“Eres muy joven para hablar de eso”

Fuente: Prodavinci
Por Por Indira Rojas
28 de septiembre 2023


Noemí* se sentó en los alrededores de la Maternidad Concepción Palacios, cerca de una parada de autobuses. Debía volver a su casa en Petare, al otro lado de la ciudad. Recostó a su hija en el regazo y miró la hora en el celular. Era mediodía. Cayó en cuenta de que estuvo toda la mañana en la consulta para bebés nacidos con bajo peso.

Se embarazó a los 19 años. Dio a luz en octubre de 2022. Cuidar a la niña era un trabajo a tiempo completo. No podía estudiar y esperaba encontrar un empleo, cuando la bebé no dependiera de ella para comer o ir al baño. Recibía ayuda económica de sus padres y usaba parte del dinero para cubrir los gastos médicos de su hija.

Noemí temía que la bebé padeciera la misma enfermedad de ella: sífilis. La infección bacteriana  se transmite generalmente por contacto sexual sin protección, y puede pasar de la placenta al feto si una mujer en gestación está infectada. Sin tratamiento, puede causar complicaciones a largo plazo: dañar el corazón, el cerebro y otros órganos, hasta poner en riesgo la vida. Quedaba por hacer un tercer análisis de sangre a la niña para descartar la infección en su organismo.

Noemí no sabía que tenía sífilis cuando quedó embarazada. Se enteró en el primer trimestre de gestación, tras hacerse la prueba de detección de sífilis en sangre –conocida como VDRL–, incluida en los exámenes prenatales. 

―¿Habías ido antes al ginecólogo para chequearte? 

―No, nunca. Cuando era chama nadie me dijo que era algo importante.

Acudió al ginecólogo sólo cuando la menstruación desapareció de su calendario porque intuía que podía estar embarazada. Dio a luz en el Hospital Materno Infantil de Petare y se convirtió en madre sin tener una figura que pudiera guiarla sobre salud sexual y reproductiva. 

Sólo tres de cada diez mujeres, niñas y adolescentes que viven en comunidades vulnerables de Venezuela reciben orientación sobre sexualidad en las escuelas o en instituciones públicas de salud. El dato es parte de un estudio realizado por una alianza de siete ONG en 2020, que recopila 203 entrevistas a mujeres de cinco estados del país y el análisis de 640 historias clínicas. La misma investigación reveló que 37% de las adolescentes entre 15 y 19 años maneja información sobre las infecciones de transmisión sexual basada en contenido de internet o en consejos de familiares y amigos. Cinco de cada diez no asisten a control ginecológico, como Noemí.

El Fondo de Población de las Naciones Unidas  (Unfpa, por sus siglas en inglés) insiste en que la salud sexual y reproductiva de la población adolescente depende de la educación integral en sexualidad y del acceso a los servicios de salud especializados. A los adolescentes en todo el mundo se les suele negar ambos “debido a la creencia generalizada de que los jóvenes no deberían tener relaciones sexuales, especialmente si estas son extramatrimoniales”. Mientras esa barrera se mantiene, la curiosidad se llena con información “incorrecta, incompleta o llena de prejuicios” y, en el caso de las adolescentes, la consecuencia más directa es el embarazo no intencional. 

Mercedes Muñoz escucha, tanto en la consulta privada como en talleres para universitarios,  las primeras lecciones sobre sexualidad tomadas de películas pornográficas. Conoció a una mujer que pasaba los 30 años, casada y con un hijo, que se cuestionaba constantemente cuánto de su desempeño en las relaciones sexuales era suyo y cuánto había adoptado del porno. Lo veía desde pequeña, a escondidas, desde aquella vez que encontró una cinta de VHS en una bolsa de papel. Otro estudiante, de unos 20 años, contó que su mamá lo pescó viendo un video en internet. La madre se acercó y le dijo: “No te preocupes, hijo. Tú eres hombre. Yo te entiendo”. 

