La razón por la que las mujeres no piden lo que necesitan en una relación, según los expertos

Las mujeres, en muchas ocasiones, no decimos lo que sentimos y esto puede ocasionar ciertos problemas en las relaciones sentimentales. Los psicólogos nos dan las claves sobre el motivo por el que esto sucede.

Fuente: Mujer.es
Por Marita Alonso
24 de noviembre 2023

Supongo que por defecto profesional, o por defecto, a secas, soy capaz de estar viendo una película de terror y en lugar de fijarme en la sangre, y lejos de escandalizarme ante cualquier susto o atrocidad, termino por fijarme en lo que realmente me aterra: lo que ocurre en las relaciones de pareja tóxicas. Eso fue lo que me pasó al ver Midsommar, cuya protagonista, que acaba de perder a sus padres y a su hermana, se esfuerza por fingir estar bien y le permite a su novio todo tipo de comportamientos deleznables con tal de no molestarle, erigiéndose así como un nuevo ejemplo de cómo las mujeres tememos en tantas ocasiones decir lo que sentimos o pensamos para que el otro no se incomode. Sí: volvemos a encontrarnos ante el “calladita estás más guapa”, aunque está vez, inserto en el espectro sentimental.

Nos hemos acostumbrado tanto a que los términos “mandona” e “hiper exigente” sean empleados para juzgar nuestra actitud tanto en el trabajo como en la vida que, en ocasiones, con el paso del tiempo, terminamos por guardar silencio y por dejar de solicitar y exigir determinadas cosas. Esta idea se hace extensible a las relaciones, algo que hace que muchas mujeres prefieran no pedir tanto de sus citas o de sus intereses románticos para generar así la imagen de una figura deseable que es la que encaja con la idea de ‘low maintenance’

El valor de exigir

Laura Morán, autora de Perfectamente imperfectas, señala que en realidad, lo que nos deja fuera de juego es el hecho de que la sociedad nos dice, por un lado, que tenemos que exigir poco de las relaciones y conformarnos con lo justo, mientras que por otro, nos dice lo contrario. 

“Si pensamos en las ‘romcoms’ estereotípicas, la protagonista de la relación heterosexual suele tener que pedir lo que desea y ha de esforzarse y tener paciencia para lograrlo, porque al final el amor todo lo puede y el hombre, en la tercera entrega de la trilogía, al final todo lo cambia, como ocurre en películas tan dispares como 50 Sombras de GreyGrease o incluso La Bella y la Bestia. Es cierto que ahora la idea que se traslada es que hay que pedir poco y conformarnos, y esto es un trabajo central en muchas terapias de insatisfacción, porque es cierto que a las relaciones de pareja les pedimos todo: estabilidad, pasión, amor, aventura y amistad, y el ideal nos ha hecho pensar que las relaciones de pareja pueden satisfacer todas nuestras necesidades y que esa persona ha de hacerlo”, asegura la psicóloga y experta en sexología. 

“En este sentido, suelo tener que trabajar en consulta la regulación de expectativas. Lo que está pasando es que se desprecian las necesidades afectivas de las mujeres. La forma que tenemos hombres y mujeres de llegar a la intimidad y la confianza es distinta. No creo que por un exclusivo factor biológico, sino por cómo somos socializados según el género. La mujer siente confianza mediante la conversación y el compromiso, pero el hombre cubre esa confianza y esa necesidad afectiva de otra forma. Ahí es donde no tenemos que conformarnos, porque no se trata de modificar al otro para que nos quiera como queremos que nos quieran, pero una pareja funciona si ambas partes se van adaptando el uno al otro”, aclara.

Llegados a este punto, comenta la importancia de preguntar para así saber los motivos por los que el otro pide o no pide y da o no da, de forma que podamos hacer de este modo interpretaciones más adecuadas. “Cuando le explicamos algo directamente a la pareja, como te quiere, suele ceder. La diferencia está en pedir en lugar de reprochar. Cuando un hombre exige mucho, se ve como algo respetable, pero lo que suelen pedir es una mayor frecuencia en encuentros sexuales, y esa no es una petición que se respete, sino que se intenta satisfacer. Las parejas suelen venir a terapia para aumentar el deseo de ellas, pero no se hace a veces desde el respeto, sino desde la resignación. Lo que está detrás es el sesgo patriarcal en el que la figura masculina tiene más peso y prevalencia”, añade.

Cuando un hombre exige mucho, se ve como algo respetable, pero lo que suelen pedir es una mayor frecuencia en encuentros sexuales

La misoginia ha entrado (otra vez) en la sala

Sin duda, la misoginia está muy insertada en el universo del ‘high maintenance’ pues no se considera “tóxico” que un hombre sea directo o tenga estándares altos; sino que lo habitual es que se considere que es algo interesante, mientras que en las mujeres, esos aspectos no suelen ser vistos de forma positiva, sino que se nos exige que dejemos nuestras necesidades en la sombra en aras de las del hombre.

El arte de exigir
El arte de exigir

En realidad, como explica la psicóloga Alison McClymont a Stylist, comunicar lo que queremos y dar a conocer nuestras necesidades es un indicador de buena salud mental. “Los comportamientos de alto mantenimiento, como no aceptar la falta de respeto y valorar el tiempo, provienen de un lugar de autoconservación y autocuidado. Cuando puedes establecer tus propios límites y comunicar tus expectativas, es una prueba de que tienes una buena conciencia de ti misma y de que has hecho mucho trabajo positivo en ti. Cuando se describe a alguien como ‘de alto mantenimiento’, creo que lo que en realidad está diciendo es que tiene altas expectativas“, explica. 

Expresar lo que necesitamos da miedo, porque al hacerlo podemos encontrarnos con una negativa, pero creedme: peor es poner el cartel de “no molestar” ante nuestros deseos y necesidades. El miedo a incomodar es el que nos reduce y nos rebaja, y si queremos de una relación conversaciones, responsabilidad afectiva, buen sexo y atención, ¿por qué vamos a conformarnos con menos? ¿De verdad es preferible estar con alguien que no te da lo que quieres por el mero hecho de estar acompañada? 

“Sin duda, la mentalidad de que las mujeres tengamos que ser ‘low maintenance’ puede ser una forma más de hacernos sentir con menos derechos, por lo que animo a todas las personas a sentirse con derecho a solicitar y pedir derechos y a transmitir sus necesidades, teniendo en cuenta, eso sí, que una petición puede ser desestimada”, aclara Morán. Y en el caso de que sea desestimada, ya encontraremos a otra persona a quien hacerle estas o nuevas peticiones.

El mundo amoroso no es la ventana de autoservicio de McDonald ‘s, pero si una de esas ventanas no nos da las patatas tan fritas ni saladas como esperamos, ¿acaso vamos a regresar a ella o vamos a buscar otra? Y aquí el giro ‘fast food’ que nadie esperaba para reivindicar el derecho a exigir a las relaciones todo lo que necesitamos y deseamos, porque si bien es cierto que los fritos no son los mejores amigos de la salud, hablar y pedir sí lo son de la salud mental.

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