Carmen Montón es embajadora Observadora Permanente de España ante la OEA y OPS. Ex Ministra de Sanidad, Consumo y Bienestar Social
Fuente: La Razón
24 de noviembre 2024
En un mundo cada vez más conectado y globalizado, el compromiso a favor de la igualdad de género en el siglo XXI es una cuestión global y multilateral, y representa un feminismo caracterizado por la inclusión de todas las mujeres y niñas en toda su diversidad, con perspectiva interseccional, y que integra el cuidado del medioambiente.
El predominio de la desigualdad entre mujeres y hombres es caldo de cultivo de las violencias machistas, y pone de relieve la necesidad de intensificar los esfuerzos para cerrar las brechas de género y avanzar hacia la igualdad real y efectiva. Las violencias machistas constituyen la manifestación más brutal y cruel de desigualdad y discriminación hacia las mujeres y niñas. Siendo la violencia de género, a la vez, una consecuencia y una herramienta para perpetuar una sociedad patriarcal discriminatoria. Es importante que todas las administraciones reconozcan la violencia ejercida contra las mujeres por el mero hecho de serlo, y que no haya espacios para la duda en el campo de la lucha contra la violencia machista.
Este 2024 España celebra el 20 aniversario de la Ley Orgánica de Protección Integral contra la Violencia de Género, que para su mejor desarrollo se acompaña del Pacto de Estado en favor de la lucha contra la violencia de género, consignando fondos a nivel estatal, autonómico y local. Después de dos décadas, es justo reconocer el esfuerzo sin precedentes para proteger y prevenir la violencia de género de las diferentes administraciones, pero es evidente, a la vista de los datos, que debemos seguir insistiendo en las políticas que ya están en marcha y funcionan, a la vez que diseñar nuevos mecanismos para combatir esta violencia estructural, y, sobre todo, no admitir ningún tipo de retroceso.
La lucha contra la violencia de género es una cuestión de Estado y un termómetro de la fortaleza de las democracias, ante la que no se puede dar ni un paso atrás. Ante la lucha contra la violencia machista no caben equidistancias, ni discursos negacionistas o que diluyan esta violencia estructural contra las mujeres y niñas a fuerza de retroceder en el lenguaje o en los conceptos.