Recordar es Vivir| Por: Diannaly Muñoz

23 de julio 2024

Seguramente has escuchado la frase “Recordar es vivir”, ¿verdad?. Esta expresión nos hace reflexionar sobre nuestro pasado e invita a apreciar todo lo que hemos vivido, pero también nos puede ayudar a dimensionar los obstáculos superados, recordándonos de esta manera la fuerza interior y la capacidad de crecimiento que tenemos.

Conforme a ello, cada buen recuerdo es como un pequeño tesoro que guardamos en nuestro corazón, una parte de nuestra historia que nos ha moldeado y ha contribuido a formar la persona que somos en la actualidad.  Por esa razón, es maravilloso rememorar; pero lo ideal, es hacerlo sintiendo siempre gratitud por todo lo vivido y por cada una de las experiencias que nos han hecho crecer.

No obstante, es importante  mirar hacia atrás  sin idealizar en exceso el pasado. Evitemos caer en la trampa de creer que todo tiempo pasado fue mejor o que éramos más felices y no lo sabíamos. Estas percepciones pueden desanimarnos y hacer que nos resulte más difícil mantener una actitud equilibrada tanto hacia nuestro pasado personal como hacia el futuro que estamos construyendo.

Ahora bien, aunque recordar suele ser generalmente un acto que nos llena de alegría; cuando es un adulto mayor quien mira hacia atrás, también puede despertar en él, sentimientos de añoranza y frustración, porque al recordar tiempos pasados, pudiera suceder que se hace consciente de las diferencias con el presente y que  magnifique las dificultades que está enfrentando en la actualidad. 

Es natural por tanto, que estos recuerdos le generen una mezcla de emociones. Lamentablemente no podemos cerrar los ojos e ignorar que muchas personas de la tercera edad tienen  una realidad dolorosa, ya sea porque están solas, enfermas o cuentan con muy pocos recursos económicos, peor aún, algunas son víctimas de maltrato y abuso. Por eso es esencial que como sociedad tomemos conciencia de esta problemática que afecta el tejido social y vulnera  derechos fundamentales.  Los adultos mayores son verdaderos pilares en nuestra sociedad  y merecen por tanto ser honrados y protegidos en todo momento.

Tomémonos entonces el tiempo suficiente para verificar si  los adultos mayores que tenemos en nuestra familia y comunidad tienen bienestar; no permitamos que la indiferencia guíe nuestros pasos, no los ignoremos. Recordemos cómo nos hemos sentido cuando hemos sido menospreciados o minimizados, por tanto brindémosles nuestra  colaboración con mucha paciencia, cariño y respeto para lograr su tranquilidad. La empatía y la solidaridad deben ser los pilares  de nuestra convivencia diaria. 

La toma de conciencia colectiva, es el primer paso hacia un cambio significativo en la protección de nuestros ancianos. Practiquemos la empatía, recordando que pequeños gestos pueden marcar una gran diferencia en el corazón de alguien más.

Siguiendo con este razonamiento, no podemos ignorar en ningún caso, situaciones de abandono o cualquier forma de violencia que afecte a los adultos mayores, ya sea física, emocional o económicamente. Es fundamental en éstos casos alzar la voz, denunciar el maltrato y fomentar entornos seguros donde prevalezca el amor, el cuidado y el respeto hacia aquellos que han dado tanto a lo largo de sus vidas.

Cada uno de nosotros tiene la capacidad y la responsabilidad de contribuir a mejorar la situación planteada, porque es importante recordar que el valor de una sociedad se mide por cómo trata a sus miembros más vulnerables. Mostremos entonces con acciones concretas, que el respeto, la solidaridad y la dignidad hacia nuestros adultos mayores son una prioridad indiscutible.

Vale mencionar que en  nuestra Constitución, se resalta la importancia de la participación solidaria de familias y sociedad en el cuidado y respeto hacia las personas mayores. En tal sentido, la autonomía y la atención integral son principios esenciales que deben guiar nuestras acciones para asegurar una vejez digna.