Muñoz es magíster en Psicología del Desarrollo Humano y tiene treinta años de experiencia como educadora de salud sexual y reproductiva. “Madres, padres y maestros no podemos negar la realidad: los adolescentes tienen una vida sexual activa o, al menos, han visto referencias en las redes sociales o internet. Lo que les da autonomía y les permite tomar decisiones responsables es la educación”. La formación sobre la sexualidad se clasifica según su enfoque. La especialista se refiere a la educación integral de la sexualidad (EIS). Tiene otros nombres: educación sexual alternativa, dialógica concientizadora o educación sexual integral. “Lo que busca es que las personas ejerzan su sexualidad de forma consciente e informada. Es una alternativa a la educación moralista, que nadie cuestionaba hace 40 años”. Con el tiempo, aparecieron otras tendencias que se han añadido a la clasificación. Los adolescentes están expuestos a ellas. “Una de ellas es la hedonista. La cumple a cabalidad los medios, la publicidad y las redes, y vincula la sexualidad con cuántos orgasmos sientes o cuántas parejas tienes, por dar dos ejemplos”.

“La responsabilidad no debería recaer enteramente en nosotras y en nosotros, los adolescentes, como ocurre en la mayoría de los casos. La responsabilidad está asociada también a las personas que nos deben informar sobre los derechos sexuales y reproductivos”

Vocera del Consejo Editorial PANA de Cecodap. 16 años.

Todo empezó en El Cairo 

Investigaciones realizadas desde la década de los 60 han demostrado que, contrario a la creencia popular, educar a los niños, niñas y adolescentes sobre sexualidad contribuye a demorar su primera relación sexual y reduce los comportamientos asociados a los riesgos –como no usar métodos para protegerse contra las infecciones de transmisión sexual y el VIH–. Pero la primera vez que se planteó esta perspectiva de forma global fue en la Conferencia Internacional sobre la Población y el Desarrollo de El Cairo, en 1994. Era la quinta vez que gobiernos de todo el mundo se reunían para hablar sobre políticas de población, pero esta vez los cambios fueron radicales. Se registraron 11.000 participantes, entre representantes de diferentes países, organismos de las Naciones Unidas, ONG y medios de comunicación. Cuando Mercedes Muñoz asistió a la conferencia, iniciaba su camino como directora de la organización que Elisa había creado: la Asociación Venezolana para una Educación Sexual Alternativa (Avesa). 

En la Conferencia de El Cairo se reconoció la salud reproductiva como un derecho humano. 179 gobiernos, entre ellos el de Venezuela, aprobaron un nuevo Programa de Acción que serviría de marco para las políticas en los 20 años siguientes. En él se explica que la salud reproductiva “entraña la capacidad de disfrutar de una vida sexual satisfactoria y sin riesgos y de procrear, y la libertad para decidir si hacerlo o no, cuándo y con qué frecuencia”.

Hasta el siglo XIX, “el único destino de una mujer que empezaba su edad fértil era casarse y tener hijos. El hombre se convertía en marido y único proveedor. La adolescencia, como la conocemos hoy, es un concepto producto de la modernidad”, explica Muñoz. Los cambios en el siglo XX incluyeron una mirada más amplia, más derechos y más autonomía, lo que exigió criterios para ejercer la sexualidad de manera segura. El programa aprobado en 1994 los reunió en un solo lugar y estableció que “la respuesta de las sociedades a las crecientes necesidades de salud reproductiva de los adolescentes debería basarse en información que ayude a estos a alcanzar el grado de madurez necesario para adoptar decisiones en forma responsable”. 

Los servicios de salud sexual y reproductiva y las escuelas son los escenarios principales para el acceso a la información. Sin embargo, considerando los derechos y responsabilidades de los padres, la familia acompaña la orientación de los adolescentes. En el programa de El Cairo –y las políticas que siguieron sus orientaciones–, se recomienda a los gobiernos  y a las ONG “promover programas encaminados a instruir a los padres a fin de mejorar la interacción de éstos con sus hijos y permitirles cumplir mejor sus deberes educativos”. No sólo en el aspecto de su maduración y de sus decisiones reproductivas. Los padres también pueden inculcar “actitudes de respeto por la mujer y la niña como iguales” y sensibilizarse “para que valoren debidamente la educación de las niñas”. 

Más allá del papel, las cargas de esta responsabilidad aún no están bien distribuidas y los adolescentes sufren las consecuencias. La abogada Suzany González, directora de la fundación Centro de Estudios de Derechos Sexuales y Reproductivos (Cedesex), dice que los docentes que se niegan a impartir o promover la educación integral de la sexualidad (EIS) argumentan que “se trata de principios que se aprenden en la casa”. Los padres replican que no tienen las herramientas para hablar sobre el tema:

“No llegan a un acuerdo porque luchan contra los mismos tabúes que experimentan los adolescentes. Se cree que las personas adultas sabemos siempre qué hacer y, al contrario, si no estamos preparados, reproducimos y difundimos los mismos mitos que impiden un ejercicio libre y seguro de la sexualidad”.

