Hija, sobrina y nieta de militares, la candidata a la vicepresidencia agita la batalla cultural de la ultraderecha en Argentina
Fuente: El País (España)
Por Mar Centenera
18 de septiembre 2023
El 7 de diciembre de 2021, la legisladora electa Victoria Villarruel (Buenos Aires, 48 años) entró con paso firme a la Cámara de Diputados de Argentina para tomar posesión de su cargo. “Por las víctimas del terrorismo, sí, juro”, dijo esta abogada, nacida en una familia militar un año antes del último golpe de Estado. Su juramento recibió silbidos desde algunas bancas, pero era una reacción para la que estaba preparada. En sus mítines, la número dos del partido de ultraderecha La Libertad Avanza (LLA) hacía meses que instaba a los argentinos a “no sentir vergüenza por defender la vida, la libertad y la propiedad”, a no dejarse silenciar ni a pedir permiso por expresar sus ideas y valores. Erigida en cruzada de una batalla cultural para transformar Argentina, Villarruel se fundió ese día en un abrazo con Javier Milei, el economista que encabeza el partido, y enfiló hacia su escaño con una gran sonrisa.
La primogénita del matrimonio de Eduardo Villarruel y Diana Destéfani nació el 13 de abril de 1975 en la capital argentina. Era bebé cuando su padre, integrante del Ejército, fue enviado al norte del país como parte del Operativo Independencia —iniciado en democracia y continuado en dictadura— contra guerrilleros del Ejército Revolucionario del Pueblo (ERP). A diferencia de otros militares condenados por violaciones de derechos humanos perpetradas durante ese operativo, considerado el puntapié inicial del terrorismo de Estado, el teniente coronel nunca estuvo en el radar judicial. El oficial de inteligencia Ernesto Villarruel, tío de la diputada, sí. En 2015, un juez lo procesó por el presunto delito de privación ilegal de la libertad en el centro clandestino de detención El Vesubio, aunque después decidió no avanzar contra él al considerar que no estaba en condiciones de salud para afrontar un proceso.
Revolución conservadora
La fórmula liderada por Milei y Villarruel fue la más votada en las elecciones primarias del pasado 13 de agosto, con casi el 30% de los votos. Las encuestas —que no anticiparon ese triunfo— sitúan ahora a la dupla como favorita para las generales del 22 de octubre. Mientras Milei promete un cambio radical en las políticas económicas —con la dolarización como mascarón de proa— Villarruel abandera una revolución conservadora contra el aborto, la diversidad sexual y las políticas de igualdad de género que han situado a Argentina a la vanguardia de estos derechos en Latinoamérica.
“Defiendo el derecho a la vida porque la vida comienza en la concepción y así como yo tuve derecho a nacer quiero que pueda tenerlo cualquier otro ser humano más allá de si es o no deseado. No es una cuestión de religión, es biología pura y quien la niega vive en un oscurantismo que nos está costando vidas inocentes”, responde Villarruel por escrito a EL PAÍS. La candidata ha expresado durante la campaña que es partidaria de derogar la Ley de interrupción voluntaria del embarazo aprobada en 2020, pero evita contestar si, de lograrlo, buscará que se persiga penalmente a las mujeres que aún así lleven adelante su decisión de abortar. En los dos últimos años, el sistema de salud de Argentina registró más de 130.000 abortos.
La agenda conservadora hermana a Villarruel con el bolsonarismo en Brasil, el trumpismo en Estados Unidos y con Vox en España, con quien mantiene vínculos desde hace años a través de su vicepresidente, el hispano-argentino Javier Ortega Smith-Molina. “Como dicen mis queridos amigos de Vox en España: si amás a tu país y te animás a decirlo, sos facho. Si te quejás de cómo te ahorcan con los impuestos, no sos solidario y sos facho. Si no estás de acuerdo con el feminismo hembrista y con la ideología de género que discrimina entre los hombres y las mujeres y privilegia a unos sobre otros, sos machista y por supuesto sos facho. Si defendés tu casa o tu tierra y exigís al Gobierno que no te la usurpen los delincuentes o los mapuches sos racista y por supuesto sos facho. Los progres nos impusieron la dictadura de lo políticamente correcto y nos miran desde su dudoso pedestal de superioridad moral mientras nos callan”, decía la candidata en el cierre de la campaña electoral en 2021.
Los lazos en España de Villarruel fueron el puente para conectar a Milei con Vox. El partido de Santiago Abascal recibió al economista con los brazos abiertos el pasado octubre y él les correspondió. “Siempre me voy a sentir cómodo entre aquellos que defienden la libertad frente a todas las amenazas que se ciernen sobre ella, como el comunismo que la azota”, dijo Milei en el festival organizado por el partido ultra a las afueras de Madrid.
La melena larga y lacia de Villarruel carece del protagonismo de la de su compañero de fórmula. La candidata usa un maquillaje sobrio y sus gestos son menos histriónicos que los de Milei. Pero su moderación desaparece al hablar, lo que ha convertido en blanco de numerosas críticas. “Cada injuria que me dijeron, genocida, fascista, racista, homofóbica, negacionista, todo eso lo recibo con una sonrisa”, agregaba en otro mitin.
