Fuente: EFE
Por: Laura de Grado
16 de septiembre 2024
El 16 de septiembre de 2022, la muerte de Mahsa Jina Amini, una joven kurda iraní, encendió una chispa que transformó las calles de Irán en un escenario de resistencia y lucha. Este trágico evento desencadenó el movimiento ‘Mujer, Vida, Libertad’, una revolución feminista que desafía el régimen islamista y aboga por los derechos de las mujeres no solo en Irán, sino a nivel global. Dos años después, Nilufar Saberi, activista y defensora de los derechos humanos, ofrece su perspectiva sobre la que dice, es “la primera revolución feminista mixta de la historia”.
Saberi, quien llegó a España en 1980 tras huir del régimen islamista en Irán, es cofundadora de la primera asociación iraní de Derechos Humanos en el país y ha centrado su activismo en visibilizar la brutalidad del apartheid de género en Irán y en países vecinos como Afganistán.
“‘Mujer, Vida, Libertad’ ha venido para quedarse, porque pese a la brutal represión contra los protestantes pacíficos que ha habido y sigue habiendo, no se ha dado ni un solo paso para atrás. La desobediencia civil sigue viva. El hecho de que una mujer salga sin velo o con manga corta a las calles de Irán jugándose la vida es una manera de decir ‘basta'”, asegura Saberi durante una entrevista con Efeminista.
Para la activista, esta revolución no es solo un grito de resistencia para las mujeres iraníes, sino un movimiento que abraza a mujeres de todo el mundo y desafía la opresión en diferentes contextos.
Saberi también explora los paralelismos entre la situación en Irán y Afganistán, donde la represión contra las mujeres sigue siendo brutal, y defiende que la raíz del problema es la misma en ambos países: “una ideología política totalitaria islamista”.
Dos años sin Mahsa Amini
Pregunta (P).- Hace dos años, el 16 de septiembre de 2022, la muerte de Mahsa Amini desató una ola de protestas en Irán. ¿Qué ocurrió ese día? ¿Cómo recuerda esa explosión de protestas?
Respuesta (R).- Una de las decenas de unidades de seguridad y represión que existen en la teocracia islamista de Irán es la policía de la moral y la virtud. Esa policía patrulla por las calles de Irán, van en un furgón, suelen ir dos hombres y dos mujeres y tienen potestad de interceptar a cualquier persona, darle cualquier tipo de trato y no tienen que responder ante nadie, tienen inmunidad total.
Mahsa Amini que era una chica de 22 años, kurda iraní, que estaba de visita en Terán con su familia, estuvo en el momento inoportuno en el peor sitio. Al salir del metro la paran y le dicen que se le ven algunos mechones de pelo. Mahsa no era activista, era una chica como millones de iraníes que van con velo por obligación, no por convicción, y que no están al tanto de si se les ve cuatro mechones o seis. Mahsa rectificó y se colocó el velo.
Pero no conformes, a la gente de la moral y la virtud le apareció oportuno que tenía que ir a los establecimientos de la orientación islamista para recibir una clase de conducta de ‘buena musulmana’. Entonces Mahsa empezó empezó a llorar, a gritar y a suplicar que no se la llevasen porque hay pánico a esos furgones. Esos furgones se llaman furgones de la muerte, una vez que subes allí, cualquier cosa te puede pasar. Cuando subió al furgón, siguió llorando y suplicando, y uno de los agentes, para hacerla callar, comenzó a golpearla brutalmente en la cabeza y en la mandíbula, provocándole un derrame cerebral.
Al cabo de los tres días muere y justo en este momento, con su asesinato, con su muerte, da luz a algo bellísimo, algo que nos hacía falta al mundo entero, que es la primera revolución feminista mixta de la historia de la humanidad, que tiene nombre y apellido y se llama ‘Mujer, vida, libertad’.
‘Mujer Vida Libertad’, la revolución que desafía al régimen iraní
P.- ‘Mujer, Vida, Libertad’ es un movimiento muy joven, tiene dos años. ¿Cuál es el objetivo de este movimiento y qué papel juegan en él la gente joven?
R.- Esta revolución es muy joven, pero no nace a raíz del asesinato de Mahsa, nace a raíz después de 44 años de barbarie contra el pueblo iraní y, en especial, contra las mujeres. Fue la gota que colmó el vaso. Porque antes de Mahsa han asesinado a cientos de miles y después también han asesinado a muchas mujeres por el mismo motivo.
Ha venido para quedarse, porque pese a la brutal represión contra los protestantes pacíficos que ha habido y sigue habiendo, no se ha dado ni un solo paso para atrás. La desobediencia civil sigue viva. El hecho de que una mujer salga sin velo o con manga corta a las calles de Irán jugándose la vida es una manera de decir ‘basta’. El hecho de que los hombres salgan en bermudas y en tirantes, aunque parezca una frivolidad, es una manera de decir ‘basta’. Está prohibido que mujeres canten y bailen en la calle y mucho menos mezcladas con hombres, pues lo hacen y es una manera de decir ‘basta’. Son maneras de resistencia pacífica del pueblo iraní contra los invasores islamistas en el Gobierno desde 1979.
P.- Para entender mejor la situación actual, ¿Qué cambió en Irán con la Revolución Islámica de 1979?