Una maestra en La Guaira pidió a sus estudiantes de bachillerato investigar sobre el virus de inmunodeficiencia humana (VIH). Al día siguiente, un padre se acercó a la escuela para quejarse por aquella tarea. “Reclamó que se trataba de ‘un tema para maricos’, así tal cual lo dijo, y decía que su hijo no tenía que buscar nada al respecto”, cuenta González. “Esta experiencia la compartió una profesora en uno de nuestros acercamientos a las comunidades. Lo que queremos es que este tipo de episodios no se repitan”.

El riesgo para los adolescentes aumenta cuando actores no calificados llenan los vacíos informativos. “Reciben constantemente mensajes contradictorios por parte de los fundamentalismos religiosos, que han avanzado en Venezuela y en toda América Latina y el Caribe, y que niegan la existencia de la sexualidad desde el enfoque de derechos humanos para asociarla exclusivamente a la reproducción. Esto implica un retroceso sobre lo que se ha discutido en las últimas décadas”.

La psicóloga Neiva Hernández Cordero, fundadora de la asociación Familia y Sexualidad (FamSex), advierte que las redes sociales también toman el control. “El problema es que la información que difunden no necesariamente es de calidad y el niño, niña o adolescente que tiene acceso a ellas no ha desarrollado el criterio para identificar mitos de realidades”. El debate es de vieja data. Al revisar las investigaciones escritas al respecto, Hernández encuentra antecedentes desde 1965. 

La especialista habla en un auditorio que ha reunido a profesores, abogados, miembros de Consejos de Protección de Niños, Niñas y Adolescentes y representantes de organizaciones no gubernamentales. El objetivo es aclarar los logros y desafíos de la educación integral de la sexualidad, tras la viralización de videos –difundidos por un movimiento conservador– que acusan a la EIS de “erotizar” a los menores. Hernández proyecta un dibujo de los órganos reproductivos femeninos hecho por una estudiante de sexto grado. Cuando lo vio por primera vez, la psicóloga no entendió la imagen y pidió a la adolescente que la explicara. Se distinguían las trompas de falopio y a los lados flotaban círculos “de los que proviene la sangre cada mes”. Una masa sin forma representaba al útero y sobre el conjunto, la estudiante hizo un churro apretado y dijo que era el intestino. Entre los presentes, una maestra susurró: mis estudiantes tampoco saben cómo es su cuerpo.

La psicóloga llega al punto: sin guía o con información deficiente los adolescentes ni siquiera pueden entender su organismo ni cómo funciona. Propone reforzar el abordaje intersectorial de la EIS. “Si voy a una institución y muestro a los alumnos cómo se coloca un preservativo, necesito que cuando lleguen a casa y digan mamá, papá, miren esto, los padres no entren en crisis y lo regañen”.

“Una vez tuve una conversación con una profesora en primaria sobre la educación sexual. Me dijo que en el plan de educación no había una hora establecida o un segmento para ello. Quisiera tener clases de sexualidad integral, pero la excusa es que es un tema extenso para poder tocar todos los puntos. En primaria nos hablaron sobre los cambios en la preadolescencia, pero no aclaraban cómo podíamos relacionar estos temas a otros aspectos de nuestras vidas”.

Vocera del Consejo Editorial PANA de Cecodap. 15 años

Estancados en el papel

Los inicios de la educación sexual en las aulas de Venezuela siguieron la pauta de cualquier otro país: se ajustaron a su cultura y a su tiempo. En la década de los 60 se impartían clases de salud y puericultura en bachillerato. Con el tiempo, el enfoque cambió y adoptó otros temas hasta que en 2009 el Ministerio para la Educación, con la asistencia técnica Unfpa, creó los lineamientos para la educación integral de la sexualidad.

Las Orientaciones pedagógicas en el subsistema de educación básica  son una guía para los docentes. Su última actualización se presentó en 2019 e incluye las infecciones de transmisión sexual (ITS), la diversidad sexual, la autoestima y la violencia en el noviazgo entre los referentes teórico-prácticos para las clases, especialmente en grados de educación media y en los últimos niveles de primaria. Hoy, la EIS es obligatoria en el país desde preescolar hasta educación media. La medida se publicó en la Gaceta Oficial 42.063, el 5 de febrero de 2021.

