Fuente: EFE
Por: Esther Rebollo
9 julio 2024
La argentina Susana Malcorra es fundadora y presidenta de GWL Voices, una organización de mujeres líderes de todo el mundo comprometidas con la construcción de un sistema internacional con igualdad de género que responda a los desafíos del planeta.
De GWL Voices forman parte más de 70 mujeres, desde la neozelandesa Helen Clark y la irlandesa Mary Robinson hasta la chilena Michelle Bachelet y la mexicana Alicia Bárcena, pasando por la china Margaret Chan, la primera mujer en dirigir la Organización Mundial de la Salud (OMS).
Todas ellas han sido presidentas, jefas de Gobierno, ministras o han ostentado altos cargos en organismos internacionales.
Susana Malcorra es una de las mujeres más influyentes a nivel global. Ingeniera de formación y proveniente del sector privado, llegó a CEO de Telecom Argentina para saltar luego a la política y tener distintas responsabilidades en organismos internacionales. Fue jefa de gabinete del ex secretario general de la ONU Ban Ki-Moon (2012-2015) y ministra de Relaciones Exteriores de Argentina (2015-2017).
En una entrevista con Efeminista, afirma, de forma imperativa, que la próxima secretaria general de la ONU “tiene que ser mujer”, advierte de que la violencia digital “es una herramienta contra la participación de las mujeres en la política” y relata experiencias sobre las trabas que encuentran en el camino hacia el poder.
La complicidad de Susana Malcorra, Helen Clark e Irina Bokova
Pregunta (P): ¿Por qué nace GWL Voices y cuál es el objetivo?
Respuesta (R): Las fundadoras somos Helen Clark, ex primera ministra de Nueva Zelanda y exdirectora del PNUD; Irina Bokova, ex directora general de la UNESCO; y yo. Las tres competimos por la Secretaría General de la ONU durante 2016. Pensamos en aquel momento, cuando se celebraban 70 años de Naciones Unidas, que nunca una mujer había ocupado el cargo y que iba a ser el momento. Fue un proceso muy interesante y el resultado lo conocemos: nuestro buen amigo Antonio Guterres terminó siendo secretario general, es decir, una vez más la expectativa no se cumplió. Tiempo después nos encontramos las tres y decidimos hacer algo juntas que nos uniera y fue el refuerzo del sistema internacional, del multilateralismo, pero desde el liderazgo de la mujer. Así fundamos GWL Voices. Al principio éramos poquitas, hoy somos más de 70 de 43 países.
“Ser pocas es un problema, ser una es un problemón”
P: ¿Cuáles son los principales problemas a los que se enfrentan las mujeres cuando van ascendiendo en la política?
R: Los problemas son comunes en la política y en el sector privado, es decir, en los espacios de poder. No importa dónde, siempre se presentan los mismos desafíos. El primer desafío es que, en términos generales, una está muy sola, sentada en una mesa con muchos colegas hombres. Mujeres alrededor de la mesa sirven para expresarse y ser escuchadas de una manera distinta. Ser pocas es un problema; ser una, como me tocó a mí en muchas ocasiones, es un problemón.
Lo segundo es que, en general, las mujeres somos de escuchar. Es muy posible que se inicien las conversaciones y los hombres empiecen a monopolizarlas; las mujeres tienen que ser capaces de ocupar ese espacio, de tomar la voz, de decir las cosas. Es una combinación de que nosotras lo hagamos y de que los hombres nos nos cedan lo que nos corresponde.
Lo tercero es que normalmente, en cualquier conversación, traemos una perspectiva distinta y, entonces, es disruptiva la participación de la mujer. En conversaciones sobre paz y seguridad, la participación o el aporte que la mujer hace es incómodo. No es solo participar en el poder, sino darle al poder un giro; y eso genera tensiones que hay que administrar.
P: ¿Y cómo se reacciona a estos hechos?
R: Es fundamental tener el respeto de los otros y siendo mujer es más difícil. Cuando una empieza, encuentra un escepticismo, una duda, se encuentra una sin decir nada y con ese gesto de ¿de qué va?. Con el tiempo va ganando el respeto, se empieza a reconocer que lo que se dice quizás merezca la pena ser atendido. Esa trayectoria entre el escepticismo inicial y el reconocimiento no es fácil y requiere de una convicción personal muy grande, de seguir insistiendo. Y estar sola es muy difícil, por eso es importante que haya más mujeres participando porque el coro es más común.