R.- En el reinado de los Pahlaví, tanto el padre como el hijo, pese a que no ninguno de los dos eran feministas convencidos, sí que eran inteligentes y se dieron cuenta de que no se puede modernizar un país sin que sus mujeres tengan los mismos derechos que los hombres. Impulsaron grandes avances en Irán en cuestión de igualdad, económica, cultural o industrial. Era una dictadura porque no había libertad de expresión, no había pluralidad política, pero la inmensa mayoría de las y los iraníes disfrutaron de un gran cambio a mejor.
Cuando nos levantamos contra el Sha era para conseguir también libertad política y ser parte activa del destino de nuestro país. Queríamos ser participes. En ningún momento se pensó que íbamos a salir de un estado no óptimo, para entrar en un infierno terrenal. Nadie que no haya vivido en un Estado islamista puede llegar a imaginarse lo que significa eso. Nos robaron la revolución con el apoyo de las potencias internacionales.
“Nos privaron de todos nuestros derechos”
P.- ¿Qué supuso Revolución Islámica para los derechos de las mujeres?
R.- Con los Pahlaví conseguimos avanzar muchísimo en la lucha por nuestros derechos y no se pudo avanzar más porque, incluso entonces, lo frenaban muchísimo los islamistas, que siempre han tenido mucho poder. Pese a ellos conseguimos, por ejemplo, derechos en la ley de familia, divorcio, custodia, poder trabajar, viajar… todo lo que hace un ser humano sin limitaciones. Seguía habiendo excepciones discriminatorias como la poligamia a favor del marido.
Al llegar los islamistas al poder el único derecho que nos dejaron fue el derecho al voto, que es un derecho absurdo, tanto en una autocracia como en una teocracia. Nos privaron de todos nuestros derechos como seres humanos íntegros, nos convirtieron en propiedad de nuestro tutor varón. Para todo lo relativo a nuestro día a día necesitamos la autorización de nuestro tutor varón. Para los islamistas la mujer no es un ser humano independiente e íntegro.
Pero las iraníes no nos hemos resignado en ningún momento, estamos en pie de lucha. También tenemos la suerte de que contamos con el apoyo de la mayoría de nuestros hombres. Los hombres iraníes no islamistas salen con nosotras a la calle hombro con hombro a gritar ‘Mujer, Vida, Libertad’ con nosotras.
Hemos conseguido poder competir a nivel internacional, siempre que las autoridades y nuestro marido nos lo permita. O por ejemplo, hemos conseguido volver a las universidades o que nos dejen ser abogadas, aunque seguimos sin poder ser juezas porque dicen que la mujer no goza de equilibrio emocional y que no está capacitada para ser jueza ni para tener cargos en el Poder Judicial.
“Nos está hirviendo la sangre con nuestras hermanas afganas”
P.- ¿Qué similitudes hay con la situación de las mujeres en Afganistán?
R.- Toda. La raíz del problema es la misma, es la ideología, que es una ideología política totalitaria islamista. Es una ideología que quiere llegar a gobernar y aparte quiere imponer su ideología al resto del mundo, no solamente en los países que gobiernan. De no pararlo, acabaremos teniéndolo en cualquier parte del mundo vivamos donde vivamos.
Nos está hirviendo la sangre con el tema de nuestras hermanas afganas. Pero hay que recordar que sumarse a la revolución ‘Mujer, Vida, Libertad’ es sumarse a la lucha contra la raíz del problema de nuestras hermanas afganas, iraníes y de muchos otros países que no salen las noticias, pero sí que lo sufren
P.- ¿Es viable democracia e islamismo?
R.- En el momento en el que mezclamos el estado con la religión, vamos mal. Porque un Estado si no es laico, si no da cabida absolutamente a todos sus habitantes, con cualquier ideología, credo, identidad o etnia, no puede ser democrático.
“La pasividad internacional es avergonzante”
P.- Estas últimas semanas y raíz de la prohibición de las voz de las mujeres afganas en público se está hablando mucho de la pasividad internacional. En el caso de Irán ha habido muchos reconocimientos internacionales, como el Premio Nobel de la Paz a la activista encarcelada Narges Mohammadi. ¿Se han traducido en cambios reales en la situación de las mujeres en Irán? ¿Cómo valora la postura internacional ante estas situaciones?
R.- La pasividad internacional es avergonzante. Contamos con ello. No hay ni un solo Gobierno en el mundo que quiera que se vayan los islamistas de Irán, los de la zona porque no quieren un polvorín democrático allí en medio, todos son países dictatoriales se llamen cómo se llamen. Y ningún país de fuera de la zona quiere un Irán libre, desarrollado, democrático y que ponga sus normas y sus precios justos a los productos que se le explotan desde hace décadas.
Contamos con nosotras, con los pueblos. Yo siempre digo que los Gobiernos no vienen de Marte, somos nosotros. Tenemos que presionar para que se den cuenta que no vamos a votar a quiénes comulguen con extremistas y con quienes violan a cada segundo la Declaración Universal de los Derechos Humanos.
Lo que no podemos hacer es cruzarnos de brazos y esperar que las cosas se arreglen solas. Tenemos que tomar las calles, sobre todo, quienes se sienten defensores de los derechos humanos y quienes se declaran feministas. El feminismo, al igual que la Declaración Universal de los Derechos Humanos, o es universal o no es. No puede ser que aquí me eche a la calle por cosas justas y por cosas mucho más graves guarde silencio. Porque cuando en un mundo global falla el sistema en cuestión de derechos humanos y el feminismo, esto nos llega antes o después y las consecuencias serán muy complicadas de arreglar.