En consonancia con los lineamientos de Naciones Unidas y del Plan Nacional de Prevención y Reducción del Embarazo a Temprana Edad y en la Adolescencia (Plan Preta), el proyecto educativo no puede ocurrir exclusivamente dentro del aula. También debe abordar a la población que no está escolarizada. 

La socióloga Andrea Pereira, oficial de Monitoreo y Evaluación de Unfpa en Venezuela, responde las preguntas desde el municipio Independencia del estado Anzoátegui, punto piloto del programa Hablemos claro de sexualidad, que hoy se desarrolla en 13 localidades del país. De la mano del Ministerio para la Educación, estos espacios de encuentro forman docentes y facilitadores comunitarios sobre educación integral de la sexualidad. También instruyen a adolescentes, llamados Pro Promotores.  

Pereira asegura que entre 2016 y 2022 los casos de embarazos en la adolescencia se redujeron un 60% en el municipio. No solo lo atribuye al trabajo formativo, también a la atención directa de la población vulnerable. Cuenta que momentos antes de atender la llamada, se reunió con las autoridades del Sistema de Protección del Niño, Niña y Adolescente porque su equipo identificó a una adolescente de 13 años embarazada. Localizaron al padre del padre del bebé: era un hombre de 60 años. Los hechos revelaban un caso de abuso sexual que fue necesario investigar. “Formar en educación integral de la sexualidad y acercarnos a la comunidad también permite, en la escuela o fuera de ella, conectar con el sistema de protección y promover la denuncia. Este caso, por ejemplo, pasó al ámbito legal”. 

Con el apoyo del Centro Nacional para el Mejoramiento de la Enseñanza de la Ciencia (Cenamec), el gobierno ha capacitado en EIS cerca de 10.000 docentes desde 2018, con lecciones a distancia y presenciales, en programas para futuros formadores y diplomados. Los primeros 24 en participar fueron denominados tutores y tutoras, y son los encargados de “garantizar la formación en cada uno de los estados y generar multiplicadores”.

Cuatro meses después de su visita de monitoreo al sur del país, Pereira participa en la misma conferencia que ha convocado a la psicóloga Neiva Hernandez. Al terminar su exposición, una mujer pide la palabra. Se presenta como profesora de un colegio privado y dice, con preocupación, que desconoce cómo o dónde puede acceder a la formación del Cenamec. Se pregunta si es solo para personal de planteles públicos, porque sus colegas no se han capacitado con el ministerio. Otra profesora rebate que la formación sí se está dando y otra, al fondo de la sala, opina que se imparte a un grupo muy selecto.

Pereira explica que la estrategia para apuntarse en el programa de docentes formadores depende de los representantes de la EIS en los 24 estados del país, los tutores y tutoras nacionales. Ellos tienen “redes de comunicación con docentes a todos los niveles del sistema público y privado”, por las cuales circulan las convocatorias del Cenamec. En los municipios monitoreados por Unfpa se usa un mecanismo adicional: 

“En los territorios donde se trabaja de manera integral el programa de empoderamiento de adolescentes la convocatoria se realiza directamente en las escuelas, promoviendo que al menos dos docentes por plantel se formen en EIS. Los directores postulan, como una manera de garantizar que todas las escuelas tengan personal formado para su posterior implementación en los salones de clase”.

Carlos Calatrava, director de la escuela de Educación de la Universidad Católica Andrés Bello, aclara que las orientaciones pedagógicas en EIS no son currículos educativos. “Es necesario que especialistas en currículum y planificación educativa los elaboren para cubrir la educación integral de la sexualidad desde maternal hasta bachillerato. Sin embargo, no podemos abocarnos a esto si tenemos una crisis educativa general”. 

Suzany González, directora de Cedesex, conoce a tutores y tutoras formados por el Cenamec. Reconoce que el Ministerio para la Educación avanzó en la capacitación de los educadores y de las comunidades. Sin embargo, al igual que Calatrava, considera que mientras el sistema educativo esté en crisis también lo estará la EIS:

“Cuando vas a las escuelas y a los liceos ves que no se imparten los contenidos diseñados. En pocas palabras: los programas no terminan de aterrizar. No hay suficiente personal docente en las escuelas. Los maestros y maestras están sobrecargados en las aulas y sienten que las tareas de educación integral de la sexualidad son una carga más que no quieren asumir”.