Acoso digital y violencia política
P: Dos mujeres jóvenes que llegaron a las cotas más altas del poder recientemente, la neozelandesa Jacinta Ardem y la finlandesa Sanna Marin, sufrieron acoso y violencia política, y renunciaron. ¿A las mujeres se las despoja del poder?
R: La violencia y, sobre todo, la violencia digital, el acoso en redes, la sufren las mujeres en política permanentemente. En una reciente reunión con mujeres del todo el mundo, muchísimas africanas, pero también europeas, contaban experiencias terribles y dolorosas. Dos europeas dijeron que no iban a participar en las elecciones porque tenían hijos pequeños y sus familias y esposos no lo soportaban.
La violencia, sobre todo, a través de las redes sociales, está siendo una herramienta para combatir la participación de las mujeres [en la política]. Nosotras no solo manejamos nuestras carreras, también la responsabilidad de la familia. Es cierto que está avanzando la coparticipación de los hombres, pero fundamentalmente sigue recayendo sobre la mujer y este balance lo hace muy difícil. Administrar esa saña contra de las mujeres, en la que usan temas personales, que muchísimas veces son falsos, afectan el vínculo familiar y eso hace que la mujer se retraiga y pierda espacio de poder.
Latinoamericanas al poder
P: Pese al machismo, Latinoamérica es una de las regiones del mundo donde ha habido más presidentas. ¿Qué empuja a las mujeres latinoamericanas al poder?
R: En la historia de Latinoamérica encontramos mujeres muy poderosas, como Evita, que en los años 50 fue una precursora, lo que demuestra que hay una capacidad de decisión y una convicción para transformar. Probablemente, la mujer latinoamericana, por el ambiente, el contexto no propicio, reacciona tomando las armas en sus manos -y no quiero decir armas físicas, sino las que posibilitan hacer cosas-, que es el poder.
También es cierto que las mujeres latinoamericanas, a pesar del machismo, somos muy influyentes, tenemos capacidad para influir de distintas maneras y encontrar la forma de desarrollar agenda. Esas condiciones probablemente hayan propiciado la llegada de la mujer al poder.
P: Sin embargo, en Europa, siendo la tierra de la democracia por excelencia, escasean las mujeres en las Jefaturas de Estado y Gobierno…
R: Es una contradicción clara. Muchas veces se asocia el desarrollo de ciertas políticas propositivas, que en Europa han sido claramente de avanzada, con la oportunidad que la mujer tiene para llegar a los espacios de más alto poder. Pero no hay un vínculo directo y Europa es un ejemplo, también Estados Unidos. El machismo es más sutil, va más allá de la violencia contra la mujer, hay más formas de machismo.
Una OEA sin mujeres
P: Hablemos de los organismos multilaterales. Está en marcha el proceso de renovación de la Secretaría General de la Organización de Estados Americanos (OEA) y usted ha lamentado públicamente que esta organización nunca ha sido liderada por una mujer. ¿Hay opciones ahora?
R: Si, estamos convencidas, y estamos trabajando en GWL Voices con [la iniciativa] Women in Multilateralism (Mujeres en el Multilateralismo). En el último estudio sobre 54 instituciones vemos que hay un número importante que nunca tuvo una mujer a la cabeza. Naciones Unidas es un ejemplo y la OEA es otro. Lo que estamos diciendo es ‘ya basta’, dimos una oportunidad a las instituciones para que se legitimicen a través de dar el liderazgo a una mujer porque están siendo criticadas y observadas. La ciudadanía siente que no están haciendo lo que necesitan.
Que una mujer asuma la responsabilidad es un símbolo importante y marca un horizonte con expectativas. Yo creo que es el momento para una mujer en la OEA y hay altas posibilidades de que así sea. Varios países lo ven con buenos ojos, aunque también tengo que admitir que ya se escuchan muchos nombres de hombres en la carrera. La región tiene expresidentas, exvicepresidentas, exministras de Exteriores y de otros ministerios, hay un enorme semillero de mujeres talentosas y poderosas que pueden ser secretarias generales.