Desde la experiencia y sensibilidad por tanto hacia nuestros adultos mayores, es crucial fomentar en nuestras comunidades, un entorno basado en valores como concienciación, empatía, respeto y reconocimiento de su valía en esta etapa de la vida,  creando conciencia sobre las necesidades físicas y emocionales de nuestros ancianos, y asumiendo nuestra responsabilidad cuando sea posible, de  brindarles el cuidado merecido.

También es importante que estemos atentos para asegurarnos de que las instituciones encargadas de proteger a los adultos mayores cumplan con su deber. Debemos velar también para evitar la discriminación por edad, sobre todo en un entorno donde muchos ancianos se sienten desprotegidos y solos.

La Ley Orgánica para la Atención y Desarrollo de las Personas Adultas Mayores establece claramente los principios de no discriminación, trato preferencial e igualdad que deben regir en nuestra sociedad. En este orden de ideas, es fundamental que como ciudadanos nos convirtamos en multiplicadores y sensibilizadores, además de ser garantes del cumplimiento de las leyes que protegen a las personas de la tercera edad.

Sin duda, como sociedad aún nos falta avanzar en este aspecto, pero es vital comenzar a trabajar en ello. Todos somos responsables de cambiar patrones de conducta, de combatir la indiferencia y fomentar un ambiente de respeto y cuidado hacia quienes han dedicado años de su vida a construir nuestro presente.

Volviendo al tema: Recordar es revivir, es emocionarse nuevamente con cada momento especial que ha marcado nuestro camino, pero si bien es valioso recordar nuestro pasado, es fundamental regresar siempre al presente, porque enfocarnos en el aquí y en el ahora no solo mejora nuestra salud mental y emocional, sino que también fortalece nuestras relaciones con los demás. Estar plenamente atentos a lo que sucede a nuestro alrededor, ser conscientes del momento presente y ser capaces de incluir a los demás en nuestra vida nos permite cultivar conexiones significativas. Así que  mantén tu corazón abierto y tu mente curiosa.

Es increíble cómo cada instante puede convertirse en una chispa que enciende la vida, imagina la emoción que surge cuando aprendemos algo nuevo o al sumergirnos en actividades nunca antes experimentadas. Sin duda alguna, cada experiencia nueva nos brinda la oportunidad de crecer y sentirnos más vivos. 

En fin, los nuevos recuerdos y experiencias, fomentan la idea de que nunca es tarde para aprender algo nuevo, explorar lugares diferentes, conocer nuevas personas o disfrutar de actividades que antes no se habían probado, lo que contribuye enormemente a la felicidad y al bienestar emocional.

Cada nuevo amanecer nos obsequia el preciado don de la vida, aprovechemos entonces cada día para crear nuevos recuerdos, que se sumarán  a las vivencias pasadas y para agradecer con el corazón rebosante todo lo bueno que nos rodea.

Sigamos juntos este apasionante viaje llamado vida, sin olvidar que cada periodo, ya sea pasado, presente o futuro, tiene sus propias particularidades, desafíos y alegrías.

Diannaly Muñoz: Abogada. Directora del Centro de Asesoría Legal Padre Olaso. Profesional con un gran sentido de la justicia, alto nivel de experiencia en materia procesal, hidrocarburos, Derechos Humanos de las mujeres y equidad de género y un verdadero interés por asesorar y orientar a particulares para la solución de problemas legales así como su acompañamiento en trámites ante instituciones públicas o privadas, habilidades para redacción de documentos y recopilación de documentación e información.

diannalymunoz@yahoo.com

 

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2 comentarios

  1. Buenos días, Diannaly, como siempre te destacas en todo lo que haces. Gracias a Dios por tener una profesional que nos ayuda a tener diversidad de conocimientos. Y son herramientas para ser mejores ciudadanos. Que Dios te bendiga, un abrazo.

  2. Me encantó mucho este artículo porque nos hace ver lo importante que es el pasado como fortalecimiento del carácter y muestra lo mejor de nosotros como hemos progresado en la vida y nos ayuda a ver qué existen personas en nuestras vidas que debemos valorar para la gloria de Dios. Amén.

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