Un maestro debe dividir el tiempo para atender diferentes niveles o grados. O para impartir más de una materia. Incluso, para dedicarse a otro empleo. La mitad de los docentes encuestados por la Red de Observadores Escolares en enero de 2023 tiene más de un trabajo para sostenerse económicamente. Al menos 80,4 % de los educadores de los planteles públicos que participaron en la consulta reportaron hacer más de una actividad para generar ingresos extra. Además, faltan a las escuelas por falta de agua o tienen dificultades para trasladarse. 

Los tabúes y barreras culturales también permean los salones de clase. Cedesex ha conversado con educadores que se niegan a dar contenidos sobre EIS “debido a sus creencias religiosas, subjetividades, miedo o incluso por su propio desconocimiento”.

“Es difícil ser responsable con nuestra sexualidad cuando hay poca información con respecto a los derechos sexuales y reproductivos, y los padres también deberían enseñar qué hacer a la hora de que te sientas abusada o abusado. Por otro lado, nos ayuda a ser responsables sexualmente preguntarnos qué queremos en la vida, qué soñamos, cuál es nuestra identidad y qué queremos ser”.

Vocero del Consejo Editorial PANA de Cecodap. 16 años.

Hablan voceros adolescentes

La organización venezolana Cecodap trabaja desde 1984 en la promoción y defensa de los derechos humanos de la niñez y la adolescencia. Hace dos décadas, el equipo fundó la Agencia PANA para monitorear la exposición y tratamiento de estos derechos en los medios de comunicación. Hoy desarrolla nuevas estrategias para visibilizarlos. En 2022, creó el primer consejo editorial  de personas menores de 18 años para fomentar la libre expresión e impulsar su participación en temas de interés para la opinión pública. Los espacios de discusión de cada viernes se conocen como #AdolescentesTomanLaPalabra. 

Un viernes por la tarde, voceros del consejo editorial** se reúnen con Prodavinci en la sede de Cecodap para exponer sus ideas sobre la EIS. Quince adolescentes escriben la palabra que asocian con el concepto de sexualidad. En una pizarra se juntan los trozos de papel con el aporte anónimo de cada uno: consentimiento, respeto, responsabilidad, educación, derechos, autocuidado, protección. En uno de ellos se lee: “Eres muy joven para hablar de eso”. 

―¿Quién les ha dicho esto?

―¡Todos los adultos! ―responden al unísono. 

Dicen que en la escuela sus profesores solo enseñan el funcionamiento del aparato reproductor masculino y femenino y algunos métodos anticonceptivos. Uno que otro les ha hablado sobre el noviazgo o el matrimonio.

―Yo no tengo clases sobre educación sexual, pero, por ejemplo, mi profesora aprovecha los chinazos [bromas] para aclarar dudas sobre sexualidad. Pueden ser sobre el cuerpo, las relaciones, las novias. ―cuenta uno de los participantes, de 17 años. 

―En mi caso, sí recibimos clases de educación sexual, pero en ese  hay un asterisco. ―responde una adolescente, de 16 años―. Han cumplido su trabajo de hablarnos sobre las infecciones de transmisión sexual, los métodos anticonceptivos y la anatomía masculina y femenina, pero no han tocado temas como el consentimiento o la parte psicológica, y creo que es importante porque a veces tenemos la concepción de que la educación sexual no se relaciona con otros temas. Además, mi colegio es religioso. No suelen hablar de métodos anticonceptivos modernos o no comparten información actualizada. 

―Cuando pienso en responsabilidad ligada a la sexualidad siento que en mi entorno me han dicho muchas veces tú eres responsable de tus actos. Es decir, soy responsable de lo que pienso, hago y digo. Pero si recibo información confusa, puedo cometer un error pensando que es correcto. ―dice otra integrante del consejo editorial, de 15 años.

Se refiere, sobre todo, a un embarazo no planificado, llamado en el pasado embarazo no deseado. Para que la información validada llegue a los adolescentes, la psicóloga y especialista en educación sexual alternativa, Mercedes Muñoz, advierte que la sociedad debe superar “el enfoque moralista”, que juzga a la adolescente: “Nos espantan los embarazos en la adolescencia, pero todavía en el país es legal el matrimonio desde los 16 años con autorización de la familia. Esta es una contradicción grave”.

A los prejuicios se añaden las barreras culturales, especialmente para las adolescentes que viven en zonas vulnerables. Muñoz lo explica así: “Si el entorno no te ofrece posibilidades de realización porque hay abandono y pobreza, no hay acceso a la escuela ni empleo, hay un empuje hacia la maternidad como destino”.  

