Duelo Migratorio| Por: Jacqueline Núñez

Jacqueline Núñez

Agosto 2024

Todos tenemos una silla vacía, una habitación con ropa y pertenencias de alguien que decidió hacer maletas y explorar nuevas tierras para conseguir una mejor calidad de vida.

El duelo migratorio es un proceso emocional complejo que experimentan las personas que se mudan a un nuevo país.

Involcura la pérdida de muchas cosas importantes, como familia, amigos, hogar, cultura y rutina.

Este proceso se vive en doble vía, los que se van y los que se quedan.

Muchas veces me pongo a pensar, ¿somos más valientes los que nos quedamos o son más valientes los que se fueron?

La respuesta es compleja incluso imposible de responder, no la pasa bien el que está lejos así como tampoco el que está aquí, no se trata incluso de económia, sino de relaciones humanas.

La migración venezolana inicio en el año 2000, convirtiéndose en un éxodo desde 2015, cuando la escasez de alimentos se hizo evidente, la inestabilidad económica y por consiguiente la laboral, llevaron a la población a una desesperación por cubrir las necesidades más básicas para vivir.

El éxodo no para, tenemos más y más amistades y familiares que deciden marcharse; lo que me hace pensar ¿Qué hago aquí? ¿Qué posibilidad tengo de mejorar o simplemente mantener una cálida de vida mínima?, ¿Será tiempo de también tomar maletas e irme?, ¿Si acá no he podido lograr los objetivos al 100%, en otro lugar lo podré lograr?

En 2019, creamos en la @guaridadelasfeminas un taller llamado “Superemos juntas al dueño migratorio”, todo muy conmovedor con dinámicas optimistas, albergando esperanzas de los reencuentros.

Recuerdo que la mayoría de las asistentes eran abuelas entre 60 y 75 años, quienes añoraban tener a sus hijos y nietos más cerca, nos contaban sus miedos de irse y no tenerlos cerca en la última despedida.

En estás últimas semanas he escuchado masivamente, de nuevo “me voy del país”, “hice todo lo posible para no tomar esta decisión tan terrible”.

Se me arruga el corazón, particularmente me quedé sin amigos, sin mis sobrinos, hermanos.

Es un duelo migratorio continuo, en doble vía, que parece no parar por lo menos a corto plazo, seguiremos diciendo adiós y quizá también sea yo la que se despedida.

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