Fuente: En Femenino
Por Román Charpentier
20 de octubre 2023
Aunque esta etapa suele presentarse entre los 45 y los 55 años, hay mujeres que la viven de manera precoz, y un tratamiento oportuno es clave para reducir los síntomas.
Cambios de estado de ánimo, sudores nocturnos e irregularidades en el ciclo menstrual, son algunas señales de la menopausia que la mayoría de las mujeres sufrirán en algún punto de su vida. No obstante, el tratar los síntomas de esta condición sigue siendo en un tema tabú, sobre todo entre las mujeres con menopausia prematura, o fallo ovárico precoz, como también se le conoce.
La ginecóloga Natalia Camaño González explica: “Las mujeres a día de hoy pasan más de la mitad de su vida en menopausia, esta etapa representa la transición entre el período fértil y la vejez. A pesar de no ser una enfermedad, provoca, en la mayoría de las mujeres, síntomas molestos que alteran la dinámica social y laboral”.
En España, aproximadamente el 1% de las mujeres menores de 40 años sufren de menopausia precoz, la cual es causada por los ovarios que no liberan óvulos regularmente y ya no producen hormonas reproductivas en concentraciones pre menopáusicas habituales. Esta condición puede tratarse a través de la terapia hormonal, que a su vez podría ayudar a prevenir enfermedades cardiovasculares, la osteoporosis, y algunas otras.
Síntomas comunes de la premenopausia
Las señales del comienzo de la menopausia podrían empezar a manifestarse incluso años antes de que este cambio ocurra, soliendo ser entre los 45 y 55 años en casi todas las mujeres. “Es característico que el primer síntoma en la mujer durante la premenopausia suelen ser las irregularidades en el ciclo menstrual, como los ciclos más cortos, aumento de duración de su menstruación o reglas de mayor cuantía” explica la ginecóloga Camaño. “Debemos diferenciar el concepto de menopausia y el síndrome climatérico. Los signos y síntomas que se le atribuyen a los cambios hormonales que suceden durante esta época ya pueden aparecer 4-6 años antes durante la perimenopausia o en la transición a la menopausia”, reitera en su comunicado.
Las sudoraciones nocturnas y los sofocos son los síntomas más frecuentes, afectando hasta un 80% de las mujeres, y un aproximado del 20% de las mujeres experimentan estos síntomas por más de 5 años, pero de acuerdo a la experta, son fácilmente tratables. Otras señales incluyen la disminución de la libido y los problemas con el ciclo de sueño, además de posiblemente producirse un aumento de grasa corporal y el incremento a la susceptibilidad de padecer osteoporosis. Finalmente, otros síntomas son la sequedad vulvo-vaginal, dispareunia, la atrofia, el aumento de las infecciones urinarias, urgencia y frecuencia urinaria.
La preparación para recibir la menopausia sigue siendo tema tabú
La ginecóloga explica que una de las preguntas más frecuentes en sus consultas es el cómo prepararse para la menopausia, y es una pregunta común porque “temen a todos los síntomas que pueden aparecer y que pueden disminuir su calidad de vida, y les da miedo comentarlo con la gente de su alrededor”.
Camaño agrega al respecto: “Las mujeres menopáusicas y postmenopáusicas tienen miedo a comentar que tienen sintomatología y ya no solo por sofocos, sino por la sequedad vaginal y el dolor con las relaciones, lo cual empeora sus relaciones sexuales y por tanto lo consideran como un tema tabú y que no consultan por ello” Según ella, la mejor forma de afrontar esta etapa es por medio de “presentar unos buenos hábitos de ejercicio, alimentación y salud previo a la menopausia“, y esto incluye ejercicios de fuerza que previenen la osteoporosis y mantienen los músculos fuertes. “El ejercicio físico también va a aumentar los niveles de serotonina, dopamina y endorfinas y va a producir una mejoría de las alteraciones del ánimo, produciendo felicidad y disminuyendo dolores” enfatiza.
En cuestión alimentaria, una dieta cardio saludable ayuda significativamente a la prevención de enfermedades, la cual puede incluir productos ricos en calcio como legumbres, vegetales, lácteos, frutos secos, pescados, semillas de lino o chía, nueces, así como la ingesta de fuentes de omega-3.