Fuente: Diario Tal Cual
Por Luis Ernesto Aparicio
14 de septiembre 2023
La nobleza de la democracia se vuelve a imponer en Centroamérica y en ella esa porción que se encuentra un poco más al norte: México. Tenemos el resultado electoral en Guatemala con Bernardo Arévalo, un centroizquierdista con el que nadie contaba en las pasadas elecciones presidenciales del 20 de agosto. El otro evento, llama la atención por estar ocurriendo en un país que ha sido, por mucho tiempo, tomado como la cuna de los «machos».
Y es que, en México, dos mujeres se medirán en las próximas elecciones presidenciales de 2024. Un acontecimiento que puedo considerar inédito porque ya no estará un hombre de por medio –aunque en las últimas horas el ultraconservador devenido en guionista cinematográfico Eduardo Verástegui se prepara para presentar su candidatura, pero todavía tiene mucho por recorrer– en la disputa presidencial, lo que sin duda desembocará en la primera mujer al frente del gobierno de ese país.
Desde ahora, dos nombres de mujeres tendrán eco en la política mexicana: Xóchitl Gálvez quien encabeza la opción opositora y Claudia Sheinbaum, del partido oficialista Morena. Acontecimiento que abre más espacios para la lucha de la mujer por la igualdad y la violencia, sobre todo en un país en donde se calcula que son asesinadas 10 mujeres al día.
Ellas tendrán que enfrentar, no solo a su contrincante de su mismo género, sino también a los hombres que intentan sujetarse al volante del poder y por supuesto a la violencia que se va produciendo casi a sus alrededores.
En el caso de Sheinbaum, tendrá que, junto al presidente López Obrador, resolver el conflicto interno que se ha desatado por las denuncias del excanciller de su misma tolda política Marcelo Ebrard, sobre el proceso de selección de la hoy candidata a la presidencia. El exfuncionario, amenaza con crear un sisma dentro de Morena por el hecho de asomar la posibilidad de entrar a la contienda electoral bajo el paraguas de otra organización política diferente.
Mientras, con el anterior conflicto del oficialismo en ciernes, para Gálvez se abre la posibilidad de conseguir lo que otros en la oposición, no han logrado en 5 años y es presentar una propuesta diferente, novedosa y solida que produzca el efecto de atracción que necesitan los partidos que le apoyan para derrotar al oficialismo.
Ambas mujeres, tienen, todavía, un prolongado camino que recorrer de aquí al 2024. Una y otra tendrán que demostrar sus habilidades políticas para resolver los escollos y acertijos que se van presentando en su recorrido a la presidencia. Pero eso será otro asunto.
Lo importante para destacar con la presencia de estas dos mujeres es que la participación de ellas en la política es fundamental para una democracia justa e inclusiva. El hecho de que dos mujeres estén compitiendo por la presidencia es un reflejo del progreso que se ha logrado en los últimos años. La candidatura de dos mujeres a la presidencia puede inspirar a otras mujeres a participar en la política y aspirar a cargos de liderazgo.
Y no es que en nuestro continente no hubiéramos tenido mujeres dentro de la política o ejerciendo cargos importantes como una presidencia de algún país. Creo que entre Europa y Latinoamérica se podría equilibrar la presencia de mujeres al frente de gobiernos.
Violeta Chamorro fue la primera mujer electa presidente en 1990, luego Michelle Bachelet; Dilma Rousseff; María Luisa Ibarra y Xiomara Castro, fueron algunas de las mujeres que se han desempeñado como primeras mandatarias, una con más éxito que la otra, pero resultaron electas producto del ejercicio principal de la democracia: el voto.
No se trata de que estuviera aupando a alguna candidata que tenga legítima aspiración en alguna elección presidencial próxima y que en realidad pudiera competir sin impedimento alguno. Mi punto se concentra en el hecho de que la participación de mujeres como candidatas presidenciales forma parte fundamental para garantizar una representación política diversa y equitativa que fortalezca a la democracia en nuestra región.
Promover la inclusión de mujeres en la política es esencial para reflejar la pluralidad de la sociedad y para abordar las preocupaciones y perspectivas específicas de las mujeres, quienes deben estar concentradas en campañas electorales con la inclusión y no con la dispersión dentro de sus narrativas, alejadas, además, de elementos como la amenaza vacía y la venganza como objetivo final.