El Instituto Nacional de Estadística estimó que en 2020 el 20,51% de los nacimientos en el país fueron de madres adolescentes entre 15 y 19 años. Los nacimientos de madres entre 10 y 14 años equivalían al 1% del total nacional, “con el agravante de que estos últimos constituyen formas claras de abuso y violencia sexual, que dan cuenta de un inadmisible nivel de tolerancia social a este tipo de violencia”. Así lo resume el Plan Nacional Preta para 2022-2025.

Para 2021, se registraron 81 partos por cada 1000 adolescentes de 15 a 19 años, según la División de Población de las Naciones Unidas. Es la tasa de natalidad en adolescentes más alta de América del Sur, seguida por las de Bolivia y Ecuador. La salud de estas adolescentes está en riesgo. Las embarazadas entre 10 y 19 años se enfrentan a riesgos más altos  de eclampsia –presión arterial elevada y convulsiones durante el embarazo– e infecciones uterinas y sistémicas, en comparación con mujeres entre 20 y 24 años.

Que las tasas de natalidad suban –o bajen– en exceso es una señal de alarma sobre la libertad reproductiva de las mujeres y de las adolescentes. El Fondo de Población de las Naciones Unidas sostiene  que las políticas deben orientarse cada vez más hacia el acceso a la información y a los servicios de salud sexual y reproductiva, y cada vez menos hacia el uso coercitivo de métodos anticonceptivos: “Hay diferencias entre los ideales de fecundidad de las mujeres y sus objetivos de maternidad específicos, y ambos aspectos pueden evolucionar a lo largo de la vida y como respuesta a un contexto más amplio”. Por ejemplo, una mujer puede ajustar el número de hijos que desea tener si enfrenta una situación económica precaria; pero puede que no tenga acceso a métodos para evitar el embarazo o no sepa dónde encontrar asesoría en el sistema de salud público.

“Suelo hablar con mi mamá. Una vez le conté sobre una chica que para mí era una red flag. Y nos reímos muchísimo de lo que le contaba. Pero, obviamente, no lo cuento todo porque hay cosas que me reservo para mí, que considero muy personales o que prefiero conversar con un amigo”.

Vocero del Consejo Editorial PANA de Cecodap. 16 años.

Una consulta sólo para adolescentes

Las consultas diferenciadas para adolescentes, en hospitales y ambulatorios, y las organizaciones especializadas, como la Asociación Civil de Planificación Familiar (Plafam), también brindan información y asesoría. Según el artículo 50 de la Ley Orgánica para la Protección del Niño, Niña y Adolescente, los mayores de catorce años tienen derecho a solicitar por sí mismos atención en estos servicios, sin el acompañamiento de un adulto. Casi 3 millones de venezolanos son adolescentes entre 15 y 19 años, según cifras del Banco Mundial.  

El Ministerio para la Salud, con la asistencia técnica de Unfpa, inauguró 30 consultas diferenciadas para adolescentes en seis estados del país en 2022. las cuales se ocupan de las necesidades e inquietudes sobre salud sexual y reproductiva de la población entre 10 y 19 años. Sin embargo, según el informe de Unfpa, se atendieron a 6.779 adolescentes solo en Anzoátegui y Bolívar. Andrea Pereira afirma que “hay más de 120 consultas en varios municipios del país”, pero los medios para informar dónde se encuentran y qué ofrecen “son muy locales”. La oficial de Monitoreo y Evaluación de Unfpa en Venezuela dice que “podrían generarse mecanismos de difusión más públicos para la conexión con la población adolescente”. 

“Uno de los logros del Ministerio para la Salud es la creación de las consultas diferenciadas. Las consigues en hospitales, ambulatorios y maternidades. En Plafam ayudamos en algún momento a formar al personal de estas consultas y así tener especialistas sensibles para atender a las y los adolescentes. Pero no es suficiente si la educación integral de la sexualidad aún tiene fallas para llegar a esta población”, dice Belmar Franceschi, directora ejecutiva en Plafam.

