Fuente: EFE
Por: Laura de Grado
15 de agosto 2024
El 15 de agosto de 2021, Kabul cayó nuevamente en manos de los talibanes, lo que supuso el inicio de un régimen que rápidamente demostró su intención de revertir las libertades y derechos conquistados en Afganistán durante las dos décadas anteriores. Para las mujeres afganas, esta fecha se ha convertido en un recordatorio amargo de la pérdida de derechos fundamentales y el comienzo de una era de represión que, tres años después, sigue imponiéndose con una dureza implacable.
Sin embargo, en medio de este oscuro panorama, las mujeres afganas no han dejado de resistir y se han organizado tanto dentro como fuera de su país para luchar por sus derechos y su libertad.
El regreso de los talibanes al poder después de 25 años trajo consigo una serie de medidas que rápidamente despojaron a las mujeres de cualquier tipo de participación en la vida pública. Las promesas iniciales de respetar sus derechos dentro de los límites de la ley islámica se desvanecieron en cuestión de semanas y lo que siguió fue una cascada de prohibiciones que relegaron a las mujeres a la invisibilidad.
Tres años de restricciones sobre los derechos de las mujeres
Entre las restricciones más severas se incluyen la segregación por sexos en lugares públicos, la imposición del uso obligatorio del burka y la obligación de llevar el velo. Además, las mujeres ya no pueden viajar largas distancias sin estar acompañadas por un familiar masculino.
En diciembre de 2022, se implementó la prohibición de que trabajen en ONG, en la ONU y estudien en la universidad, sumándose a la prohibición previa de la educación secundaria femenina. También se les ha vetado el acceso a los salones de belleza, eliminando uno de los pocos espacios donde podían interactuar y encontrar cierta autonomía.
A esta larga lista de restricciones se suma una nueva amenaza: en marzo de 2024 los talibanes plantearon públicamente la posibilidad de reinstaurar la lapidación como castigo para las mujeres acusadas de adulterio, una práctica brutal que marcaría un regreso a los métodos más extremos del régimen fundamentalista anterior.
Millones de afganas han sido excluidas del sistema educativo
Según un informe reciente de ONU Mujeres, desde agosto de 2021, el 98 % de las mujeres afganas asegura tener una influencia limitada o nula en las decisiones de sus hogares y comunidades. No se permite que ocupen cargos de liderazgo en ningún nivel de gobierno, y su presencia en las estructuras que controlan los talibanes se limita a roles de vigilancia sobre otras mujeres.
En los últimos tres años, a 1,1 millones de niñas se las excluyó del sistema educativo formal a nivel secundario, y aunque las escuelas primarias permanecen abiertas para ellas, la matrícula ha disminuido drásticamente debido a la inseguridad y las normas sociales restrictivas.
Esta pérdida de derechos sin precedentes ha devastado el bienestar emocional y psicológico de las afganas. ONU Mujeres informa que el 68 % de las encuestadas considera que su salud mental es mala o muy mala y el 8 % ha presenciado intentos de suicidio entre otras mujeres o niñas en su comunidad.
Las restricciones también afectan a las periodistas, quienes no pueden trabajar con hombres ni desplazarse sin un acompañante masculino. Entre el 80 % y el 90 % de ellas han perdido sus empleos desde la toma del poder de los talibanes, muchas eran el único sostén de sus familias.
La resistencia de las mujeres afganas continúa viva
Pese a la represión, la resistencia continúa viva dentro de Afganistán. Ejemplos de esta valentía se encuentran en iniciativas como las escuelas clandestinas, que ofrecen educación a niñas a pesar de las prohibiciones impuestas por los talibanes. Estas escuelas operan en secreto, con el apoyo de organizaciones internacionales y de la ONU, que financian la educación en línea para garantizar que las niñas puedan continuar con su aprendizaje.
El Afghan Women Business Hub, fundado por Shams Mohammadi, es otro faro de esperanza. Este taller ofrece empleo a más de 50 mujeres, muchas de las cuales han tenido que abandonar la educación formal.
A través de este proyecto, las afganas aprenden técnicas de costura y otras habilidades artesanales que les permiten generar ingresos, desafiando la prohibición talibana sobre el empleo femenino.
Otra muestra de resistencia de las afganas se dio en Kabul, donde la institución educativa United Stars organizó un concurso de dibujo exclusivamente para mujeres. Este evento permitió a más de 120 estudiantes expresar sus talentos artísticos y abogar por la reapertura de las escuelas para niñas. A través del arte y la educación no formal, estas jóvenes están encontrando maneras de desafiar el status quo y mantener viva la llama de la educación.
