La testosterona ha llegado a la vida de las mujeres. De hecho, nunca se fue, porque aunque sorprenda es nuestra hormona sexual más abundante. Y lo último en terapias contra la falta de deseo asociada a la menopausia.
Fuente: El Mundo
Por: Marisa del Bosque
8 de noviembre 2024
La testosterona no es cosa de hombres. Al menos, no sólo: los últimos estudios apuntan a esta hormona como solución a muchos de los trastornos que provoca la menopausia, entre otros, la falta de libido, el bajo estado de ánimo, la fatiga, los sofocos, y la pérdida de densidad ósea y masa muscular.
¿Sorpresa? No tanto. Aunque se considera una hormona masculina, “las mujeres también tienen testosterona y es muy importante para el deseo sexual femenino”, constata David Callejo, médico, profesor de Medicina en la Universidad Complutense de Madrid y divulgador científico. De hecho, “es la hormona femenina biológicamente activa más abundante, esencial para la salud física y mental de las mujeres”, asegura la doctora Rebecca Glaser, una de las expertas de referencia en el uso de terapias hormonales sustitutivas. “Es cierto que los hombres tienen niveles más altos de testosterona, pero en el cuerpo de la mujer es la hormona sexual más numerosa. Los estrógenos (clásicamente conocidos como hormonas femeninas) tienen concentraciones a lo largo de la vida de la mujer del orden de 10 veces menores”, añade el doctor Iván Moreno, internista en la Clínica Neolife Madrid y director médico del Instituto de Longevidad Saludable en un informe realizado por su equipo sobre este mismo tema.
Y no, “ni es masculinizante, ni causa ronquera o vello; sólo aumenta el crecimiento del pelo en el cuero cabelludo”, afirma la doctora Glaser en uno de sus exhaustivos estudios sobre esa hormona, ‘Terapia de testosterona en mujeres: mitos y conceptos erróneos’, realizado junto a otro experto, Constantine Dimitrakakis, ginecólogo, cirujano y profesor de la Facultad de Medicina de Atenas. Un trabajo que sostiene que a las dosis adecuadas, las que se tienen entre los 18 y los 25 años, incluso estimula la feminidad y protege el sistema cardiovascular y la salud de los senos.
Con estas credenciales, la testosterona se ha convertido ahora en la hormona de moda y su uso en una de las últimas corrientes que asaltan sin pudor las redes sociales: se lleva aplicar testosterona en gel en el antebrazo, de forma vaginal o a través de pequeños pellets que se colocan de manera subcutánea, el mal llamado chip sexual o de la juventud. En muchos casos, sea cual sea el método elegido, detrás de él se encuentra latente la idea de que es una viagra en clave femenina.
¿Lo es? Lo cierto es que estas terapias que ahora popularizan las redes no son nuevas. “Se utilizan desde hace mucho tiempo, sin exagerar, más de 15 años. Entonces las trabajábamos como fórmulas magistrales que se elaboraban en la farmacia, pomadas al 1% de testosterona que se aplicaban en la zona vulvar”, sostiene Francisca Molero, ginecóloga, sexóloga clínica y presidenta de la Federación Española de Sociedades de Sexología.
Una pomada vaginal fue también el primer acercamiento de Elsa Anka (58 años) a este tipo de terapias hormonales. Ella no tuvo sofocos, pero sí notó los efectos de esta nueva etapa de su vida, “especialmente en el tema de la libido”, nos dice; por eso utilizó aquella primera crema de testosterona. “Aunque me hizo muchísimo efecto, dejé de usarla. Creo que las circunstancias no eran las adecuadas; con estas cosas tiene que haber un seguimiento médico muy exhaustivo”, advierte. Lo encontró después, en la figura de la doctora Andreia Gonçalves, reconocida especialista en Endocrinología y experta en terapia hormonal que había sufrido en propia piel una menopausia precoz, a los 38 años. Se puso en sus manos y ella fue quien le colocó los dos chips hormonales que la presentadora ha llevado, los conocidos pellet, un pequeño cilindro de un centímetro de longitud que se implanta debajo de la piel, normalmente por encima del glúteo, y libera las hormonas sustitutivas de forma prolongada. “En teoría es algo que debes ir reponiendo cada cierto tiempo, después de unos cuatro o seis meses; aunque depende del organismo de cada persona, notas cómo van bajando los efectos. Yo, que soy muy anárquica para estas cosas, ni recuerdo cuándo fue la última vez que me lo puse”, comenta Elsa. Es uno de los motivos por los que ahora los expertos tienden más a los geles de aplicación tópica. “Los pellets están muy de moda, pero a nivel evidencia científica se cuestionan un poco, porque son más complicados de controlar, con un tratamiento externo podemos ajustar las dosis sobre la marcha si es necesario”, asegura Francisca Molero.
