
Fuente: EFE
Por: Cristina Bazán
30 de septiembre 2024
Mujeres heterosexuales, lesbianas, bisexuales, trans, pansexuales, con discapacidad, solteras, casadas, con pareja, jóvenes, adultas y de cada rincón del mundo cuentan a la actriz Gillian Anderson sus más secretas e íntimas fantasías sexuales, que ella recoge en su libro Quiero, una poderosa obra que muestra lo que sienten y piensan las mujeres sobre el sexo cuando no tienen miedo a ser juzgadas, que acaba de salir a la calle.
“El libro que tienes entre manos comenzó como una invitación dirigida a mujeres de todo el globo. ‘Querida Gillian’ fue una llamada a las mujeres para que compartiesen esas fantasías, pensamientos y sensaciones sexuales que tantas de nosotras atesoramos en la cabeza, pero de las que raras veces hablamos”, explica en el prólogo del libro (Temas de hoy) la gran actriz estadounidense , quien interpreta a una terapeuta sexual en la serie Sex Education.
Fue precisamente por el éxito que tuvo su personaje lo que hizo que constantemente los editores la buscaran para que escribiera algo sobre sexualidad, pero no lo tuvo claro hasta que su agente literaria le propuso hacer una edición actualizada de Mi jardín secreto (1973), el clásico de Nancy Friday en el que recopiló fantasías sexuales anónimas de mujeres en una época en la que admitir que ellas fantaseaban con alguien que no fuera su marido era tabú.
“Durante los cincuenta años transcurridos desde la primera edición de Mi jardín secreto, nuestras relaciones sociales y sexuales han cambiado mucho. ¿Han variado también los deseos internos más profundos de las mujeres? Como mujer que soy, con una vida sexual y unas fantasías propias, sentía curiosidad por saber en qué sentido se parecían o diferían las fantasías de un grupo diverso de mujeres con respecto a las mías”, explica.
“Quiero”, de Gillian Anderson
Con el norte claro, Anderson se puso manos a la obra, hizo una convocatoria en redes sociales y recibió 1.118 cartas, de las que sólo utilizó 174 en el libro por cuestiones de extensión. Sin embargo, con las historias elegidas aborda la mayor cantidad de realidades, incluida la suya propia, y muestra que el deseo femenino es una cuestión fundamental para el bienestar de las mujeres.
“Leer las cartas me sirvió para mucho más que echar un simple vistazo a los mundos sexuales imaginarios de las mujeres; también me permitió ver en qué circunstancias entran en juego las fantasías”, señala en el el volumen Andersson, ganadora de Globos de Oro y otros destacados reconocimientos.
Para muchas mujeres, cuenta en el libro, las fantasías desempeñan un papel vital como vía de escape, son un descanso frente a las presiones y a las exigencias del trabajo, y de la maternidad, de lo mundano de la vida cotidiana.
Una de esas mujeres, por ejemplo, le cuenta que reconstruye fantasías sexuales porque no tiene mucho sexo con su marido, situación que se ha ido agudizando en el transcurso de los 13 años que llevan juntos. Otras sienten vergüenza por tener esas fantasías, sentimiento influenciado por la fuerte educación religiosa y han visto a la escritura como un camino de alivio.
Pero también hay quienes se sienten felices con sus cuerpos e imaginarse en otros contextos les crea placer, o quienes utilizan ese espacio para reivindicar, por ejemplo, que haya más diversidad en el cine y que haya personas con discapacidad en las escenas sexuales en las películas o series.
Fantasías sexuales y la libertad
Tras leer las cartas, Anderson se pudo dar cuenta de que, en su mayoría, las temáticas giraban en torno a ser totalmente libres, espontáneas y salvajes, actitudes que se esconden detrás de los estereotipos y los tabúes de la sociedad patriarcal que han pasado de generación en generación.
“En cierto modo, es irritante que esta carta en concreto pueda parecer escrita hace cincuenta años por y dirigida a Nancy Friday. La vida de las mujeres no ha cambiado nada en algunos aspectos. Para algunas, las fantasías sexuales”, señala.
“Tengo la sensación de que fantasear me aporta el deseo de vivir”, dice una de las mujeres en su carta.
La actriz afirma que el poder de todas las fantasías sexuales intencionadas yace en que las mujeres son las autoras de esas historias. “Nuestra es la voluntad y nuestro es el control de la acción: quién hace qué, a quién y cómo, hasta el más mínimo detalle elaborado, exquisito y erótico. Podemos elegir hacer lo que queramos con quien queramos, con la cantidad de gente que queramos y cuando quedamos, sin miedo, juicios sociales y consecuencias”.
Escenarios que pocas veces se dan en las relaciones sexuales, especialmente en las heterosexuales, en donde históricamente las mujeres han sido relegadas a satisfacer las fantasías de los hombres y pocas veces las de ellas mismas.
“La liberación sexual de las mujeres ha de significar libertad para disfrutar del sexo a nuestra manera, para decir lo que queremos, no lo que nos vemos presionadas a querer ni lo que creemos que se espera que queramos. Algo es seguro: la fantasía sexual sigue desempeñando un papel vital y sano en nuestra vida como mujeres y personas queers. Y todas tenemos el poder de conseguir lo que de verdad, de verdad, queremos. El poder decir: Esto es lo que quiero”, concluye.