Para las afganas que lograron escapar del régimen talibán, el exilio no ha significado el fin de su lucha. Muchas de ellas se han organizado y creado redes de apoyo para ayudar a quienes permanecen en el país. La Red de Mujeres Parlamentarias y Líderes Afganas (AWPLN) es una de estas iniciativas.
Fundada por mujeres exiliadas, esta red se dedica a brindar apoyo y visibilidad a las afganas que siguen bajo la represión talibana, al tiempo que aboga por sus derechos a nivel internacional.
La lucha de las juezas afganas en el exilio
Lo mismo han hecho las juezas afganas que se vieron obligadas a huir del país en 2021 debido a la persecución talibana. Estas profesionales, muchas de las cuales han recibido reconocimiento internacional por su valentía, continúan luchando por la igualdad y los derechos de las mujeres desde el exterior.
Un ejemplo de esta lucha es Nazima Nerabi, una jueza afgana especializada en la lucha contra el terrorismo, quien tuvo que huir de Afganistán cuando los talibanes tomaron Kabul.
Hasta ese momento, Nazima trabajaba en el tribunal especial para delitos contra la seguridad en la cárcel de Bagram, lidiando con casos relacionados con los talibanes. Su activismo y su trabajo la pusieron en la mira del régimen, y ante el temor por su seguridad y la de su familia, escapó a España, donde ahora reside.
A pesar del exilio, Nazima continúa alzando su voz y denunciando que las mujeres en Afganistán son borradas de la vida pública: “Las mujeres no tienen derechos, no pueden estudiar ni trabajar”, afirmó en una entrevista con Efeminista.
Nazima es una de las 190 juezas afganas que lograron huir del país gracias a la ayuda de la Asociación Internacional de Juezas, de las aproximadamente 270 que ejercían en Afganistán antes del nuevo ascenso de los talibanes.
A nivel internacional, el apoyo a las mujeres afganas no ha cesado. Organizaciones como la Unesco han impulsado diversas iniciativas para sortear estas prohibiciones y continuar promoviendo la educación femenina. Entre ellas, se encuentran emisiones de radio y televisión como Radio Begum y Begum TV, así como programas de acceso comunitario que buscan proporcionar el aprendizaje activo en las comunidades locales
Por ejemplo, la emisora Radio Begum (‘princesa’) emite seis horas al día de programas educativos en pastún y dari, aunque enfrenta limitaciones relacionadas con la profundidad de los contenidos, especialmente en matemáticas o ciencias.
El gesto de la b-girl afgana en los Juegos Olímpicos
Uno de los gestos más visibles de apoyo internacional se produjo durante los Juegos Olímpicos de París 2024, donde la b-girl afgana Talash (21 años) fue descalificada por mostrar un mensaje político en su vestimenta que pedía la liberación de las mujeres afganas. Este acto de protesta, aunque castigado por las reglas del Comité Olímpico Internacional, resonó a nivel mundial y destacó la difícil situación de las mujeres en Afganistán.
Antes de su participación, Talash afirmó decidida en una rueda de prensa en la sede del Comité Olímpico Español que utilizaría su presencia en los Juegos para contar “cómo están las mujeres en Afganistán”.
“Las chicas que ahora están en Afganistán no pueden hacer nada, no pueden estudiar, salir de casa, escuchar música, bailar… Yo estoy aquí para poder contar cómo están mis chicas en Afganistán, quiero hacer algo por ellas”, subrayó la deportista.
“Necesitamos acción”
La solidaridad también también ha inundado el ámbito digital a lo largo de estos tres años. Tras la prohibición impuesta en 2021 por los talibanes que excluye a las mujeres de la educación universitaria, las imágenes y testimonios de estudiantes afganas lamentando la pérdida de sus sueños se volvieron virales.
Los hashtag #LetHerLearn y #LetAfghanGirlsLearn se convirtieron en un poderoso movimiento en redes sociales y símbolos de la lucha por el derecho a la educación y el rechazo a la opresión.
Para las activistas afganas, sin embargo, es el momento de convertir ese apoyo en acciones concretas. Marzia Babakarkhail, jueza y defensora de los derechos de las mujeres, recuerda que es crucial que cada activista y organización feminista eleve su voz y exija el respeto a los derechos de las mujeres afganas.
“No olviden la situación de las mujeres en Afganistán(…) Estamos hartas de la simpatía, necesitamos acción”, clama Babakarkhail.