Fuente: Curadas
20 de agosto 2024
Mabe Otero es una mujer con una gran sabiduría y eso que apenas tiene treinta y seis años. Ella nunca diría eso de sí misma: es la sencillez y humildad hechas persona. Lo digo yo después de haberla escuchado y haberme hecho reflexionar con sus palabras sobre mi propia vida personal y profesional. Me hizo entender que un maestro no es el que te dice lo que tienes que ser o hacer, sino el que te hace hurgar dentro de ti para descubrirlo.
Esa es, en pocas palabras, la metodología que usa Mabe Otero como mentora de comunicaciones estratégicas, una especialidad dentro del campo de la Comunicación Social que ayuda a otros a encontrar su propia voz para hablarle al mundo, con seguridad, de su marca o negocio. Una especialidad en auge que ha nacido del desarrollo tecnológico de las comunicaciones y que hoy permite a infinidad de personas mostrar con éxito sus emprendimientos a través de las redes sociales.
Graduada en Comunicación Social en la Universidad Central de Venezuela (UCV), Mabe Otero ha usado su propia experiencia, que incluye hasta sus errores y vulnerabilidades, para sistematizar una metodología de enseñanza que imparte a través de su taller Laboratorio de Creatividad de Contenido y en sus conferencias motivacionales. Con ella no hay juicios, no hay nada bueno ni malo: todo podemos convertirlo en aprendizaje.
Un camino que ha labrado por sí misma y que intuyó desde que era niña, cuando soñaba con ser periodista, como nos contó en esta entrevista exclusiva con Curadas.com.
«Mi mayor aspiración y sueño desde pequeña era hacer entrevistas, como lo hacía mi mamá, que era periodista. Aún recuerdo con mucha emoción un regalo que me trajo el Niño Jesús cuando tenía como ocho o nueve años: ¡¡¡una grabadora!!! Era una Sony de color rojo y amarillo que traía micrófono y todo. ¡Fue el mejor regalo que me pudieron dar en la vida! Me la pasaba entrevistando a mi hermana sobre por qué no comía, por qué se tardaba tanto comiendo, porque yo escuchaba que los adultos decían eso, que a ella no le gustaba comer nada (risas).
»Cuando tenía diez años nos mudamos a Coro (Falcón) y ahí mi vida dio un giro bastante importante para mí. Siguió siendo una vida sencilla, pero ahora mi mamá estaba muy cerca de mí. Cuando vivíamos en Caracas ella trabajaba mucho, muchísimo. Era la productora general de 24 Horas, un programa de opinión matutino que conducía Napoleón Bravo por Venevisión. Recuerdo que en un cumpleaños mío me levanté y mi mamá no estaba allí para felicitarme porque ese día había tenido que irse muy temprano al canal, y fue Napoleón quien me deseó feliz cumpleaños ¡por televisión! (Risas). Entonces, cuando nos mudamos a Coro, sentí que volvimos a ser una familia como las demás. Para mí ese fue un cambio importantísimo porque sentí que definió mucho lo que soy hoy yo, quien soy hoy.
»En Caracas me sentía un poco como una más del montón. En Falcón tuve la posibilidad de ser “la caraqueña”, la que llamaba la atención porque era de Caracas y tenía un mejor nivel de educación. Allá me descubrí en esa posibilidad de brillar tal vez por diferente, me descubrí en mis posibilidades. Por ejemplo, participé en concursos de canto y en concursos de belleza. Antes de mí, en mi familia no había habido eso. Mi mamá siempre me contaba cuánto le sorprendió verme participar en concursos y cosas por el estilo porque nadie en la familia lo había hecho.
»A los diecisiete años regresé a Caracas para estudiar en la Universidad Central de Venezuela, que era mi otro gran sueño. De niña tenía esos dos sueños: ser periodista y estudiar en la UCV, muy influenciada por mi mamá y por una de mis tías que también es periodista y que han sido, las dos, los pilares de mi vida. Me gradué en Comunicación Social, pero empecé a trabajar desde mucho antes de iniciar la carrera. Mi primer empleo fue en el Museo de los Niños, con diecisiete años.
—Te iniciaste en el ejercicio del periodismo por la vía tradicional, llamémoslo así. Trabajaste con las revistas Estampas, de El Universal; Bienmesabe, de la Cadena Capriles, y en la edición digital de Ultimas Noticias, entre otros medios. ¿Cómo fue que cambiaste tu orientación y te volcaste hacia el ámbito en el que estás ahora?