Seguridad y defensa
De llegar a la Casa Rosada, tendrá a su cargo las carteras de Seguridad y Defensa. A diferencia de los recortes anticipados por Milei en áreas como ciencia, salud y educación, la candidata promete ampliar el presupuesto militar. Las Fuerzas Armadas protagonizaron seis golpes de Estado entre 1930 y 1976. Desfinanciadas desde el fin de la última dictadura, han dejado de ser un actor relevante en la política argentina, que este año celebra 40 años ininterrumpidos de democracia.
La diputada busca el apoyo de las bases conservadoras para su primer y gran caballito de la batalla cultural: dinamitar el consenso sobre los delitos de lesa humanidad perpetrados por la dictadura y cambiar el relato sobre la violencia política de los años setenta.
La pelea incluye el lenguaje. En sus discursos rechaza “la dictadura del pensamiento único”, “la dictadura de las minorías”, pero evita usar ese término para nombrar al régimen que gobernó Argentina entre marzo de 1976 y diciembre de 1983. Habla, en cambio, de Gobierno de facto. “Lo ocurrido en Argentina fue un conflicto armado interno, una guerra de baja intensidad”, decía la candidata a principios de 2021 en una charla difundida a través de sus redes sociales sobre la década de los setenta. Para la diputada, la historia que se cuenta en escuelas y universidades es “parcial y tergiversada” porque silencia la violencia ejercida por organizaciones guerrilleras como el ERP y Montoneros, de origen peronista. Considera “un mito” la cifra de 30.000 desaparecidos defendida por los organismos como Madres y Abuelas de Plaza de Mayo.
Villarruel arremete a menudo contra estas organizaciones y sus referentes, símbolos de la lucha por los derechos humanos en Argentina. La semana pasada disparó sus dardos contra la presidenta de Abuelas de Plaza de Mayo, Estela de Carlotto. “La verdad es que Carlotto ha sido un personaje bastante siniestro para nuestro país porque con ese cariz de abuelita buena la realidad es que ha justificado el terrorismo”, sostuvo Villarruel. La hija de la presidenta de Abuelas, Laura Carlotto, era militante de la Juventud Universitaria Peronista cuando fue secuestrada en noviembre de 1977. Estaba embarazada de tres meses. Los militares la tuvieron detenida en un centro clandestino hasta que se puso de parto, el 28 de junio de 1978. Dio a luz esposada en una camilla del Hospital Militar y le arrebataron al recién nacido. Laura fue asesinada dos meses más tarde y su hijo creció en una familia que lo crió como propio; vivió sin conocer su verdadera identidad hasta 2014.
“Viene a reclamar algo cuando tendría que estar admitiendo que por supuesto puede sentir dolor por la muerte de su hija, pero tiene que contar que su hija era combatiente de Montoneros. Entonces digamos todo. Carlotto es una gran muestra de la gran hipocresía de la izquierda”, señaló Villarruel. Carlotto, de 92 años, le respondió: “45 años hace que estoy luchando y arriesgando la vida; me quisieron matar. Eso es mi vida. No tiene sentido lo que diga esta bestia porque así es, no es un ser humano, es una bestia”.
Reuniones con Videla
La candidata a vicepresidenta visitó al dictador Jorge Rafael Videla, fallecido en 2013, cuando estaba en la cárcel. Lo hizo, dice, como parte de la investigación para sus libros —Los llaman… jóvenes idealistas y Los otros muertos— en los que reúne los nombres de más de un millar de víctimas de las guerrillas.
Como parte de la delgada línea sobre la que camina, admite que en la dictadura se cometieron violaciones de los derechos humanos y dice que le parece bien que los crímenes sean juzgados, pero exige el mismo trato para los integrantes del ERP y de Montoneros. “Mi familia sufrió al terrorismo aunque afortunadamente sin padecer el fallecimiento de un ser querido. Pero me gustaría destacar la historia de Arturo Mor Roig, un español que vivió en Argentina donde formó su familia, se dedicó a la política y fue asesinado por Montoneros en plena democracia. España nunca reclamó por él ni hizo valer sus derechos frente a la discriminación entre víctimas que hizo el Estado argentino”, responde. “He demandado legalmente que se le otorgue el derecho a las víctimas del terrorismo de llevar a los estrados a los terroristas, cuestión que el Estado ha denegado en protección de su impunidad”, añade. La Justicia considera prescritos los crímenes que denuncia Villarruel.
Su influencia sobre Milei se ha hecho más evidente con el paso de los meses. El candidato a presidente por La Libertad Avanza se había mantenido alejado del debate sobre la cifra de desaparecidos, pero al ser preguntado en una rueda de prensa en Tucumán respondió que el hecho de “que la izquierda haya logrado imponer en la batalla cultural este tipo de cuestiones no quiere decir que sea verdad”. “¿Me podés mostrar la lista completa de los 30.000 desaparecidos?”, le preguntó a una periodista. La semana pasada, Milei usó el pasado en Montoneros de su rival por Juntos por el Cambio, Patricia Bullrich, para atacarla. “Están poniendo una candidata a presidenta que tiró bomvas en los setenta”, señaló. “Yo superé la violencia”, le respondió Bullrich. Villarruel ha logrado que su agenda quede en el centro del debate.