Fuente: La Voz de Galicia
Por Ana Belenda
3 de octubre 2023
La brecha de género es la maternidad. El problema hoy no es el techo de cristal, es el «en casa lo hago todo yo», apuntan los resultados de la investigación de esta consultora experta en market intelligence, según la cual el 70 % de las mujeres que conviven con un hombre en España hacen el doble o el triple de tareas domésticas y en relación con el cuidado de los hijos. ¿Conoces el Termómetro de la Equidad? Hablamos con su creadora.
La «losa» no es un villano de Marvel ni un fenómeno paranormal. Es un fenómeno común en los hogares, una anomalía en el reparto de las ocupaciones domésticas bajo el paraguas del amor. «¿Si me quieres, limpia por mí?» Qué cómoda para algunos esa clase de amor, desigual. A los 47 años, la investigadora y divulgadora Laura Sagnier, licenciada en Ciencias Económicas, y que ha dedicado 25 años a la consultoría de market intelligence, fue diagnosticada de burn out y comenzó un proyecto en relación con esa carga que pesa sobre todo en las mujeres entre las cuatro paredes del hogar, y que a ella le dio un giro de carrera y de vida tras el diagnóstico de estrés laboral. «Lo que he aprendido es que, si quiero que la gente me escuche, no puedo usar términos como feminismo o patriarcado. Se está generando una corriente anti todo eso», advierte la consultora y activista pro-igualdad que firma el estudio Las mujeres hoy, ilustrado por Javi Royo. «Veo que hay muchas mujeres que se han dado por vencidas y tirado la toalla, y es un gran error. Cargar la ‘losa’ acaba destruyéndote y es mal ejemplo para tus hijos», subraya.
Entre los costes de esa «losa de hormigón» que la experta encuentra en el reparto desigual de las tareas familiares, se cuentan perjuicios personales y sociales. Entre los primeros, la incidencia en la salud mental de las mujeres, abandono del trabajo o una situación económica más precaria. Entre los sociales, aumento de costes para las empresas y la Seguridad Social y disminución de la natalidad (las mujeres tienen menos hijos de los que querrían o renuncian, directamente, a ser madres).
—Para explicar «feminismo» vale perfectamente el Diccionario de la RAE. «Patriarcado» ya es una palabra más difícil.
—Cuando preguntas en España «¿eres feminista?», el 58 % de las mujeres dicen que sí. Por lo tanto, ojo a ese 42 % que rechazan el término.
—Hay mujeres que creen en la igualdad, pero no se ven ni quieren ser «feministas». ¿Por qué?
—Como soy consultora y me he dedicado toda la vida a pensar con mis clientes qué hacer para que sus negocios funcionen mejor, veo dos posturas. Una es la que he intentado, sin éxito, durante los últimos cuatro años: convencer a mis amigas que decían «no soy feminista» de que lo sean. Y otra: ahora lo que quiero es explicar lo que han de dejar de hacer y han de pasar a hacer para que sus hijas tengan una vida más fácil. Cuando en la investigación, preguntábamos: «¿Crees que mujeres y hombres tienen las mismas oportunidades?», el 70 % de las mujeres decían que no, que no tenemos las mismas oportunidades.
—¿Qué pasa con el 30 % de las mujeres que sí ven que hay igualdad de oportunidades?
—Que son privilegiadas. Yo misma estaba en esa situación. Pensaba que las mujeres ya teníamos las mismas oportunidades. Y te cuento por qué. Yo soy mujer, nací en Barcelona, en una familia en la que nunca me ha faltado de nada, una familia de tres hermanas en la que mi madre y mi padre siempre nos han dado mucho cariño. No he podido ver si a mi hermano le trataban diferente que a mí, éramos chicas. Fui a un colegio de monjas. Y estudié lo que quise, me casé con quien quise, me puse a trabajar, en mi mundo laboral nunca sentí ninguna discriminación…
—¿Ni siquiera al ser madre?
—Ni siquiera al ser madre… Yo estaba en una posición con responsabilidad. Era autónoma. Decidí que daba el pecho al bebé tres meses; no sentí presión en esto. Llegué a los 47 años dirigiendo una consultora en la que empecé a trabajar en prácticas. Llevo toda la vida en la misma compañía. La dirigí durante seis años y después de esos años en los que me había creído que era una superwoman (¡el timo de la superwoman me lo creí!) llegó un día a los 47 años en que me diagnosticaron estrés laboral, lo que llaman burnout [quemada], y me obligaron a parar de trabajar dos años. Como nunca había estado parada, decidí hacer en ese tiempo una investigación de las mujeres en España usando las metodologías que he utilizado para mis clientes toda la vida. Pedí ayuda a PRM, la consultora donde trabajo. Me pareció que tener esta investigación (que me he pagado yo) sería una buena fuente de información para las mujeres de mi entorno.
—¿Así llevaste a cabo el estudio «Las mujeres hoy: cómo son, qué piensan y cómo se sienten las mujeres»?
—Sí, la investigación es del 2015 y fue editada por Planeta en el 2018. Además, mis hermanas y yo teníamos hijas las tres. Pensé: «Si a mis clientes los resultados de mis investigaciones les ayudan, les explicaré a mis hijas las conclusiones de este estudio». Como mamá Laura y como tía Laura, no me hacen caso. Así que pensé que les explicaría los resultados de un estudio con una muestra de 2.400 entrevistas a mujeres.
—¿Cómo fue tu giro laboral?
—En la pandemia tuve que reinventarme. Creé el concepto «losa de hormigón» y convencí a Javi Royo de que lo ilustrase. Le dije: «Javi, necesito que hagas una ilustración, porque la gente no lo está entendiendo».
—¿La brecha laboral entre hombres y mujeres, y esa losa en casa, se explica con la maternidad?