—Escogí Comunicación Social porque es una carrera que permite hacer muchas cosas y yo quería hacer muchas cosas. Me aburro cuando paso mucho tiempo haciendo lo mismo. No solamente escribí para esos medios que mencionaste. También tuve otras experiencias: organicé eventos, aprendí de relaciones públicas, a hablar en público, a enseñar, en fin, exploré muchos campos. Cuando estaba en Estampas, que fue también una escuela preciosa, donde se me permitió mucho probar, jugar, explorar… Yo era la más chiquita y todos los demás eran grandes, ya eran unas estrellas en el mundo del periodismo. Y aun con toda la libertad que me brindaban, llegó un momento en que sentí que no iba a poder seguir creciendo en Estampas.
»En esa época había empezado a seguir a Verónica Ruiz del Vizo por las redes sociales. Ella hablaba mucho de creatividad y la creatividad era algo que yo no había explorado per se pero que me llamaba mucho la atención. Me veía a mí misma como una persona creativa. Con ella empecé a escuchar las primeras cosas relacionadas con marketing y cómo trabajar con marcas. Ahora que me lo preguntas es que estoy entendiendo que eso tuvo una influencia poderosa en mí.
»También en esa época asistía a la iglesia Santa María Madre de Dios, en Alto Prado, cerca de la casa de mi abuela, con quien yo vivía entonces. Allí tenía un amigo, Stephan Kaiser, de origen alemán. En ese momento teníamos unos veinticinco años, más o menos.
»Él había estudiado aquí en un colegio alemán y luego siguió su formación en Alemania y España. De repente regresa un día y empieza a hacer carrera como conferencista y a poner en práctica lo que había aprendido de los negocios, pero relacionando eso con liderazgo, trabajo en equipo, motivación… A mí me habían interesado siempre estos tópicos y había leído mucho sobre lo que hoy se conoce como crecimiento personal. Pero cuando lo vi a él haciéndolo, cuando supe que dictaba conferencias sobre estos temas a gente más grande que él y en grandes empresas, como Procter & Gamble, por ejemplo, me di cuenta de que uno podía vivir de esta actividad. Entonces, confluyeron varias cosas que despertaron mi curiosidad por el mundo del marketing.
»Un día estaba conversando con esta tía de la que te he hablado y le dije, de repente, así como de la nada, que quería hacer otra cosa, algo diferente a lo que estaba haciendo en Estampas. Y le dije que iba a escribir a Vero Ruiz para preguntarle si estaba buscando personal para su agencia. Ese fin de semana fui a la iglesia y vi a Stephan y conversamos. Me dice, entre otras cosas, que está trabajando mucho, viajando por toda Venezuela dictando conferencias sobre liderazgo y tal. Y sin pensarlo mucho le pregunté: “¿Y no estás buscando a alguien para trabajar contigo? “¿Sabes qué? Sí, estoy buscando a alguien que sea la imagen de mi empresa”, me respondió.
»Con eso me flechó: renuncié a Estampas. Yo nunca había trabajado para un emprendimiento, siempre había trabajado para empresas grandes, donde ya todo está hecho. Y cuando trabajas en un lugar donde ya todo está hecho y hay tanta gente con más experiencia que tú, es muy desafiante abrirte tu propio espacio. Ahora estaba por entrar a un lugar donde estaba todo por hacer, lo que también era muy desafiante y, al mismo tiempo, lo más atractivo e interesante.
»Yo era la única empleada de la empresa de Stephan, Liderazgo sin Límites, donde hicimos un trabajo espectacular. Estuve unos dos o tres años acompañándolo como productora. Una productora que proponía y ejecutaba ideas, pero que también era la que vendía, la que entregaba facturas, organizaba la agenda, se reunía con clientes… la que ponía orden en un montón de cosas. Por ahí empezó todo. Y fue en un momento muy complicado, además, porque fue la época en la que todos mis amigos empezaron a irse del país. Yo me quedé aquí sin ninguno de amigos.
»Tomar parte en esas conferencias sobre liderazgo y motivación del trabajo en equipo, sobre asumir tu responsabilidad y entender que tú puedes crear tu propio destino si te detienes a mirar tus pensamientos, porque con tus pensamientos creas tu realidad, para mí fue absolutamente transformador. De hecho, yo era muy buena vendiendo a Stephan porque hablaba desde mi propia experiencia. Yo sabía que esto funcionaba porque lo había experimentado en mi propia vida. Estaba compartiendo lo que veía que funcionaba y eso me abrió un mundo completamente nuevo. Al final nunca le escribí a Vero, no hizo falta. A la semana de esa conversación en la iglesia con Stpeh, renuncié a Estampas.
—¿No te dio miedo dejar un empleo estable para lanzarte a esa aventura con Stephan?
