Fuente: EFE
5 de julio 2024
Hay tóxicos presentes en el ámbito de la alimentación, los denominados disruptores endocrinos, que impactan en la salud y, en el caso de la mujer, pueden originar menopausia prematura, problemas de fertilidad, dolencias cardiovasculares o mayor riesgo de cáncer de mama y enfermedades crónicas.
“Los disruptores endocrinos (EDC) son sustancias químicas exógenas capaces de actuar como hormonas y, por lo tanto, de interferir en los procesos en los que intervienen las hormonas, de forma que generan desequilibrios hormonales que pueden desencadenar daños en el sistema reproductor y en el sistema inmunitario, así como alteraciones del sistema neurológico o dolencias metabólicas e incluso cáncer”, como ocurre en el caso de la mujer.
Lo explica Marta Massip, profesora de Estudios de Ciencias de la Salud y directora del diploma de experto de Nutrición y Estilos de Vida Saludables de la Mujer de la Universitat Oberta de Catalunya (UOC).
Algunos de estos disruptores endocrinos se acumulan en el tejido adiposo, en la grasa, de forma permanente.
Y esto afecta especialmente a las mujeres: “Por sus características hormonales, por la mayor presencia de tejido adiposo en su cuerpo y por sus roles profesionales y sociales, las mujeres suelen ser más vulnerables a la exposición a los EDC”, apunta la experta.
Los disruptores endocrinos más comunes en la alimentación
En el ámbito de la alimentación, los disruptores endocrinos más comunes son:
- Pesticidas: localizados sobre todo en la piel de frutas y verduras.
- Metales pesados: se encuentran en pescado de tamaño grande y de elevado contenido en grasa, como el atún.
- Ftalatos, como el bisfenol A (BPA) y los compuestos fluorados, presentes en muchos recipientes y utensilios de cocina, como en el recubrimiento de las latas de conserva o bebidas, en las fiambreras y las botellas, o en el recubrimiento antiadherente de las sartenes.
Las consecuencias
La profesora Marta Massip cita varios estudios e informes que sitúan a los disruptores endocrinos detrás de dolencias de prevalencia elevada y que afectan a la calidad de vida de las mujeres.
En la edad reproductiva, se relaciona con pubertad precoz, reducción de la fertilidad, problemas durante el embarazo, cáncer de mama, endometriosis y síndrome de ovario poliquístico, entre otras.
“Además, también produce modificaciones epigenéticas que alteran la función génica, lo que provoca potencialmente efectos intergeneracionales en la descendencia”, añade Massip.
Entre todos estos problemas de salud de las mujeres, los que tienen una mayor prevalencia en edad reproductiva son:
- La endometriosis: la exposición a disruptores endocrinos como el BPA, los ftalatos, los plaguicidas organoclorados, las dioxinas y los bifenilos polibromados y policlorados está relacionada con el desarrollo y la progresión de la endometriosis, trastorno que se produce cuando el tejido uterino crece fuera del útero provocando dolor crónico, menstruaciones incapacitantes e infertilidad.
- Síndrome de ovario poliquístico, también la exposición BPA y ftalatos pueden estar detrás de este trastorno que causa anovulación (no expulsión del óvulo), infertilidad, hirsutismo (exceso de vello), obesidad y síndrome metabólico.
También afecta a las mujer en la etapa de la menopausia: algunos disruptores endocrinos se han asociado con una mayor frecuencia de los sofocos y un mayor riesgo de patologías crónicas, como dolencias cardiovasculares, osteoporosis, diabetes y depresión.
La exposición a disruptores endocrinos, como los ftalatos, “se puede asociar con un inicio prematuro de la menopausia y con una reserva ovárica disminuida, con lo que esto implica en términos de fertilidad y comorbilidad asociada en mujer joven (dolencia cardiovascular, osteoporosis, diabetes)”, indica la experta.
Cómo evitar, si se puede, a los disruptores endocrinos
No es posible escapar de todos los disruptores, ni hay un nivel de exposición seguro.
“La exposición simultánea y constante a diferentes disruptores hace que estos puedan actuar conjuntamente y produzcan efectos negativos sinérgicos o aditivos”, apunta la profesora.
Estos son las recomendaciones para minimizar la exposición diaria a través de la alimentación:
- Sustituir los recipientes de plástico por recipientes de vidrio para almacenar alimentos y bebidas.
- No calentar comida en recipientes de plástico ni reutilizar recipientes de plástico para las bebidas.
- Utilizar sartenes y recipientes de cocción de materiales como el acero inoxidable.
- Reducir la ingesta de comida procesada y enlatada.
- Optar por alimentos con certificación ecológica y cuya procedencia se pueda verificar, ya que la regulación de pesticidas no es la misma en todo el mundo.
- Optar por pescado de tamaño más pequeño y, por lo tanto, con menos bioacumulación de metales pesados y otros contaminantes.
Además, Marta Massip advierte de que también ayuda mantener un peso adecuado y estable ya que “los periodos recurrentes de adelgazamiento-engorde pueden movilizar los disruptores inmovilizados en el tejido adiposo”.
Disruptores también en la cosmética y en juguetes
Estos tóxicos no solo se encuentran en el ámbito de la alimentación.
“Por ejemplo, los ftalatos están presentes en algunos juguetes y actúan dañando el ADN de los espermatozoides”, explica por su parte Guillem Cuatrecasas, médico y profesor colaborador del diploma de experto de Nutrición y Estilos de Vida Saludables de la Mujer de la UOC.
También hay en la cosmética (pintalabios, cremas, máscaras faciales, perfumes, agua de colonia, etc.), en los productos de limpieza del cabello, en los productos para el cuidado de los dientes y la boca o en los pintauñas.
“Como consumidores, tenemos que ser conscientes de lo que compramos y utilizamos. Pequeños cambios en el día a día pueden reducir nuestra exposición a los disruptores endocrinos”, concluye Cuatrecasas.