—Cuando hice esta investigación en el 2015, detecté brechas y brechitas, pero para mí la más contundente fue lo que llamo «la losa de hormigón». En ese momento, el 70 % de las mujeres que vivían con un hombre estaban realizando el doble o el triple de tareas que ellos. El día tiene 24 horas. El problema de las mujeres no está fuera. Si haces el doble de tareas en casa que tu pareja eso quiere decir que te quedas sin tiempo para ti. En mi entorno las mujeres estábamos cansadas, y yo pensaba: “Qué infelices las mujeres”. No; en el estudio, claramente, lo que se concluye es que no hay una infelicidad, lo que hay es agotaminto. A la vista de los resultados, mi principal mensaje es que, si no logramos que haya igualdad entre las cuatro paredes de casa, es una utopía que haya igualdad en el resto de los ámbitos de nuestra vida. Porque esto es como un pez que se muerde la cola. Las mujeres solemos ser lo que llamo «la directora general de la casa». Si es tu elección y te gusta así, perfecto. Pero para la mayoría, eso no es una elección.
—¿La igualdad jurídica está conseguida en España?
—Hoy en día, en España las leyes ya son igualitarias. Pero ahora debemos resolver lo que pasa dentro de las casas, y eso es lo más complicado, ahí no hay leyes… En casa, debes ser consciente de los peligros que tiene esa losa de hormigón. Una vez que seas consciente de estos peligros, la cuestión es que reestructuréis vuestra vida en casa.
—¿Se puede romper la losa?
—Se puede romper, pero no es nada fácil, es un trabajo. Es más fácil si lo construyes desde el principio, incluso antes de convivir con alguien o de tener hijos.
—¿Una de las claves es rebajar el nivel de autoexigencia?
—Sí. Antes de mi episodio de burnout no pensaba así. Yo estaba en un mundo de hombres, y sin esa autoexigencia no habría llegado a dirigir la compañía. Pero para ser coherente tienes que tener los datos de cuánto implica cada cosa.
—Explícanos qué es el Termómetro de la Equidad. ¿Qué mide y cómo?
—Siempre recomiendo hacerlo después de haber leído el libro. El test del Termómetro de la Equidad es un algoritmo. Respondes con tu pareja unas preguntas, se tarda en responder una media de entre ocho y quince minutos. Imprescindible contestar en pareja, porque, si no, no sirve de nada. Yo recibo testimonios preciosos de esto, mujeres que me dicen: «He encontrado la manera de hablar de este tema con mi pareja, cuando él no me entendía». Son una serie de preguntas en las que se responde qué hace cada uno en las diferentes tareas de la casa y respecto al cuidado de los hijos. El termómetro tiene cuatro apartados: la carga mental, el trabajo remunerado, el no remunerado de la casa, y el de cuidado y educación de los hijos. Con las respuestas se hace una estimación del nivel de equidad en la pareja. Al final, recibes un resultado de 0 a 100, donde 0 es “tu relación no es nada equitativa” y 100 “muy equitativa”. Lo importante del termómetro, más que el resultado final, es el proceso de habla y ver a partir de ahora qué hacemos en casa, por ver si lo podemos hacer mejor.
—¿Qué tal el nivel en España?
—Según los resultados, más del 60% de las parejas españolas no son equitativas. En España, soportan esta losa de la que hablo el 62% de las mujeres que conviven con un hombre. Han contestado ya el test 7.000 parejas de 34 países. En España, lo han hecho unas 2.000 parejas. El cambio está claro que debe empezar dentro de casa. Pero te digo que doy charlas a jóvenes que a veces me dan ganas de ponerme a llorar…
—Muchas no se dan por enteradas. Algunas muy jóvenes. En el caso de las jóvenes, cuesta creerlo…
—Muchas no se enteran de lo que pasa. Yo misma me enteré a los 47 años, cuando hice la investigación. Si yo me di cuenta a los 47, tu hija, que vive en un mundo más igualitario, lo tiene más difícil. Y lo que veo también es que ya hay muchas mujeres que han tirado la toalla, que dicen: «Si quiero vivir con él, me tengo que comer todo esto con patatas».
—Diría que es una postura mayoritaria…
—Esa postura es un error, es pan para hoy y hambre para mañana. Primero, porque estoy educando mal a mis hijos y a mis hijas; no los educo igual. Y me estoy cargando mi salud física y mental. Si cargas la losa de hormigón durante 23 años, acaba destrozándote. De acuerdo con los resultados del Termómetro y del estudio que presenté antes del verano Las mujeres y los hombres, HOY. ¿Igualdad o desigualdad?, un reparto equitativo de las tareas familiares aumenta el nivel de felicidad tanto de las mujeres como de los hombres (reduce hasta un 26 % la infelicidad en pareja en el caso de ellos y hasta un 38 % en el caso de ellas).
-¿Qué me dices de las mujeres que se pegan el maratón (dejar comida en tuppers, la ropa de varios día preparada, la agenda de actividades pegada en la nevera) para poder ausentarse unos días de casa?
-No han entendido dónde está el problema. Cuando la mujer es económicamente independiente, no está dispuesta a aguantar esto. En la investigación del 2015, las mujeres que tienen lo que yo llamo tres frentes en la vida (que viven en pareja, tienen trabajo remunerado y además tienen hijos) están trabajando el mismo número de horas que las mujeres que tienen hijos y trabajo remunerado y no viven en pareja. Es decir, a una mujer tener a un hombre en casa, en la mayoría de los casos, no le resta ni media hora de trabajo al día. ¿Medir lo que hace cada uno, repartir el trabajo de casa y el cuidado de los hijos, no es amor? ¿No es amor que en una pareja se cuiden los dos?