La igualdad de género en la agricultura acabaría con el hambre de millones de personas

Verónica Contreras, agricultora chilena que creó el primer banco comunal de su zona con el apoyo de de la Fundación Microfinanzas BBVA. Foto: Cortesía.

Fuente: EFE
4 de octubre 2024

La igualdad de género entre hombres y mujeres provocaría un crecimiento económico sin precedentes, coinciden organismos internacionales como el Banco Mundial, el Fondo Monetario Internacional y las diversas agencias de las Naciones Unidas, pero en determinados sectores, como en el de la agricultura, también contribuiría a reducir el hambre para millones de personas.

Las mujeres rurales representan un tercio de la población del planeta y el 43 % de la mano de obra agrícola, según ONU Mujeres. Sin embargo, menos del 15 % de las personas propietarias de tierras en todo el mundo son mujeres. Una desigualdad que también se da en el sector primario español que sigue siendo principalmente masculino: la mayor parte de los empresarios rurales son hombres, un 68 % frente a un 32 % de mujeres, según datos del Ministerio de Agricultura y Pesca.

Estas cifras son las que intentan cambiar mujeres como la española María Ángeles Díez y la chilena Verónica Contreras, dos emprendedoras de la agricultura y ganadería que luchan cada día para sacar adelante sus negocios, dan empleo a otras personas y mueven la economía de sus comunidades.

Ambas han contado sus experiencias de vida en un acto organizado por el Instituto Interamericano de Cooperación para la Agricultura (IICA) y la Fundación Microfinanzas BBVA, celebrado en Madrid con motivo del Día Internacional de la mujer rural, que se conmemora cada 15 de octubre.

En el acto también participaron representantes de las principales asociaciones de mujeres rurales, como la Federación de Asociaciones de Mujeres Rurales (FADEMUR) y la Confederación de Federaciones y Asociaciones de Familias y Mujeres del Medio Rural (AFAMMER)

La igualdad de género en la Agricultura

Pese a la importancia que revisten los sistemas agroalimentarios para los medios de vida de las mujeres y el bienestar de sus familias, ellas tienden a desempeñar funciones que se consideran secundarias y a tener peores condiciones laborales que las de los hombres: irregulares, informales, a tiempo parcial, de escasa cualificación, laboriosas y, por lo tanto, precarias, explica la Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura (FAO, por sus siglas en inglés) en un reciente informe.

La carga de cuidados no remunerados, que en el área rural suele ser mayor, sigue jugando un papel importantísimo en esta situación, ya que limita las oportunidades de las mujeres de acceder a educación y, por ende, a un mejor empleo.

Si se cerrara la brecha de género en la productividad agrícola y se suprimiera la diferencia salarial existente en los sistemas agroalimentarios, dice la FAO, el producto interno bruto mundial aumentaría un 1%, lo que representa casi un billón de dólares.

Además, la inseguridad alimentaria mundial también se reduciría en alrededor de dos puntos porcentuales, y eliminaría el hambre que sufren 45 millones de personas.

En España, hay cinco millones de mujeres rurales y las cifras que dan cuenta de la realidad desigual no varían mucho de las mundiales. La tasa de empleo femenina en el medio rural español es del 51,6 % y la masculina del 60,6 %. Y es el segundo país europeo con la mayor tasa de desempleo femenino rural: con 2,7 puntos frente a los 1.1 puntos de la tasa de paro femenino que se registran en las zonas rurales del resto de Europa.

La lucha de Verónica y María de los Ángeles

Verónica Contreras procede de una familia de agricultores. Nació en el Valle del Limarí, en la región chilena de Coquimbo, donde ha pasado toda su vida y sus primeros recuerdos son debajo de una mata de lechuga y nadando en el río.

“Mi vida siempre ha girado en torno a la naturaleza. Eso me mantiene joven y me permite ser libre”, señala. De su ascendencia indígena ha heredado su arraigo a la tierra y la energía para trabajarla.

Al igual que su madre, durante muchos años trabajó como temporera para empresas exportadoras hasta que decidió emprender y adquirió su propia plantación para poder conciliar y atender a sus hijos pequeños. Fue entonces cuando conoció a Fondo Esperanza, entidad de la Fundación Microfinanzas BBVA, y se animó a crear el primer banco comunal de su zona, al que ha llamado Las Socias Renacen al Futuro.

Por medio de este banco, emprendedoras de la zona tienen la oportunidad de solicitar un crédito individual y aceptan ser coaval solidario de las demás. El grupo nombra una directiva para llevar la gestión y un asesor de la entidad les visita periódicamente para darles capacitaciones en gestión de sus negocios. Este sistema comunal permite generar redes de apoyo y colaboraciones entre los negocios de las integrantes.

María Ángeles Díez, en cambio, nació en El Pedregal, municipio asturiano del concejo de Tineo, en 1963. En el pueblo Ordial de la Barca se dedica a la cría de ganado vacuno y porcino desde hace 20 años.

Su padre enfermó hace 9 años y se hizo cargo de su explotación de vacas asturianas de los valles. Ahora dirige, junto a su marido, dos ganaderías.

Díez cree que ésta es una actividad que en España sigue estando muy masculinizada, aunque va cambiando poco a poco.

“Al principio me tuve que imponer porque la gente llegaba a la granja y al verme me preguntaba ¿dónde está el dueño?. Y yo decía: ¿ cómo que dónde está el dueño? La dueña soy yo”, explica.

Actualmente comparte su tiempo con otras mujeres rurales de la zona con las que habla de su día a día e intercambia experiencias y preocupaciones. Sin embargo, asegura que aún queda mucho por hacer para acabar con las desigualdades.

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