Fuente: Emisora Costa del Sol 93.1 FM
26 de julio 2024
Tomo prestado el título de uno de los libros de la autobiografía de Sir Winston Churchill. (3 tomos, si mal no recuerdo) Llegó el momento definitivo para Venezuela: se cierne la tormenta, sobre nuestro amado y golpeado país. Cada quien debe afrontar con hidalguía, serenidad y valor, la situación para la que nos hemos preparado desde el 22 de octubre, con las primarias, donde María Corina Machado salió victoriosa por amplio margen frente a los que se atrevieron a competir, no fueron elegidos y aceptaron la necesidad de unidad, para salir de este terrible entuerto en el que nos encontramos. Pido a Dios Todopoderoso que nos ayude para que, una vez con el triunfo en la mano, sepamos ir por el camino de la equidad, la justicia y la tolerancia, sin voltear a mirar los actos terribles ocurridos por 26 años y durante la precipitada campaña electoral. Recuerdo, una vez más: lo peor que puede pasar, es que nos transformemos en ellos. La revancha no es justicia. La venganza tampoco. En estos largos años, de violencia y arbitrariedades, de ser una señora de mediana edad, pasé a ser anciana. He tenido la suerte de conservar la memoria con bastante fidelidad. Recuerdo claramente, los días siguientes a la caída de dictador Marcos Pérez Jiménez. (23/01/1958) Recuerdo, con claridad, al pueblo enardecido frente a la Seguridad Nacional(SN), quedaba un poco más allá de la Escuela Experimental Venezuela, donde está la Avenida México. Si no me equivoco, en el terreno que hoy ocupa el hotel Alba Caracas, hacia la zona del estacionamiento. Se supo que el Dictador había huido, en plena madrugada. La juventud universitaria y de los liceos de Caracas se fueron a las puertas de la tenebrosa SN, a lograr la liberación de los presos y a apresar a los esbirros y torturadores que habían hecho de las suyas durante la dictadura: La SN y la Cárcel del Obispo en Caracas; El Dorado, la Isla del Burro y Guasina, en el interior del país. Allí fueron a parar muchos de los líderes y militantes reconocidos, secuestrados y torturados por la Dictadura. Fuimos hasta allá y desde el carro de mi mamá, veíamos los sucesos. Estuvimos un rato, lo que ella consideró conveniente. Después a nuestra casa. Escuchamos las noticias por radio y la incipiente televisión. Algunos torturadores intentaron escapar, fueron reconocidos por el pueblo enfurecido, y sufrieron las consecuencias. Otros permanecieron a resguardo y fueron juzgados por los tribunales, recibiendo condenas por varios años. (Testimonio de lo que narro es el libro de José Vicente Abreu, “Se llamaba SN”) La vida me pone en situación parecida: el final de un ciclo más largo, más tenebroso y devastador, sin lugar a dudas.
Los venezolanos hemos sido gente buena y amable. Fuimos receptores de miles de migrantes a lo largo del siglo XX, manifestando comprensión y amabilidad. Lo más terrible de nuestra historia, en el siglo XX, fue el llamado “Caracazo”. Conocemos la verdadera historia de ese suceso. ¿Espontaneo? Nada de eso. Planificado por el Dictador de Cuba, con la anuencia de ciertos partidos políticos de la izquierda venezolana y en “conchupancia” con líderes, derrotados siempre. Estupefacta oí al candidato del oficialismo: amenazó con una situación parecida. Veremos, ¿cubanos y colombianos traídos volverán a hacer lo mismo que en 1989? En aquel tiempo, caímos por inocentes, sin ser la fecha, del presidente Pérez para abajo. No más. Se cayó la máscara: son terroristas infiltrados y dispuestos a lo peor.
Países que sentíamos como hermanos, consecuencia de la fracasada ideología comunista, ahora nos vemos con recelo y nunca dispuestos a ayudarnos. Algunos, nos odian y nosotros a ellos, también. ¡Que triste! La “solidaridad y el internacionalismo proletario”, la “ayuda socialista” transforma en parásitos a los pueblos en resentidos. Tal su creador. Se trata de extorsionar y manipular a los que todavía, confían en ellos. Siguen creyendo en los disparates del pobre Marx. Si el “pobre Marx”, fue siempre un mantenido, sin ningún tipo de prosperidad, siendo judío; (ver: “El señor Marx no está en casa” de Ibsen Martínez.) Equivocaciones que se arrastran de un siglo a otro, para desgracia de los pueblos. Marx fue un resentido social. A pesar de eso, no se le debe atribuir la totalidad de la disparatada política surgida en su nombre. Ante el fracaso de la Unión Soviética, los países de la órbita, desecharon el comunismo. Izquierdistas radicales, debieron, darse cuenta de que, la doctrina era inaplicable y por lo tanto un fracaso. China, cambió en silencio. Dejó la ruta del socialismo y se volvió capitalista salvaje. Así logró su desarrollo. El resentimiento sigue en el alma de los dirigentes cubanos, particularmente, también los nicaragüenses. Avergüenza, darse cuenta del atraso ideológico-político, demostrado por los líderes. ¿Para qué hablar de los de Venezuela? Recurren a la retórica de: “no lo supieron aplicar”. Otros, “los dirigentes no estuvieron a la altura de los pueblos”, “el bloqueo imperial no nos deja crecer”. ¿No será hora de que piensen, reflexionen, asuman la verdad? ¡Dios mío que de auto engaños y mentiras! Estamos frente a un reto mayúsculo: devolver la democracia en paz a Venezuela y hacer justicia, como debe ser. Nada de revanchas, menos venganza. No se trata de quítate tu, para ponerme yo. Es la búsqueda de la equidad y la serenidad: establecer las reglas del juego democrático con valentía y seguridad. Aceptar qué, en las derrotas cuantiosas, como la que seguramente se dará, hay que estar en calma: somos vencedores. No vencidos, seremos los fuertes.
¡Dios nos ayude!