El dolor intenso del aborto farmacológico

Fuente: EFE
Por Gregorio del Rosario
27 de febrero 2024

Hacia esta misma tesis apuntó un estudio italiano de finales de 2022, en el que colaboraron tanto la Unidad Operativa de Ginecología y Fisiopatología de la Reproducción Humana del Policlínico S. Orsola Hospital Malpighi como el Departamento de Obstetricia y Ginecología del Hospital Maggiore Azienda USL de Bolonia.

En la investigación participaron 242 pacientes, mujeres que estaban en el primer trimestre del embarazo, y todas se sometieron a un aborto farmacológico a base de los medicamentos mifepristona y misoprostol.

Se requirió para el mismo cumplimentar cuestionarios para establecer el nivel de ansiedad antes del tratamiento abortivo. A todas se les administró ibuprofeno con fines analgésicos y morfina oral a quien lo solicitara.

Seis horas después de la dosis de misoprostol, todas las mujeres tuvieron que indicar la intensidad del dolor experimentado duante el procedimiento. Se ayudaron para tal fin de la escala visuoanalógica (EVA).

Las mujeres que habían solicitado morfina oral (alivio del dolor moderado o intenso) valoraron su aflicción antes de poder tomar el medicamento reconfortante.

“El 38 % de todas ellas sufrieron un dolor inteso, no fuerte, sino intenso, durante el proceso del aborto farmacológico”, destaca la Dra. Carmen Sala, tocoginecóloga de la Clínica Gine-3 de Barcelona y experta en calidad de vida de la mujer.

“Y tengo otra reflexión que ofrecer: no todas las mujeres menores de edad que deciden interrumpir libremente su embarazo están acompañadas de una persona adulta durante las diferentes fases intensamente dolorosas del aborto farmacológico”

¿En qué consiste un aborto farmacológico?

La medicación que se facilita a la mujer para conseguir el aborto farmacológico consiste en dos productos: el antiprogestágeno

mifepristona (vía oral, bucal o vaginal) y el misoprostol, análogo de prostaglandina.

La mifepristona bloquea la implantación del óvulo fecundado en el endometrio, que llega tres o cuatro días después de la fertilización al útero desde las trompas de Falopio, o impide que se desarrolle adecuadamente el embrión (hasta la novena semana de gestación).

La hormona progesterona actúa sobre el endometrio para que este recubrimiento interior del útero se engrose y reciba al óvulo fecundado con toda su plenitud.

Además, la mifepristona aumenta la sensibilidad uterina a las prostaglandinas y ayuda a madurar el cuello uterino.

A las 24-48 horas de la toma de la mifepristona, estas mujeres embarazadas, ya en su casa, deben administrarse el fármaco misoprostol.

El misoprostol provocará las contracciones del útero, la apertura del cuello uterino (cérvix) y la expulsión del embrión, dándose por finalizada la gestación.

La tasa de eficacia de este tratamiento farmacológico dual en este periodo se estima entre un 94-98 %.

El éxito del procedimiento consiste en la expulsión completa del saco gestacional; por lo tanto, no se requerirá otro tratamiento posterior.

Si no se consigue el objetivo, tras una revisión ecográficas pasadas dos semanas, se podrá realizar otro tratamiento abortivo, como un legrado uterino por succión (limpiar el interior del útero durante el primer trimestre del embarazo).

Según se indica en la guía sobre IVE farmacológico del Ministerio de Sanidad de España, la mifepristona no suele generar efectos secundarios, pero puede provocar mareos, náuseas, vómitos, diarrea, cefalea, fatiga y taquicardia.

Con el misoprostol la mayoría de los efectos secundarios aparecerán a las cuatro o seis horas de la dosis del tratamiento.

En el 70 % de los casos, el sangrado es superior al de la menstruación. La hemorragia vaginal disminuirá progresivamente durante las dos semanas posteriores al aborto.

El dolor abdominal se genera por el proceso abortivo y el efecto de las prostaglandinas: 33 % de casos será como el de una mnestruación y en un porcentaje superior será intenso, con las características de una dismenorrea importante.

Excepcionalmente, indica la guía ministerial, el aborto farmacológico será muy doloroso.

También será posible sufrir diarrea, naúseas, vómitos, escalofríos, febrícula o fiebre, exantema (cambio de color y textura) y prurito en plantas de los pies y palmas de las manos.

Por supuesto, existen posibles complicaciones y contraindicaciones, por lo que únicamente pueden prescribir estos fármacos el personal médico habilitado.

Cabe destacar que en 2020, en España, alrededor del 24 % de las interrupciones voluntarias del embarazo (IVE) se llevaron a cabo mediante fármaco, de las que más de un 89 % se desarrollaron en las primeras ocho semanas de gestación, según datos del Ministerio de Sanidad.

En este sentido, el 70,62 % de las IVE farmacológicas notificadas se realizaron en centros sanitarios extrahospitalarios (65,38 % en centros privados y 5,24 % en públicos).

El otro 29,37 % se practicaron en centros hospitalarios (28,57 % privados y el 0,8 % en publicos).

El aborto en España

La Ley Orgánica 1/2023, de 28 de febrero, establece la obligación de las administraciones públicas sanitarias de garantizar la prestación de la interrupción voluntaria del embarazo en los centros hospitalarios de acuerdo con criterios de gratuidad, accesibilidad y proximidad, estableciendo los dispositivos y recursos humanos suficientes para la garantía de este derecho de la mujer.

Las mujeres podrán interrumpir voluntariamente su embarazo a partir de los 16 años sin necesidad del consentimientos de sus representantes legales dentro de las primeras catorce semanas de gestación; hasta la semana nueve en el caso del método farmacológico.

En España y en el año 2022 se notificaron 98.316 interrupciones voluntarias del embarazo (IVE): 73,04 % de ocho o menos semanas de gestación; 21,90 % de nueve a catorce semanas; 4,88 % de 15 a 22 semanas y 0,18 % con veintitrés o más.

Un 91,23 % a petición de la mujer; un 5,66 % por grave riesgo para la vida o la salud de la embarazada; un 2,80 % motivadas por un riesgo de graves anomalías en el feto; y un 0,31 % de las IVE por anomalías fetales incompatibles con la vida o enfermedad extremadamente grave e incurable.

“Quiero añadir que l@s médic@s debemos garantizar el derecho a las mujeres a interrumpir el embarazo de la forma más cómoda posible, evitando el dolor al máximo posible en todos los sentidos”, subraya la ginecóloga catalana.

“Es crucial poner el foco en la identificación de las mujeres con riesgo de dolor intenso para mejorar su atención y tratamiento, convirtiendo el aborto farmacológico en una alternativa mucho más aceptable que el aborto quirúrgico”, concluye la Dra. Carmen Sala Salmerón.

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