¿Funcionó?, preguntamos a la presentadora. “Obviamente. Tienes un desequilibrio hormonal y cualquier cosita que des a tu cuerpo en ese aspecto, te lo agradece, sobre todo la libido”, contesta convencida. El chip incluye un ‘cóctel’ que se ajusta después de análisis exhaustivos para determinar qué tipo de hormona va mejor según los síntomas que experimenta cada mujer durante la menopausia: problemas de sueño, libido, sofocos… Y además de aumentar el deseo, mejora otras cosas; la más visible, la piel. “Recuperas las hormonas que tenías en tu etapa fértil y gloriosa, y eso repercute en tu aspecto físico. Es como cuando una planta se está secando, si de repente le echas agua se pone más bonita, revive”, explica.
“Funcionan y ayudan”
En su caso, Elsa dejó pasar un año entre un chip y otro y aunque le fue muy bien -“me sirvió y los síntomas mejoraron”, asegura- actualmente no lo lleva. De la mano de Isabel Castaño, la ginecóloga detrás del perfil ‘Qué monas mis hormonas’, va a probar ahora la terapia con DHEA, conocida como la hormona de la felicidad. ¿Por qué dejar los chips y la pomada de testosterona si funcionan? “Porque quiero seguir investigando lo que puede ser mejor. Soy posmenopáusica total, 100%, y no me preocupa, pero sí me ocupa, porque es algo muy natural que hay que aceptar también de manera natural: no es una enfermedad, pero sí hace que estemos más predispuestas a padecer alguna, de tipo metabólico, cardiovascular, óseo… y es importante tenerlo en cuenta. Las mujeres debemos ir probando lo que nos va mejor”, añade, comentando convencida que si esta nueva terapia no funciona no descarta volver a la testosterona. ¿Recomendarías las cremas de esta hormona o los chips? “Sí, están muy bien, funcionan, ayudan y hay que fiarse, pero tienes que estar bajo muy buen control médico, es la única premisa importante”, responde.
Es en la que coinciden todos los expertos, aunque el uso de testosterona para paliar la falta de deseo femenino se haya convertido en un tema de discusión en los entornos médicos. “Algunos profesionales la recetan de forma tópica, pero no es una práctica generalizada”, apunta el doctor Ignacio Lobo, jefe del servicio de ginecología y obstetricia en el Hospital Quirónsalud de Bizkaia. Y no lo es porque a pesar de su popularidad creciente y de los informes que constatan sus buenos resultados para aumentar el deseo sexual, los datos que se tienen son limitados; “necesitamos más”, asegura David Callejo. “Muchas veces la bajada de la libido tiene causas psicológicas, por lo que hay que abordarla con un profesional de la salud mental”, añade el doctor Lobo, reivindicando un abordaje amplio de la falta de deseo en el que insiste también Francisca Molero: “Que una mujer tenga pocas ganas de relaciones sexuales no significa que sufra un trastorno del deseo sexual hipoactivo. Hay que distinguir si es respecto a su pareja o si realmente ya no es receptiva a los estímulos que la puedan excitar, si ha dejado de tener pensamientos eróticos, deseos de tocarse… por eso hay que valorar factores psicológicos, sociales y biológicos para el diagnóstico”. De momento, sólo está indicada para tratar los síntomas de la menopausia, incluyendo el trastorno de deseo sexual hipoactivo. Y sin un buen control, “los geles que aportan testosterona aumentan la libido, pero también pueden causar otros efectos secundarios”, asegura Lobo.
Hoy por hoy, la única formulación disponible y aceptada para aumentar el deseo se vende en Australia, “en el resto de países habría que usarla fuera de las indicaciones para las que ha sido concebida, y es un tratamiento que debe hacerse bajo estricta supervisión, con analíticas de control y revisiones cada seis semanas”, añade Callejo. En concreto, en España “no son fórmulas sencillas de encontrar y recurrir a internet para comprarlas sin prescripción médica es una barbaridad”, advierte Francisca Molero.