—¡Para nada! Me impresiona, pero ahora que me lo preguntas es que me doy cuenta de eso, pero en aquel momento ni lo pensé (risas). Trabajar con Steph reveló en mí un espíritu emprendedor que no sabía que tenía. Una de las características de un emprendedor es la de ser muy trabajador. Me daban las 9 de la noche y yo seguía trabajando y hablando de trabajo por la emoción que me generaba estar ahí. Antes nunca me había pasado eso.
»Luego de trabajar un par de años con Stephan se me despertó el gusanito por ser conferencista también. La empresa había crecido y hacía falta tener más conferencistas. Pero en 2016 o 2017, recuerdo que estaba pequeñita Naty (su hija, hoy de ocho años), Stephan se va a Chile, en principio por unos días, y resultó que no volvió. Entonces yo quedé sola al frente de Liderazgo sin Límites, dirigiéndola y ofreciendo las conferencias con los contenidos que él había desarrollado, lo cual fue una gran escuela para mí.
—¿Qué hace exactamente un mentor de comunicaciones estratégicas?
—Un mentor de comunicaciones estratégicas te acompaña a desarrollar las narrativas que te permitan lograr los objetivos que tienes como marca personal o como profesional. Los objetivos pueden ser diferentes: llegar a más gente fuera del país; convertirte en referente dentro del país; construir una comunidad si ya tienes una cantidad de seguidores en red, por citar algunos ejemplos. Entonces, un mentor te ayuda a definir cuáles son esos pasos que tienes que construir o fortalecer, según sea el caso, para lograr ese objetivo. Un mentor te permite trabajar de manera más inteligente porque se enfoca en el logro de esa meta que deseas alcanzar.
—¿Por qué el término «mentor»? ¿Por qué no instructor, asesor, coach u otro de los que se usan con frecuencia en este campo profesional?
—Porque el mentor te acompaña en el proceso, no solo te dice lo que debes hacer. El mentor hace el recorrido contigo, es una relación mucho más cercana que la de un asesor. Por eso me gusta mucho más esta palabra, porque refiere una relación más cercana. Por un tiempo usé el término de asesora, pero ahora lo veo como algo muy lejano. Puede que esté equivocada, pero es como lo siento: la asesoría es como muy vertical; en cambio la mentoría habla de una relación mucho más horizontal. Yo creo en las grandes transformaciones a través de compartirnos en la vulnerabilidad, a través de las experiencias que hemos vivido, y no solamente a través del conocimiento que, obviamente, es importante, pero no lo es todo.
—¿Y hay algo a lo que sí le temas?
—¡Claro, a muchísimas cosas! Que no haya tenido miedo a cambiarme de trabajo no significa que no tenga otros miedos. Pero ¿me preguntas por miedos en el ámbito laboral o personal?
—En ambos, ya que lo planteas.
—Voy a ser muy muy honesta contigo. Yo por mucho tiempo había estado construyendo una comunidad que me conocía y me valoraba por quien soy y por el trabajo que he hecho, porque me vio crecer haciéndolo. Diría que durante la pandemia del coronavirus, a partir de 2020, fue el momento en el que más pude hacer crecer mi marca personal y trabajar intencionalmente en ella. En ese momento tenía unos ocho mil seguidores que me había ganado a pulso, o sea, sin pagar jamás por ello. No tengo nada en contra de los que lo hacen, pero estos me los había ganado a pulso, orgánicamente, haciendo videos, compartiendo información valiosa, estando donde tenía que estar.
»Luego de que se hizo pública la relación entre Mike (Maickel Melamed) y yo, llegó un gentío que no necesariamente me conoce, que puede estar diciendo y pensando cualquier barbaridad acerca de mí porque no sabe quién soy ni todo lo que he trabajado, y se me despertaron miedos relacionados con la posibilidad de que crean algo que yo no soy, que se confundan conmigo. Un miedo que tengo es que piensen que lo que he construido no ha sido por mi propio pulso, por mi propio mérito, cuando no hay nada más alejado de la realidad: yo me he labrado mi camino y lo sigo haciendo.
»Hay un libro que a mí me gusta mucho titulado El gozo de los negocios que habla de cómo construir negocios exitosos según el access consciousness. Esta es una metodología o técnica en la que haces preguntas al universo, pero en realidad te abres estas posibilidades es a través de hacerte preguntas a ti mismo, así lo veo yo. Ahí se dice que para uno tener un negocio exitoso, paro uno crecer, para uno ser una persona exitosa, tienes que tener la capacidad de aceptarlo todo, lo bueno y lo malo. Y desde esta mirada no hay nada malo ni nada bueno, de lo que se trata simplemente es de recibir todo lo que viene. Reflexionando sobre eso, he encontrado que no sé qué tan disponible estoy en este momento para recibir lo que no se parezca a mí.