P: ¿La llegada al poder de Claudia Sheinbaum en México puede ser un revulsivo en la región?
R: La presidenta Sheinbaum va a ser una influencia importante y va a contribuir a que esta conversación se conduzca.
“La secretaria general de la ONU tiene que ser mujer”
P: Sobre Naciones Unidas, desde GWL Voices están haciendo una fuerte campaña para que la próxima secretaria general sea una mujer ¿También ha llegado la hora?
R: Nuestra campaña se llama Madame Secretary-General (Señora Secretaría General) para dejar claro que hablamos políticamente correcto. La secretaria general tiene que ser una mujer, sin alternativas, porque es la hora, porque es justicia, porque es derecho, porque Naciones Unidas representa a los pueblos del mundo y porque las mujeres somos más de la mitad de esos pueblos del mundo.
Pero, además, porque el momento del mundo es tal que la mirada de la mujer desde el máximo nivel de Naciones Unidas puede ayudar a encontrar alternativas de solución a los problemas. No digo que una secretaria general milagrosamente vaya a resolverlos, pero sí va a introducir lecturas y una aproximación que puede ayudar.
P: Además, por rotación, sería una persona latinoamericana, ¿veremos a una mujer latinoamericana como secretaria general de la ONU?
R: En realidad, la rotación en la Secretaría General ha sido una práctica, no está establecido, como sí lo está en la Presidencia de la Asamblea General. Cuando asumió Antonio Guterres le correspondía a Europa Oriental. Lo que sí es cierto es que, por naturaleza, sería el turno de América Latina, que, por otro lado, ha tenido un solo secretario general, [Javier] Pérez de Cuéllar, hace muchos años. Yo no doy por sentado que vaya a ser así, va a haber desafíos, insisto, si Europa del Este dice que perdió el turno. Yo querría, por supuesto, que le correspondiese a mi región.
Soluciones a los conflictos y problemas globales
P: Vivimos tiempos convulsos, con guerras, conflictos, asaltos a embajadas, invasiones, como las de Ucrania y Gaza, y la crisis climática. ¿Cómo se imagina el mundo con una secretaria general ante todos estos desafíos?
R: Es evidente que estamos viviendo un momento de desafío al orden establecido, a ese orden que dábamos por sentado desde el punto de vista de los valores y los principios de las estructuras, de los acuerdos y las convenciones. Todo eso está siendo desafiado. Los ejemplos que usted ha dado muestran una flagrante reacción en contra de principios, como la invasión a territorios y países, y se ha hecho con naturalidad. Que haya una mujer no va a resolver automáticamente estos problemas, pero puede alentar la participación de las Naciones Unidas en la búsqueda de soluciones.
Un problema que hoy tiene Naciones Unidas es que ha perdido espacio e influencia, y yo asumo que una mujer, con su natural forma de manejo del poder y de encontrar mecanismos de diálogo, tanto activos como de segundo orden, facilite que las Naciones Unidas empiecen a tener el espacio y la enorme influencia que le corresponde.
La diferencia entre mujer y mujer feminista
P: ¿Son las mujeres más constructoras de paz que los hombres? porque hemos visto casos, como Margaret Thatcher, que llevó al Reino Unido a una guerra, precisamente, contra Argentina…
R: Hay una diferencia entre mujer y mujer feminista, así como entre hombre y hombre feminista. No se puede hacer una generalización, yo conozco líderes [hombres] que son, por convicción, feministas y que hacen aportes en las políticas públicas con esa visión. Hay mujeres que, por el contrario, no lo hacen así. Esto no es automático, pero, de manera natural y en un porcentaje mayor, las mujeres tienden a defender la paz. Lo he visto en el territorio, en zonas de conflictos, donde la mujer nunca ve el conflicto como una oportunidad y muchos hombres sí lo ven así. Las mujeres ven el conflicto como un riesgo para sus hijos, para sus familias, si pierden a sus maridos quedan a cargo de todo, son las que reconstruyen las sociedades postconflicto porque son mayoritariamente las que quedan.
P: ¿Y qué aportan las mujeres a la política del día a día?
R: Lo que necesitamos en la política del día a día es que haya sociedades igualitarias con políticas públicas propositivas. Es fundamental la participación de la mujer en la política y en el diseño de las políticas públicas para que las sociedades cambien.