de estar en el mundo. Estar atento a la vida, saber esperar y metaforizar, dice Rojas Guardia, son tres claves del ser poeta. Digamos humildemente que si lo vemos como un oficio al cual le entregamos lo mejor de nosotros, aceptamos sus exigencias de atención al lenguaje, y lo cultivamos de manera auténtica, estamos en ese camino incesante de búsqueda y espera del poema.

Es a los 20 años, afirma, cuando comienza a escribir y a acumular “intentos de escribir poemas”: “Publiqué más bien tardíamente, a los cuarenta años, mi primer poemario, Azares. No me había planteado publicar. En esa época regresaba de hacer mis estudios de doctorado en París, y aunque vivía en Caracas, me vinculé de manera natural al ambiente literario de Maturín, puesto que allí viví y tenía mis amigos y parte de mi familia. Entonces había muchos jóvenes escribiendo, talleres de poesía, recitales, páginas literarias, invitaciones a poetas reconocidos a compartir con nosotros. En ese ambiente, un grupo de amigos se animó a hacer publicaciones artesanales, prácticamente a mano. Así se nacieron primero Flores de Saúco, de Luis Segundo Renaud, mi hermano, y luego Azares”.

“Creo que dar ese paso fue un salto cuántico”, continúa, “algo así como pasar de aficionado a profesional en el oficio. Tenía muchas dudas acerca de si lo que escribía era poesía, mis poemas eran, y son todavía, de mucha brevedad. Leer a Gustavo Pereira fue para mí como abrir un cauce, ver un camino”.

-“La poesía es memoria”, ha dicho. ¿Habría una contradicción en decir que es emoción?
-No, no hay contradicción, es ambas cosas y muchas más. Yo hablo desde mi experiencia. Digo que es memoria recobrada y transformada por el lenguaje lírico en poemas. Hay algo que emerge de nuestras experiencias más profundas, conscientes o inconscientes, retazos, imágenes, voces de muy distinto origen. Yo intento recobrar esa memoria y honrarla. Para mí la infancia es una fuente inagotable a la que vuelvo siempre porque me conecta con mis raíces, y hacerlo me vincula con lo más profundo de mi ser. Es un tesoro poder nombrar a mis padres, mis hermanos, mis amores, a través de imágenes.

“Al mismo tiempo, la poesía es emoción. La música y la poesía tienen el don de enlazar directamente con la dimensión emotiva de ser humano. Si no trasmite una emoción aun siendo una idea abstracta o filosófica, pasará de largo frente al lector. Solo que, nuevamente, es algo más que emoción, es lenguaje lírico. La emoción puede expresarse de múltiples maneras en lenguaje cotidiano, trasmitimos nuestras emociones todo el tiempo, pero eso no la convierte en poesía. Justamente la poesía arranca la emoción de la cotidianidad, la trasmuta, la eleva”.

“Eugenio Montejo –añade- dijo en un ensayo que la primera tarea de los jóvenes era aprender a sentir. Parece evidente, pero no lo es. Sentir auténticamente al otro es reconocerlo como legítimo otro, y desde allí, sin juicios, reconocerlo de manera empática. Igual ocurre con cada cosa de nuestro entorno más íntimo, cercano o más lejano. Si no somos sensibles, pasaremos al lado de los árboles, los animales, los ríos, el mar, sin mirarlos. Mucho menos los amaremos. Y si es así, ¿cómo brotará la poesía? Podríamos recurrir a la inteligencia artificial, y de hecho algunos ya lo hacen, y pedirle un haikú con un tema, y quizás tenga la estructura perfecta, pero le faltará alma.

-La voz de Coromoto Renaud podemos entreverla en Elizabeth Schön, desde el epígrafe que abre y da título al libro, No eliges/ el abismo, el caos, la nada./ Llegan a ti/ en gua que corre lenta./ para que no te asombre/ la carencia de materia a tu alrededor…, pero también escuchamos ecos de Enriqueta Arvelo.
-En un ensayo, Elizabeth Schön decía que desde pequeña se quedaba absorta en el jardín y pensaba que eso era la poesía, quedarse así contemplando. Su poesía es elevadísima, y me inspira sin pretender por ello ningún atisbo en la mía.