»Estoy en ese proceso de que no me dé miedo seguir compartiéndome en vulnerabilidad, en honestidad y tal como soy. Nunca me he vendido como perfecta, porque no lo soy, ni como que lo tengo todo resuelto. Entonces, creo que eso, en este momento, es uno de mis mayores miedos.
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»Otro de mis mayores miedos tiene que ver con la maternidad y con hacer siempre todo lo mejor posible. Soy muy exigente conmigo en todas las áreas de mi vida. También estamos trabajando en eso, en ser cada vez más autocompasiva (risas).
—Yo te conocía a ti por ti, ni siquiera sabía que eras pareja de Maickel Melamed. De eso me enteré ahora, cuando empecé a buscar más información acerca de ti para esta entrevista.
—Te agradezco que me lo digas. Además, esto me confirma algo que nos pasa a todos con mucha frecuencia. Me pasa a mí y les pasa a mis clientes: los miedos siempre son más grandes en nuestra imaginación de lo que son en la realidad. En nuestra mente son unos monstruos inmensos que asustan y hasta nos paralizan, cuando la verdad es que en la vida real no son tan grandes.
—Ya que hablaste de Maickel aprovecho para preguntarte: ¿qué te enamoró de él?
—Mike es inteligentísimo y eso a mí me enamora. Es un hombre con quien puedo hablar, con quien siempre hay temas de conversación, que está en todo y sabe de todo. Me enseña muchísimo, nunca me aburro con él. También está el hecho de que Maickel es superdivertido, me hace reír muuucho. Para mí esa es una combinación perfecta. Y ni hablar de su inteligencia emocional, de las ganas que le pone a todo. O sea, para mí la pregunta no es por qué él, sino ¡cómo no va a ser Maickel!
—¿Cómo compaginas tu vida personal como madre de Naty y compañera de Maickel con tu vida profesional y, además, luciendo siempre fresca y bella? Se piensa que trabajar por cuenta propia es la panacea porque eres tu propio jefe, pero, por lo general, esto implica trabajar mucho más, a veces desde que te levantas hasta que te acuestas.
—Creo que hay que dejar de idealizar y de compararnos. Gracias por lo que me dices, pero no. Yo, de verdad, hago un empeño, un esfuerzo, por transmitir que no soy perfecta. Nada que ver, busco ayuda cuando la necesito. Yo creo en el acompañamiento personalizado. Por ejemplo, tengo una entrenadora que viene a casa justamente porque me es difícil hacer ejercicios sola, porque esto requiere de energías y ganas y no creo lograrlo sin ayuda.
»Sigo buscando las mejores maneras, las que a mí me funcionan, para construir lo que yo considero que es éxito, que también es un concepto que estoy descubriendo. No diría que ya lo tengo, mi concepto de éxito aún está en construcción. Pero, como te decía, creo mucho en el acompañamiento personalizado porque he tenido la fortuna de tener a gente que me ha ayudado a crecer y también he tenido la fortuna de ser parte del crecimiento de otros.
»La vida me cambió el día que entendí que no tenía que llevar dos agendas. Cuando tenía como diecisiete, dieciocho años llevaba como que una agenda para la universidad y otra agenda para el trabajo…
—¿Era la época en la que también cantabas para ganarte la vida…?
—Sí, viví del canto en una época de mi vida. Nací en una familia con un superoído musical y por eso soy muy afinada, pero nunca me tomé en serio lo de cantar, siempre lo vi como un hobby. Me pareció que hacer una carrera artística era complejo y azaroso.
»Cuando estudiaba en la universidad estaban muy de moda los grupos bailables, que en realidad eran unas orquestas espectaculares. Aún era la época de la Venezuela saudita, donde todos los fines de semana se celebraban unas bodas apoteósicas y contrataban a estos grupos musicales.
»Primero canté con unos amigos que tenían un grupo pequeño y me di cuenta de que me gustaba hacerlo. De repente, no recuerdo ni cómo, salté a un grupo mucho más grande llamado Wavaberry en el que estuve como por cuatro años. ¡Ganaba mucho más de lo que me pagaban en Estampas! (Risas) Me la pasaba de fiesta en fiesta, comía rico, me gustaba subir a una tarima a cantar y a bailar… Todo me parecía muy divertido hasta que me empezó a generar ruido esa doble vida que estaba llevando. Me sentía como Clark Kent, que en el día era periodista en el Diario Planeta y en las noches era Superman (risas).
»Con el tiempo he entendido que de lo que se trata es de tener una agenda para la vida. No es separar, sino integrar, entendiendo que tiene que haber espacio y tiempo para cada cosa y que todo forma parte del proyecto general, que es tu vida, que eres tú. No lo tengo del todo resuelto aún, pero por ahí va la cosa…