24 de septiembre 2024
En un mundo donde a menudo nos sentimos abrumados por divisiones, injusticias e innumerables desafíos, puede parecer extraño pensar que hacer el bien nos puede conducir a la felicidad, pero la verdad es que esto es posible.
Numerosos estudios en Neurociencia Afectiva y Psicología Positiva han demostrado que no existe una única fórmula para la felicidad, sino múltiples caminos que podemos explorar. En consecuencia, al enfocarnos en hacer el bien, no solo mejoramos nuestras vidas, sino también las de quienes nos rodean.
Cuando dejamos de centrarnos únicamente en nosotros mismos y comenzamos a utilizar nuestras virtudes y fortalezas para ayudar a otras personas, nuestra capacidad socioemocional sin duda se expande.
Es importante recordar que hacer el bien va más allá de simplemente realizar actos de bondad. Se trata de hacerlo con intención, dedicación y un profundo sentido de responsabilidad. Como dice el refrán popular: “Haz el bien sin mirar a quién”. Esto nos recuerda que la verdadera esencia de ayudar radica en actuar desinteresadamente, sin esperar nada a cambio.
Pudiéramos comenzar por recordar que incluso las palabras más simples pueden ser un acto de apoyo. Un “estoy aquí para ti” o un “tú puedes” pueden marcar la diferencia en la vida de alguien que atraviesa momentos difíciles.
Igualmente es importante desarrollar aún más nuestra capacidad de empatía, no sólo para comprender a los demás, sino también para crear conexiones auténticas. Para ello es fundamental escuchar sin interrumpir, con una mente abierta, sin prejuicios y mostrando interés genuino en lo que nos están diciendo, demostrando así que realmente nos importa lo que sienten.
Es importante evitar convertirnos en “expertos” que solo dan consejos cuando ni siquiera nos los piden; en su lugar, debemos esforzarnos por sentir lo que ellos sienten. Del mismo modo es valioso reconocer y celebrar las cualidades y logros de los demás, ya que esto no solo fomenta sus capacidades, sino que también muestra nuestro verdadero interés por ellos. Al practicar la empatía, no solo aprendemos a ver el mundo desde la perspectiva de otra persona, sino que también descubrimos nuestro propio poder para hacer una diferencia positiva en sus vidas.
Sumando a lo anterior, es necesario procurar actuar siempre con compasión y fomentar un ambiente de colaboración en cualquier espacio donde nos desenvolvamos, porque de esta manera se puede crear una red de apoyo que multiplica el impacto de nuestras buenas acciones y podemos quizás abordar problemas más grandes y complejos.
Es importante también, que sigamos comprometidos con nuestro propio desarrollo personal y emocional y en forma consciente procuremos integrar valores como la generosidad y la solidaridad en nuestra vida cotidiana, porque de esta manera estaremos adquiriendo herramientas para ser más amables y bondadosos con las personas con las que nos relacionamos.
Comencemos entonces a hacer el bien como un hábito y observemos que ésto no solo beneficia a quienes reciben nuestra ayuda; sino que también transforma nuestras vidas al proporcionar un sentido renovado de significado, haciendo florecer nuestra propia felicidad en el proceso.
En estos días no hay que ser especialmente observador para notar que la necesidad de apoyo es más relevante que nunca, por eso te animo a ayudar, no solo en forma individual a alguien que lo necesite, sino también incorporandote de ser posible, al trabajo voluntario de la causa social que más te interese, visto que eso es una poderosa herramienta para contribuir con luchas justas y transformar realidades.
El voluntariado puede adoptar muchas formas: desde ayudar en un comedor comunitario, recolectar ropa y/o alimentos, cuidar el medio ambiente, protección de animales, defender derechos humanos, participar en campañas de sensibilización o dedicar tiempo a enseñar habilidades a niños, jóvenes o adultos mayores.
Todos tenemos una experiencia de vida y sabiduría natural que son un tesoro invaluable y en estos momentos involucrarse en actividades solidarias, es un imperativo vital. Hacer el bien es una elección que nos transforma positivamente a nosotros mismos y a nuestro entorno, y vaya que como sociedad lo necesitamos.
“La mejor manera de encontrarse a sí mismo es perderse al servicio de los demás.” Mahatma Gandhi
Dianaly Muñoz: Abogada. Directora del Centro de Asesoría Legal Padre Olaso. Profesional con un gran sentido de la justicia, alto nivel de experiencia en materia procesal, hidrocarburos, Derechos Humanos de las mujeres y equidad de género y un verdadero interés por asesorar y orientar a particulares para la solución de problemas legales así como su acompañamiento en trámites ante instituciones públicas o privadas, habilidades para redacción de documentos y recopilación de documentación e información.
Excelente tema. El hacer el bien es un principio bíblico. El ayudar a otros sin juzgar y sin hacer juicios de valor, ayuda en nuestro crecimiento personal. Y a su vez las personas reciben una bendición.
Excelente artículo! Vinimos a este mundo a dar lo mejor de nosotros y ayudar a quien lo necesite!