“Como lectora, siempre he atendido dos vertientes: la poesía universal y la venezolana, con sus grandes maestros. Siento devoción por los autores venezolanos apegados a la tierra: Vicente Gerbasi, con su profusión de imágenes prodigiosas; Ramón Palomares y su mundo telúrico, Eugenio Montejo, poeta primordial: un poema suyo puede cambiarte la interpretación de la vida; Enriqueta Arvelo, como bien dice, la voz del llano; Luis Alberto Crespo y sus resolanas, toda su poesía es una resolana”, agrega.

“Tener amigos poetas para mí ha sido un gran privilegio, una gran lección escuchar sus recomendaciones, leerlos, conversar en torno a ello en talleres o encuentros informales. Últimamente he leído a Piedad Bonet, Clara Janés y a Yolanda Pantin, en especial sus últimos tres libros: Lo que hace el tiempoBellas ficciones y Dragón escondido”.

-Háblenos de su propuesta de “buscar nuevas formas de introducir la literatura y la poesía a la gerencia”.
-Es una larga historia que voy a intentar resumir muy brevemente. Aunque la escritura poética se dio primero, estudié Sociología y he dedicado mucho tiempo de investigación a la transformación social o al cambio para una vida sostenible y digna. Me di cuenta de que la ciencia no tiene todas las respuestas, menos aún si la abordamos desde compartimientos que llamamos disciplinas, como nos enseñaron en la Universidad, y comencé a estudiar autores que borran esos límites e integran filosofía, ciencia, arte y espiritualidad. Para nombrar algunos pocos, Edgar Morin precursor del pensamiento complejo; Basarab Nicolescu, físico cuántico, introduce la distinción transdisciplina; Otto Scharmer logra una síntesis en su Teoría U. Así, desde el CENDES- UCV, tengo varias décadas investigando y llevando a la docencia esta integración.

Y prosigue: “Digamos que un gerente o cualquier profesional es un ser humano en la malla del universo, tener conciencia de esto cambia la manera, manualesca, de aplicar métodos en la gerencia en particular y en las ciencias en general”.

“En la literatura encontramos lecciones de cómo las emociones afectan las decisiones y de la complejidad que somos como seres humanos. Leer a Shakespeare puede ser más fructífero que repetir cualquier manual. Por su parte, la poesía nos muestra otra manera de entender. Escuchar a Pablo Neruda sobre la pobreza o la vida de los campesinos de Chile, es distinto a revisar estudios estadísticos. Sin olvidar el sustrato filosófico de la ciencia. En especial en estos momentos de crisis planetaria, guerras, polarización, cambio climático, no podemos entender la vida ni intentar cambios positivos sin integrar las distintas fuentes del conocimiento. Me doy la libertad de intentar esa integración”.

“Una anécdota que me encanta contar: Martha Nussbaum, filósofa, Premio Príncipe de Asturias en Ciencias Sociales 2012 dicta clases de literatura en la Facultad de Derecho de la Universidad de Michigan, con la hipótesis de que estudiar a los clásicos y discernir sobre el bien contribuye a tener mejor ‘juicio’ y decisiones”.

-¿Qué puede decirnos de agua que corre lenta?
-Este libro, de alguna manera ha acompañado esa búsqueda. No lo puedo explicar bien. Me ocurre que se me da más fácil escribir un poema que un ensayo o un artículo científico, con tantas normas. En ese sentido, la poesía es el reino de la libertad, bien lo dijo María Zambrano. Tenía una década sin publicar por diversas razones y el año pasado comencé a acariciar la idea de hacerlo y me di la tarea de revisar y decantar lo que había escrito, hasta que surgió el libro.

“La verdad -prosigue-, prefiero invitar a leer el libro que hablar de él, de manera gratuita se puede conseguir en la Biblioteca Digital de Banesco Banco Universal, institución a la cual le agradezco el auspicio, y en la Sala de la Poeteca de Caracas”.

-Una pregunta final: ¿qué ha sido para usted la poesía?
-Esta es la pregunta más difícil de responder. En el libro digo que la poesía es un “claro para la vida”, una manera de ver, entender y decir. La palabra tiene el poder de crear un mundo que antes no existía, eso me parece fascinante: poder crear semillas de belleza y bondad en medio del caos o la precariedad. La poesía es asombro ante la maravilla de la vida en todas sus dimensiones. Es revelación. Ya he dicho que me ha ocurrido al leer a Eugenio Montejo, y otros: Rafael Cadenas, Antonio Gamóneda, Eugenio de Andrade. La poesía es infinita, está viva, fluye, es un misterio.
@weykapu

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