Testosterona en gel
Estos geles se aplican preferiblemente “por la mañana, momento en que los niveles de testosterona en el cuerpo están más altos de forma natural”, dice el doctor Lobo, “sobre la piel seca y limpia, evitando el contacto con el agua durante unas tres horas”, matiza David Callejo. Y normalmente en la cara interna del antebrazo, por encima del codo, “aunque no existe evidencia científica clara de que sobre esa zona tenga mayor efecto sobre la libido en comparación con otras áreas del cuerpo”, apunta Ignacio Lobo recomendando los brazos, los hombros o el abdomen: “Lo mejor es ponerlas en zonas de la piel relativamente delgadas y que no estén en contacto constante con otras personas, para evitar traspasos accidentales”.
También se carece de evidencia respecto a la dosis justa en relación directa con el deseo. “Todavía no tenemos muy claro cuál es”, confirma Molero, porque pese a su importancia para la salud femenina “y a que ahora se están realizando investigaciones muy interesantes al respecto, está muy estudiada la influencia de la testosterona en los hombres y muy poco su acción real en el deseo de las mujeres”.
Con todo, ¿es una práctica segura o peligrosa? “Depende del contexto de cada paciente y de la dosis”, responde el doctor Lobo, “sin la correcta puede tener efectos secundarios”. Volvemos, como al principio de este reportaje, “al vello facial, los cambios en la voz, los problemas en la piel, la pérdida de pelo, los cambios de humor, la agresividad o incluso el aumento del tamaño del clítoris, del riesgo de enfermedades hepáticas o de cáncer endometrial y de mama”, señala el ginecólogo.
Son efectos que, en la proporción adecuada, rechaza el estudio de Rebecca Glaser y Constantine Dimitrakakis. En cuanto a la voz varonil, ambos expertos afirman que “no hay evidencia de que la testosterona la provoque; es más, no existe ningún mecanismo fisiológico por el cual se pueda esperar que lo haga, e incluso su déficit figura como una causa de ronquera”. La caída del pelo la rebaten con sus datos: “Aproximadamente un tercio de las mujeres experimentan pérdida y adelgazamiento del cabello con el envejecimiento, coincidiendo con la disminución de la testosterona. Y dos tercios de aquellas que han sido tratadas con implantes subcutáneos tienen un nuevo crecimiento del pelo en el cuero cabelludo durante la terapia”. Ambos señalan también que existe una “abrumadora evidencia biológica y clínica de que la testosterona tiene un efecto cardíaco protector”, que aplicada en gel, parche o implante subcutáneo evita el paso por el hígado y no tiene efectos adversos y que no causa agresividad ni riesgo de cáncer, “incluso podría frenar el crecimiento del tejido mamario”.
Terapia sexual integral
¿De dónde viene por tanto la mala fama de esta hormona? “Muchos de los mitos son extrapolaciones de los efectos adversos del uso a muy altas dosis de anabolizantes, que nada tienen que ver con la testosterona bioidéntica que busca reponer los niveles fisiológicos que teníamos en nuestra juventud”, sostiene el doctor Iván Moreno.
“En Inglaterra y Australia, la testosterona tiene licencia y se ha utilizado en mujeres durante más de 60 años”, insisten Glaser y Dimitrakakis. En España, además de las primeras fórmulas magistrales, se comercializaron años atrás “unos parches que se colocaban en la espalda, el brazo o el glúteo. Funcionaban, pero estamos poco acostumbrados a trabajar con testosterona en mujeres, y en aquella época aún lo estábamos menos; se utilizaron poco y dejaron de venderse”, apunta Francisca Molero.
“Llegaron antes de tiempo”, dice la ginecóloga. ¿Estamos ahora preparadas para estas nuevas terapias? “Yo las he usado con algunas de mis pacientes, pero me ha costado tiempo convencerlas, las mujeres siguen siendo reacias cuando esta hormona se relaciona con la sexualidad. Y para activar el deseo necesitas de una terapia sexual integral, si no, no funciona. Pero a las dosis correctas y con los controles necesarios, la testosterona ni cambia la voz ni hace que se caiga el pelo. Y si en tres meses no resulta eficaz, se deja de tomar y listo”, dice la experta.
“Cada mujer somos un mundo y todo depende de las expectativas que tengas. Si crees que te vas a aplicar esa crema y además de mejorar la libido vas a ganar calidad de sueño, de piel y evitar los sofocos y sudoraciones, quizá te decepciones. Pero sólo con que funcione en un aspecto o dos, merece la pena”, concluye Elsa Anka.