El doctor Carlos Villegas recibe adolescentes diariamente en sus consultas de ginecobstetricia y planificación familiar en Plafam. “La mayoría inició relaciones sexuales mucho tiempo antes de acudir aquí. Algunas pasaron un susto y ahora buscan anticoncepción. Otras fueron atendidas en jornadas. Otras tienen años con métodos anticonceptivos, pero no vuelven a la revisión ginecológica. Muy pocas pacientes vienen y dicen: doctor tengo un novio y queremos saber sobre planificación”. Algunas han conversado sobre el uso de preservativos, dispositivos intrauterinos (DIU), inyecciones u otros métodos con sus parejas fuera de la consulta, “pero la última palabra debe tenerla la joven”.

Las adolescentes no llegan en blanco al consultorio. ¿Qué método quieres usar? ¿Qué has leído?, pregunta Villegas. En su experiencia, traen referencias de lo que consumen en redes sociales, lo que escuchan de familiares y amigas, o lo que ven en la casa de la vecina. “Por ejemplo, hay mitos relacionados a los métodos hormonales. En varias regiones del país todavía hay quien cree que usar un anticonceptivo que detenga el sangrado hace que la sangre suba a la cabeza. Esto es señal de la falta de educación y consejería”.

Las adolescentes acuden solas y tienen miedo. “Me confiesan que no quieren que sus padres o madres se enteren de que han ido a la consulta o que usan métodos anticonceptivos. La sociedad ha satanizado la sexualidad y la educación sexual”. Aunque solo preguntan sobre cómo evitar embarazos, el doctor Villegas también les habla de prevención de infecciones de transmisión sexual, higiene genital y menstrual y señales de violencia en el noviazgo. 

En las jornadas educativas en colegios y comunidades, Susany González, de Cedesex, escucha a los adolescentes hablar sobre prácticas sexuales sin sentir vergüenza. Incluso ha googleado frases y palabras que no comprende y descubre que provienen Tik Tok. Sin embargo, al preguntar sobre el ejercicio seguro de la sexualidad y el afecto, existe poca confianza para responder:

“Los temas se hablan permanentemente, son públicos porque están en las redes sociales, pero los adolescentes no hablan de ellos desde su perspectiva porque no lo entienden como el ejercicio de un derecho, es decir, no lo perciben como la posibilidad de contar su propia historia. Por otro lado, en las redes sociales se habla abiertamente de prácticas sexuales de formas que distorsionan la información que sería útil para protegerse y tomar decisiones responsables”.

“He tenido relaciones románticas virtualmente. Me refiero a personas que conozco en redes como Discord o en Wattpad. El primero, Discord, se parece a WhatsApp pero lo usas en la computadora. Y para enviar mensajes sin que me descubrieran utilizaba Wattpad. Esta es una aplicación para leer cuentos o libros de  fanfiction, pero si la usas mucho y te familiarizas con ella encuentras una opción que te lleva al chat”. 

Vocera delConsejo Editorial PANA de Cecodap. 15 años.

Sexualidad responsable, afectividad responsable

―¿Quién ha tenido novio o novia? 

Doce adolescentes del Consejo Editorial de la Agencia PANA de Cecodap levantan la mano, algunos con timidez, otros entre risas. Una de sus integrantes, de 16 años, dice que ha salido con personas de ambos géneros. Otros dos, de 15, aclaran que prefieren conocer a las personas detrás de las pantallas: “a lo virtual”. 

―¿Creen que han estado enamorados? ¿Qué es enamorarse?

―Enamorarse es que la persona que te gusta te dé la atención quieres. ―responde una adolescente de 15 años.

―Es querer tanto a una persona que uno puede llegar a tener relaciones sexuales porque te lo pide. ―afirma otra.

No todos están de acuerdo. Concluyen que tal vez hace falta hablar a profundidad sobre el consentimiento. 

Vinculación afectiva, amor, orientaciones sexuales e identidad de género también son parte de la educación integral de la sexualidad. La Norma oficial para la atención integral en salud sexual y reproductiva, publicada en 2013, reafirma que la cultura incide en la visión y ejercicio de la sexualidad: “Integra placer, afecto, comunicación, creatividad, ética y procreación, esta última como una potencialidad que entraña el derecho de decidir consciente, libre y responsablemente tener hijos –cuándo, cuántos y en qué condiciones– o no procrear”.

La dimensión social de la sexualidad se expresa en creencias, actitudes, valores y roles. Hace diez años, cuando el gobierno realizó la última Encuesta Vigilancia del Comportamiento  de adolescentes y jóvenes ante el VIH, los datos mostraron que las mujeres asociaban el contacto sexual con el amor y la pareja. Los hombres lo relacionaban con placer. 

Los mensajes que moldean la visión de la sexualidad llegan desde múltiples voces. La más peligrosa es la pornografía, dice la especialista Mercedes Muñoz, porque está al alcance de todos. “Si no llega a los niños, niñas y adolescentes desde su celular, lo ven en la escuela en la pantalla de otro. En la pornografía no hay condones, anticonceptivos, ni planificación previa. Por eso, como padres y madres, debemos hablarles primero en vez de callar. Igual hay que hablar sobre el sexting y el grooming. De lo contrario, son presa fácil”.

La Asociación Venezolana para una Educación Sexual Alternativa aprovechó las facilidades de la tecnología para crear el sistema  YoEstoyInformada, un servicio de WhatsApp para solicitar información las 24 horas del día los 365 días del año. 

Cedesex, la organización Faldas R y Plafam han formado adolescentes en derechos sexuales y reproductivos, que ayudan a difundir mensajes que impulsan las decisiones responsables y seguras. El programa Promotoras Teen se ejecutó durante la pandemia y aprovechó los recursos digitales para organizar los contenidos y tener un mayor alcance. “Las Promotoras Teen generaron charlas, debates y foro chats a distancia. Hallamos que el mundo digital es excelente para las y los adolescentes, porque están muy acostumbrados a ella y se sienten más libres para hablar de estos temas”, dice Susany González. 

La estrategia toma en cuenta que los adolescentes se expresan en sus propios códigos cuando hablan sobre sexualidad y aprovecha el aprendizaje entre pares. Jesdrianny Rodríguez se formó como promotora a los 15 años. Ya tiene 17. En 2022, culminó otro programa en línea, de la iniciativa argentina EsConESI, y pronto iniciará un diplomado sobre la prevención de violencias contra las mujeres. “Cuando ven que soy joven como ellos, pero que estoy capacitada, los participantes de las jornadas de sensibilización deciden hablar y se sueltan. Esto me permite ayudar a muchas personas de mi edad”. A veces la realidad la sorprende, pero ya sabe que puede acudir a las organizaciones que la formaron para encauzar los casos más graves. En una jornada sobre salud menstrual, ella y una compañera conocieron a una niña abusada. 

Cuando María Paula Arias se formó como promotora en EIS conoció a jóvenes que nunca habían ido al ginecólogo por miedo a lo que podrían pensar sus padres o por falta de dinero. “Hay mucho estigma al respecto. No está normalizado que una adolescente quiera ir para conocer su cuerpo, saber qué método anticonceptivo es más apto para ella, o tener información. Se asocia con estar enferma o embarazada”. Acompañó a la mayoría de sus amigas a su primera cita ginecológica. Tenían 19 años. 

Noemí también tenía 19 cuando visitó al especialista por primera vez para confirmar su embarazo. 

Antes de tomar el autobús a casa desde la Maternidad Concepción Palacios, dijo que el médico de su hija le había pedido repetir por tercera vez el análisis para diagnosticar sífilis. No se fiaba de los dos anteriores y quería confirmar que la niña estuviera sana. Semanas después, Noemí no respondió las llamadas. 

***

Se utilizó el nombre de Noemí para proteger su identidad real.

** No publicamos los nombres de los y las integrantes del Consejo Editorial de la Agencia PANA en consonancia con la política de salvaguarda de la niñez.

Créditos

Dirección general: Ángel Alayón y Oscar Marcano.

Jefatura de diseño: John Fuentes.

Texto: Indira Rojas.

Edición: Ángel Alayón, Oscar Marcano, Mariengracia Chirinos.

Tutoría de la Beca Género en Foco: Maye Primera.

Concepto gráfico, desarrollo y montaje: John Fuentes.

Fotografías: Joaquín Sarmiento y Yuri Cortez | AFP. También se escanearon y procesaron los papeles con las palabras escritas por los y las adolescentes del Consejo Editorial de la Agencia PANA de Cecodap.

Redes Sociales: Indira Rojas.


Este reportaje forma parte del programa Género en foco, una iniciativa de la Red de Periodistas Venezolanas, con apoyo de la Embajada del Reino Unido.


Agradecimientos

Gracias a la organización Cecodap y al Consejo Editorial de la Agencia Pana por su disposición y apoyo en la realización de este trabajo, al tender un puente entre el periodismo y las voces de las y los adolescentes.


Caracas, 28 de septiembre de 2023

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